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- ¿Jugamos al juego del amor?... tú me sonríes y yo pierdo-

ATTE: Darkhnesss

Aquella reunión había sido citada con el fin de casar a una de las herederas Moretti y asegurar un legado, uniendo dos mafias para hacerlas una. Lo que no saben era que una de las hijas me pertenecía a mí desde el momento en que sus ojos se perdieron en los míos con apenas un mes de vida. Lo que hicieran con la mayor no era de mi incumbencia, pero el plan de Romeo Moretti era casar a sus dos hijas, para unir fuerzas y obtener un solo objetivo... Acabar conmigo.

Cuando terminé de cerrarme el chaleco antibalas y sujetar mi arma con fuerza, bajé del furgón con la finalidad de terminar lo que había empezado. El local se tiñó de una profunda oscuridad, una en la que me podía sumergir sin problema alguno; entonces me acerqué a la mesa, y como si mi cuerpo supiera que era ella, caminé hasta colocarse justo detrás.

-Mía cara...- senti su cuerpo respingar por el susto, a la vez que escuchaba a su padre repetir una maldición tras otra- Cálmate Moretti, solo vengo a advertirte una cosa.
Si quieres jugar, está bien, pero recuerda quien te enseñó a hacerlo. No creo que quieras iniciar una guerra, en la que te aseguro que perderás la vida. Recuerda que cuando le vendes el alma al diablo, tu vida pasa a importarte una mierda, y solo quieres sangre con la que saciar el pacto.

No le tenía miedo a la muerte, no le tenía miedo a morir bajo su nombre, y muchos menos temía el morir a la misma vez que la escoria de Romeo Moretti.

Recordar algo; muerte por muerte.
Traición por traición.
Y sangre por sangre.

La mafia no era como todos creían, porque bajo esos lujos se escondía tu propio camino hacia la guillotina. Tarde o temprano la muerte llamaba a tu puerta. Nadie es inmortal por mucho que negocies con el propio diablo, pero ni la inmortalidad es un problema para acabar con aquellos que te dañaron. Voy a dar la última estocada a mi venganza, y una vez vea arder el mundo, podré perder mi alma. Mientras tanto, el pacto sigue en pie y el diablo es mi aliado.

>¿Y ella?<

Ella...

>¿Serias capaz de verla arder?<

No

>¿Entonces?<

No seré capaz de verla arder, pero tampoco soy capaz de faltar a mi promesa. Le prometí a mi familia venganza, y no puedo faltar a mi palabra.

>¿Por mucho que la ames?<

Por mucho que la ame.
Hades perdió a Perséfone, y Perséfone nunca volvió con Hades. Tal y como cuanta la leyenda Hades siempre fue tras Perséfone, y ella siempre volvía a casa. Pero en mi mundo, ni el fue tras ella, ni ella volvió junto a él.

>Pues entonces solo me queda decirte una cosa... prepárate para perderla.<

¿Ese será mi castigo?

>No, tu castigo será verla y recordar que la perdiste por no querer luchar por ella.<

Pero se lo prometí a mi familia. Es la hija del asesino de mi padre..

>Si, pero ella no fue la culpable de aquello, por lo tanto no puedes condenar al amor a no ser amado por ello.<

Sinceramente, no estaba seguro de lo que quería, necesitaba o prometí algún día. Mi cabeza era como el mar cuando se agita a tal punto que puede llegar a ser letal para uno mismo. Si la dejaba entrar, me rendiría ante ella, y si la dejara marchar, perdería de todas formas también. Era un claro "querer y no poder"; la quería lejos, no sé si por su bien, o por el mío. Pero de la misma forma no podía verla con alguien más... tengo el corazón dividido en dos, pero la mente fija en un objetivo: terminar lo que un día prometí y empecé.
Y si algo era verdad, era que el corazón no puede ganarle en duelo a la razón... Por lo tanto, hiciera lo que hiciera, perdería la guerra.

¿Se podría considerar de cobardes?
Tal vez... pero no podría ver cómo arde en mi infierno tan solo porque yo sea un egoísta que no entiende que dejarla ir es mucho mejor que retenerla y verla morir.

>No merece que no la quieras, del mismo modo que tampoco la retengas contigo por siempre.<

¿Y dejarla ir?

Sea como sea, debo lograr sacarla de lo más profundo de mi alma; si quería verla a salvo debía ser así, sino moriría si un día me informaran de qué cerro sus preciosos ojos y dejo de respirar.

Ahora me daba cuenta, ella era la única capaz de matarme y revivirme a la vez; solo ella tenía el poder, solo ella podía gobernar el infierno del diablo y seguir ardiendo en él.

>La dañarás<

Lo haré de todas formas...

La sujeté por la cintura y mientras la acercaba a mí le susurré:

- Mía cara, no te asustes. No dejaré que te pase nada- Con ella sujeta de la cintura nos movimos hacia atrás, y cuando la situé detrás de un gran pilar se empezaron a oír millones de disparos por toda la sala. Su reacción me dejó helado, podría jurar que ni siquiera lo habría imaginado. Sus manos rodeando mi cintura y su cara escondida en el hueco de mi cuello, pero no fue eso lo que me dejó paralizado, sino, sus palabras...

- No me dejes sola, no me abandones tú también...- Mi corazón brinco de nuevo y a pesar de que en otro momento y en otra circunstancia lo habría odiado por ello, esta vez solo pude sonreír y detenerme a oler su olor a vainilla y coco, a sentir y disfrutar de su cercanía. A pesar de escuchar los disparos, los gritos y ver a la gente caer muerta por todos lados, solo éramos ella y yo, solo estaba ella junto a mí en ese momento.
Podíamos morir, pero con ella así yo ya había muerto hace un par de minutos aquí.

¿Que era lo que realmente había hecho para que la despreciaran así? Acaso un ser humano se merece sentirse abandonado por su propia familia?

- Nunca mía cara, jamás se me ocurriría dejarte atrás.- Y ese era el puto problema, el núcleo del huracán era ella, porque si el no dejarla atrás era meterme en el ojo de la tormenta por ella, estaba dispuesto a hacerlo. Aún sabiendo que puedo perder la vida en el intento...
Pero mejor morir sabiendo que lo intente, a vivir sin haberlo intentado.

Le extendí mi arma y con sus ojos fijos en los míos le grité para que me escuchara por encima de todo el barullo de disparos, gritos y golpes.

- ¿Confías en mí?

- ¿Debería?- La verdad... no. Pero me gustaría escuchar de su propia boca que si lo hacía.

Recuerda, nunca confíes ni en tu propia sombra, ella también traiciona.

- Si quieres salir con vida de aquí, si.- Después  de aquello con su mirada aún fija en la mía le grité una última cosa.- ¿LISTA?

- Como nunca lo había estado.- Sobraron palabras para levantarla ponerla detrás mía y que me cubriera la espalda mientras que yo defendía de frente.

No hay mejor dúo que aquel que está dispuesto a morir por la otra persona, pero sobre todo no hay mejor dúo que aquel que se mantiene firme en su posición con tal de salir ambos con vida.

Si muero uno, muere el otro.

Y si vive uno, permanece con vida el otro.

Simple, pero exactamente como debería ser el mundo.
Pero entonces cuando quise darme cuenta, Chiara se había esfumado de mi lado, y fue entonces cuando de verdad el alma se me había salido del cuerpo.

***

CHAN CHAN CHAN...
🖤¿Qué creéis que pase?🖤

¡Recuerda dejarme una estrellita y si te apetece seguirme te lo agradecería!

El infierno del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora