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- A veces, la magia se encuentra en plantar un jardín de esperanzas en el silencio para que los sueños despierten al alba...-

ATTE: Darkhness.

Que él fuera el único que se preocupara por mi seguridad me había hecho ver que no siempre es la familia la que es capaz de dar su vida por la tuya, que muchas veces quien menos te imaginas es quien cedería su cabeza por ti. Salvatore Ricci me había salvado aún siendo la hija de su mayor enemigo, y aunque después de este día todo vuelva a ser como antes, jamás olvidaría que había dejado a un lado su orgullo por salvarme la vida.

Ahora era cuando me daba cuenta de que a mi padre no le importaba lo que me pasara en lo más mínimo. Había protegido, puesto a salvo a mi hermana, mientras que a mí me dejaba a mi suerte contra hombres sin piedad y desprotegida sin arma. Tenía dentro de mí millones de sensaciones, todas sintiéndolas a la vez y una detrás de la otra.
Porque... sino fuera por Salvatore, yo, estaría muerta.

No me daban miedo las armas, los hombres en traje negro directos hacia a ti con el objetivo de matarte; me daba miedo a morir sin haber vivido antes todo lo que estaba dispuesta a vivir.

Pero cuando justo creía que lo tenía todo bajo control, lo había perdido de vista y cuando me quise dar la vuelta, sentí el frío agujero del cañón de la pistola en mi nuca.

- ¡Tira el arma zorra!- Joder!

- Cuida esa lengua Alacrán, o te juro que te la cortaré y haré que te la tragues.- Salvatore le había hablado sin levantar la voz, sereno con calma y sin temor en ella. Pero hasta aquí se podía sentir la fuerza de ella, la potencia con la que iba y los cuchillos que te lanzaba con cada palabra que pronunciaba.

- ¿Ahora tú eres el niñero de la bastarda de Moretti, Ricci? Vaya... quien iba a imaginarlo, el diablo embrujado por una puta- y entonces como con la velocidad de un pestañeo, el tal Alacrán estaba impactando contra la pared bajo la atenta mirada de Salvatore Ricci, el diablo.

La mirada de Salvatore se posó en la mía, y después de comprobar que estaba bien le colocó el arma entre ceja y ceja, para después decirle por última vez...

- ¿Sabes cuál ha sido el error que te ha hecho cavar tu tumba, Alacrán?
Llamar puta a la mujer del diablo.- Tanto el tal Alacrán como yo, lo miramos con cara de póquer, con cara de no procesar todavía lo que había dicho.

¿Yo? ¿Su mujer?

Y con aquel disparo que retumbó en la gran habitación, salí de mi trance y pose mi mirada en la suya.

- ¡No soy tu mujer!

- ¿Quién ha dicho que si?- Pero y a este, ¿qué coño le pasa?

- ¡TÚ!

- Ay Mía cara... nunca te fíes de lo que te diga el diablo, pues no se le conoce por decir verdades..

¿Solo lo había dicho para protegerme?
¿Qué sentido tenía que lo hiciera si iba a matarlo de todas formas?

>No te hagas ilusiones Chidra, ya lo has oído, era simplemente una pequeña mentira por su parte..-

Capullo.

>Tu también<

¿Yo?

>Si, porque te lo has creído<

Ajá, ya..

- No piensas devolvérmela, mía cara?...- ¿Devolverle? ¿El que?

Y entonces me di cuanta de su mirada posada en mi mano y supe a lo que se refería. Su pistola...

- ¿Quién me asegura a mí que si te la devuelvo estaré a salvo?

- Porque a ti nunca te haría daño.

¿Qué...?

Y fue entonces cuando me atrajo de un tirón hacia su cuerpo y sin previo aviso estampó sus labios contra los míos.

Lo estaba besando, y lo estaba haciendo con el cuerpo entero salpicado de sangre de otra persona, pero sin importar que me encontrara así, había sonreído y a continuación permitido que uniera sus labios junto a los míos de nuevo.
Salvatore Ricci no era un monstruo; simplemente protegía lo que realmente le importaba y al parecer yo estaba dentro de esa lista muy, pero que muy escasa.

Después de ese beso me había llevado hasta la fortaleza de los Moretti y bajo la atenta mirada de todos los guardias bajé del coche. No le importó estar en territorio enemigo con tal de que estuviera a salvo y eso solo hizo que confirmara mis sospechas.

Me había enamorado...

Aún recuerdo sus palabras antes de desaparecer bajo la oscuridad de la carretera;
"Ahora eres mía, y por ende, nadie toca lo que me pertenece"

Incluso con el labio partido, la ropa machada de sangre y el pelo revuelto, se veía precioso, tan sexi que entraban ganas de devorarlo para que todas vieran de quién era este hombre. Porque sí, Salvatore Ricci era mío.
Al entrar en casa todo estaba en silencio, como si nada ni nadie estuviera aquí. Así que avancé hasta parar enfrente de las altas y anchas escaleras, para después de soltar un suspiro subir por ellas...
Pero hubiera deseado con todas mis fuerzas no haberlo hecho, que en vez de subir me hubiera quedado en la planta de abajo, o simplemente en la sala de cine que había en ella. Pero aquello me había dejado descolocada, fuera de sí. No podía ser cierto: mi padre no había sido capaz de hacer algo así, ¿no?

Con lágrimas en los ojos y la esperanza resbalando junto a las frías gotas de agua que rodaron por mis mejillas, me alejé de allí. No quería escuchar más, no quería escuchar una palabra más de aquella boca.
Nunca se lo perdonaría, si eso es cierto; nunca sería capaz de volverlo a llamar "papá" porque un padre no abandona, y lo que le hizo a él, jamás se le será perdonado...

Aquel jardín de esperanzas dejó de crecer, y aquellos sueños reviviéndose al alba dejaron de hacerse realidad. No había esperanza para un mundo así, y no la habría para aquel que hace el mal en él.
No hay jardín sin ríos de esperanza, y no hay albas sin sueños los cuales hacer realidad.

Él no se merecía algo así, y la esperanza de saber que el mundo estaba cambiando para mí, se habían reducido a la nada. Estaba rota, como cuando rompes un jarrón y sabes lo valioso que es, o como cuando sientes la herida arder, pero sigues corriendo por el miedo.

Mi hermano no se merecía que lo abandonaran por muchos errores que cometiera, y el hecho de que me privaran de conocerlo, me dolía, porque según había oído, él sí me llegó a amar y cuidar queriéndome tal y como era. Pero claro, era demasiado pequeña como para saber que él sí estuvo ahí...

Mi hermano...
El ángel del que me hablaba mi abuelo, era el.

Secretos, que tarde o temprano iban a salir a la luz, porque esos tienen las raíces muy cortas y tarde o temprano acaban dejándose caer por la presión de la tormenta.

***

¡Nooooo!
🖤¿Qué os parece?🖤

Las mentiras tiene las patitas muy cortas y los sueños los minutos contados...

¡Recuerda dejarme una estrellita, porfis!

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2024 ⏰

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El infierno del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora