-¿Como negarle un beso al corazón que te enseñó ha amar?...-
ATTE: Darkhness
Desde aquella noche todo se había vuelto un tremendo caos, pasarás por donde pasarás, había hombres de mi padre y de los diferentes legados. Se avecinaba algo, y lo que estaba por venir no era una simple ráfaga de viento, sino, toda una puta tormenta.
Me había pasado toda la noche en vela buscando información en referencia a Salvatore Ricci, pero no había nada, como si hubieran borrado todo rastro de él hacia la sociedad. No podía sacar su mirada de mi cabeza, y no porque estuviera loquita porque me volviera a mirar así, (que también) si no, porque sentía la necesidad de querer saber qué era lo que de verdad escondía aquella mirada. Porque ni el malo es tan malo, ni el bueno tan bueno, solía decir mi abuelo...
Aquí estaba yo, estampando mis puños contra un saco de boxeo para canalizar mi ira, había vuelto a discutir con mi padre, y al igual que las otras veces había sido por culpa de mi maravillosa y perfecta hermana. ¿Sabéis algo, nunca habéis sentido que no pertenecéis justo a donde pertenecéis? Porque yo sí, muchas veces siento que no pertenezco aquí, que mi lugar seguro, a lo que yo le llamo casa, no es justo donde vivo, si no, fuera de aquí...
Odio cuando mi padre me recuerda una y otra vez que soy la oveja negra, la rarita de la familia, la maleducada, la marimacha de las hermanas, la imperfecta... duele, el simple hecho de ver cómo la trata a ella, hace que el puñal que llevó toda una vida insertado entre el pecho y el corazón se clave haciendo de la herida más grande su profundidad y más eterna su cicatriz y escozor.Puedo aceptarlo, papá, pero no me pidas que te comprenda y dé la razón... porque soy tu hija, te guste o no...
- ¿Quieres partir en dos el saco?- esa voz, esa inconfundible voz... era el.
- Yo..- de maravilla Chidra, ahora se te ha comido la lengua el gato?
- Querer destrozar el saco en cada golpe no canaliza la ira mía cara, hazme caso...- ahí está de nuevo, ese maldito y adictivo apodo.
- Y que la canaliza, sorpréndeme
- Follar- ahora sí que me había comido la lengua el gato, bueno, que digo el gato. Me había tragado entera una puta anaconda de esas.
- ¿Perdón?- pude que lo haya entendido mal, y haya querido decir, "bailar" o "bucear"... quién sabe.
- Te lo repito de nuevo mía cara, follar, follar sacia la ira- ay señor bendito.
No sé en qué momento se había acercado tanto, pero ya no estaba junto a la puerta, si no, al lado del saco, casi rozándome la cintura a escasos centímetros de mis labios. Su respiración sincronizada y agitada junto a la mía, y su cercanía volviendo loco a mi sistema nervioso con cada pestañeo corto.- La belleza es mejor contemplarla de cerca mía cara, es ahí donde se encuentra la esencia- ¿de donde había salido este hombre? ¿De un puto libro de esos de amor dulce con dark romance?, porque parecía recién sacado de uno...
- ¿Quién eres?
- ¿Quién crees que soy?- ¿quién crees que soy? Esa pregunta se repetía una y otra vez en lo más profunda de mi mente, como si estuviera esperando que le dijera quién es, por lo tanto... lo conozco o él me conoce muy bien a mí.
Se separó de mí tras regalarme una sonrisa que devolvía a los muertos del infierno en el que se encontraban. Pero Salvatore Ricci no los revivía, Salvatore era el diablo, el dueño de cada una de las almas que, según yo, volvían a la vida..
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El infierno del diablo
RomanceSalvatore Ricci haría arder el mundo por ella, mientras que Chidra Moretti estaba dispuesta a hacerlo arder junto a él.. *** - Cuando te vi por primera vez, supe que tú caos sería mi destrucción, pero aún así entendí, que por ti valía la maldita pen...