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- Cuando dos almas
están destinadas a encontrarse a pesar de
saber que la guerra esta apunto de estallar, ninguno tiene pensado
retroceder ante ella.-

Aquellas lámparas de araña podían deslumbrar a cualquiera con esa elegancia y brillo que emanaba de ellas.
Pero a alguien que había crecido con aquella
"elegancia" no podía pensar en nada más que no fuera, "una enorme fachada de secretos ilegales y sucios" pero, mientras caminaba hacia el anfitrión de la fiesta, pude observar como muchas miradas recaían sobre nosotros. Cada una observándonos de una forma muy distinta, destacando así, sangre, miedo, traición y la gran sed de poder. Todo esto recaía a una sola cosa, la MAFIA.

- Estoy encantado de conoceros al fin familia Moretti. - Leonardo del Monte, multimillonario y CEO de una gran cadena de hoteles, más conocido como el tigre de Sicilia. Pero bajo esa fachada de elegancia y brillo, como decía antes, resplandecía lo ilegal de los trabajos sucios de este...

- El placer es nuestro. Ellas son mis dos hijas, Alexandra, la mayor, y Chidra, la pequeña.- Mi hermana le regaló una de sus sonrisas perfectas haciendo orgulloso a mi padre, mientras que yo, solo asentí con la cabeza recibiendo una mirada letal por parte del mismo.

Ah, sí, perdonad.
Soy Chidra Moretti. Hija de Romeo Moretti, capó de "LA COSA NOSTRA" sí, una de las mafias más poderosas de Italia, y digo una por qué hará apenas un año apareció la famosa, peligrosa y letal "NDRANGHETA". Cosa que hizo enfurecer a mi padre y rabiar a muchos, entre ellos el anfitrión de dicha fiesta...
Nunca fui la favorita, siempre fui esa oveja negra diferente al resto y recriminada por ello, pero ¿a quién mierda le importaba eso?

"Debes aprender de tu hermana Chidra, compórtate como una señorita"

¿Yo? ¿Señorita?

Jamás, mi carácter no dejaba de ser educado y elegante, pero no era esa damisela en apuros, con miedo a que la devoraran los monstruos. Yo, a diferencia de mi hermana, quería enamorarme de un hombre que me tratara como a una reina amazona, no como a una puta princesa en peligro.
Quería que sin importar el momento o cuando sucediese, me pusiera una puta pistola en la mano y dijera "juntos" y así sería hasta la muerte. En cambio, mi hermana era de las que odiaba las armas, los combates cuerpo a cuerpo y todo deporte que según ella es cosa de "hombres". Así que, si ella lo veía de hombres al igual que mi padre... me vuelvo a presentar, soy Chidro Moretti, el hijo pequeño del legado Moretti.

Me di la vuelta para salir de allí, y en el trayecto de huida choqué con algo, más bien con alguien. Alguien que mediría aproximadamente casi dos metros y era igual de grande y ancho que un armario. Al levantar la mirada hacia el, lo vi. Ojos verdes como el color del prado y el cuerpo inyectado en tinta como un libro de maravillosos dibujos. Su mirada perdida en la mía y la mía colisionando en la suya. Hasta que aquel momento se vio interrumpido por un tintineo de armas y la voz del anfitrión.

- No recuerdo haberte invitado Ricci- Con que este hombre era el tan mencionado y temido, Salvatore Ricci, el "diablo" capo de la NDRANGHETA...

- ¿Quien ha dicho lo contrario?- Dios, qué voz. Posiblemente acabo de tener un orgasmo y ni siquiera me ha rozado. Pero, podía sentirlo, como cuando te clavan millones de agujas, que por mucho que intentes apartar la mirada de ellas, no puedes.

Toda la sala se había sumado en un intenso silencio, uno tan terrorífico como cuando dejas de escuchar balas en la mafia, y todo está calmado a tu alrededor.
Hombres apuntándose unos a otros, pero, como si no le importara lo más mínimo, seguía manteniendo su mirada fija en la mía. Y contra más me observaba, más ganas me nacían de averiguar el gran rompecabezas de detrás de su mirada.

- Aparta tu mirada de mi hija Salvatore Ricci, o juro que te volaré la cabeza- cuando escuchó la voz de mi padre, su mandíbula se tensó a un nivel que creí que se rompería, apartó su mirada de mí y la clavó en él como si quisiera asesinarlo allí mismo sin siquiera mover un solo dedo...

¿De qué conocía a mi padre?

- No me haga reír Moretti, no le gustará verse en ridículo delante de tanta gente. ¿No es así?- ¿Está desafiando a mi padre? Guau, eso si era nuevo para mí.

- Eres el mismo niño inservible que no pudo salvar a su familia de la muerte.- y en cuestión de segundos, no me preguntéis cómo, el arma de Salvatore Ricci estaba pegada a la sien de mi padre.

- Se equivoca Moretti, ¿sabe por qué?- nada, ni una palabra por parte de mi padre.- Porque aquel niño, murió junto a ellos.
De que conocía a mi padre y porque había tanta rabia en el aire.

- Aquí estás en desventaja Ricci, y no creo que quieras ver morir a quien te importa...- ¿a que mierdas se refería? Y porque cojones su mirada se había posado en la mía después de que del Monte hubiera dicho eso?

¿Sabía quién era desde un principio?
¿Había fingido lo contrario?

- Ponle un dedo encima y te reduciré a cenizas, y sabes muy bien que soy un hombre de palabra.- Ahora sí que no entendía nada, todo era como en una película de terror donde el protagonista si moría al final de esta...

La pistola había desaparecido de la sien de mi padre, y Salvatore Ricci se había colocado justo a mi lado derecho, y tras regalarle una sonrisa maquiavélica a mi padre, volvió a hablar.

- Recuerda algo Moretti, sangre por sangre, y muerte por muerte- nadie habló, mi padre solo lo observaba inquieto, pensativo. Como si intentara recordar algo y no pudiera conseguirlo.

- ¿Qué es lo que quieres decir con eso? ¿Y de qué conoces tú a mi padre?- fue entonces que lo tuve completamente girado en rotación hacia mi.

- Nada mía cara, simplemente era un recordatorio de la leyes de la mafia.- ¿Recordatorio?

-¿Para qué?

- Para que nunca se les olvide quién es el rey ahora.- después de pronunciar aquellas palabras beso el dorso de mi mano y antes de darse la vuelta, volvió a hablar, esta vez en dirección a mi, pero, para todos.

- Volveré a verte mía cara. Gracias por la no invitación.- y desapareció entre la gente. No hubo sangre, no hubo muertes. Pero, esas dos cosas no hicieron falta para que todos sintieran el verdadero terror.
A Salvatore Ricci se le conocía por tres cosas;
Despiadado.
Calculador.
Y silencioso.

Todos sabían que a él jamás le temblaría la mano al apuntar a alguien, y que por ende, dispararía sin más como cual objeto inerte de tiro.

"Nada mía cara"
Me había llamado "Mía cara", con eso no sé qué es lo que me dejó más paralizada si su potente mirada en mi cada rato, o el simple hecho de que me había acabado de llamar "mi querida"...

Yo solo me quedé allí. Observando su enorme escalada, y deseando que de verdad fuera un hombre de palabra, y volviera. Para poder saber qué es lo que de verdad querías decir con todo esto.

***
🖤Um primer encuentro, una primera toma de contacto y muchos, muchos secretos no contados...🖤

ATTE: Darkhnesss

El infierno del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora