Vaya día

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Señorita Hermione.

Te amo mucho, que tengas un buen día. :)

Te ama, tu idiota.

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Al pasar de los días, Aliyah y Hermione estuvieron más juntas que de costumbre. Iban al Gran Comedor, a sus salas comunes, torre de Astronomía, y aprovechaban las clases que tenían en común.

En esa mañana, Aliyah se encontraba desayunando junto a Hermione. Aquella mañana los de Adivinación tendrían clases con Firenze.

— Supongo que ahora lamentaras haberte dado de baja de Adivinación, ¿verdad, Hermione? — comentó Parvati con una sonrisita de suficiencia.

¿Y ésta que se cree?

Antes de que pudiese articular cualquier otra palabra, Hermione la interrumpió antes de que soltará cualquier insulto. Vaya que la conocía bien.

— Pues no, la verdad — contestó la castaña con indiferencia mientras leía el profeta. —. Nunca me han gustado los caballos.

Y pasó la página del periódico.

— ¡No es un caballo, es un centauro! — exclamó Lavender, indignada.

— Un centauro precioso, por cierto. — añadió Parvati.

— ¿Eso podría considerarse zoofilia? — soltó la Slytherin, ganándose una mala mirada por parte de las dos Gryffindors y una leve risa de Hermione. —. Solo digo.

— Ya, pero sigue teniendo cuatro patas — comentó la castaña con desinterés después de algunos segundos. —. Además, ¿Ustedes dos no estaban tan disgustadas porque habían despedido a la profesora Trelawney?

— ¡Y lo estamos! Fuimos a verla a su despacho y le llévalos un ramo de narciso, y no eran esos que graznan de la profesora Sprout, sino unos muy bonitos. — aseguró Lavander.

— ¿Cómo está? — interrumpió Harry.

— No muy bien, pobrecita. Se puso a llorar y dijo que prefería marcharse para siempre del castillo a permanecer en el mismo techo que Dolores Umbrige, y no me extraña, porque la profesora Umbridge ha sido muy cruel con ella, ¿no les parece? — respondió Lavender.

— Tengo la sospecha de que la profesora Umbridge no ha hecho más que empezar a ser cruel. — dijo Hermione misteriosamente.

— Imposible. No puede volverse peor de lo que es. — soltó la Slytherin con aburrimiento.

— Ya verás, intentará vengarse de Dumbledore por haber nombrado a un nuevo profesor sin haberle consultado a ella. — sentenció la castaña cerrando el periódico. —. Y más aún tratándose de un semihumano. ¿Se fijaron en la cara que puso al ver a Firenze?

Después de esa conversación, siguieron comiendo con tranquilidad hasta la hora de clases.

— ¡Por Salazar! Ya es hora de clases... — soltó Aliyah suspirando cansada.

— Tengo clases de Aritmancia... — informó Hermione apoyando su cabeza en el hombro de la Slytherin.

— ¿Y si faltamos?

— No podemos. — la regañó la Gryffindor con diversión.

— Bueno, no podemos. — sonrió la Slytherin.

Después de aquella conversación, empezó el horario normal de clases. Por fin habían comenzado a practicar el Encantamiento Patronus en la sala de Menesteres.

Nuestra querida Aliyah, intentaba conjurar el Hechizo sin ningún resultado, frustrandose en el proceso, por lo que observó a su alrededor. Divisó a Harry con Cho charlar tranquilamente, así que se acercó a ambos.

Las cartas de ella. [Hermione Granger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora