Para nada peligroso

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Señorita Hermione.

¿Ya le he recordado cuánto me gusta? ¡Demasiado! Debería cobrarte cada vez que pasas por mi cabeza, como un tipo de renta, ¿no lo crees?

En fin, te deseo un buen Martes.

Te ama, A.K

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Habían pasado algunos días desde el partido de Quidditch, y sucedieron varias cosas desde entonces. Hagrid había aparecido el día Lunes en la mesa de profesores. No fue tan bien recibido con algunos estudiantes, pero algunos como Aliyah, los gemelos Weasley, y Lee, saludaron alegremente al gigante.

Volviendo al presente, Aliyah, junto a su grupo de serpientes, se dirigió a la entrada del bosque prohibido, en donde los esperaba Hagrid.

Al llegar, la pelinegra notó el bulto que llevaba el gigante sobre el hombro.

— ¡Hoy vamos a trabajar aquí! — anunció alegremente Hagrid, señalando con la cabeza los oscuros bosques que tenía detrás. —. ¡Estaremos un poco más resguardados! Además, ellos prefieren la oscuridad.

— ¿Quién prefiere la oscuridad? — preguntó el rubio al lado de Aliyah, que lo miraba con diversión. —. ¿Ustedes lo han oído?

El chico Malfoy se dirigió a Crabbe y Goyle con un toque de pánico en su voz.

— Deja de ser miedoso, no nos pasará nada.

El rubio la observó con incredulidad y se acercó para susurrarle.

— ¡Nos podrían matar, Aliyah! Este gigante no sabe lo que es el peligro. — se quejó Draco, tratando de que su susurro no lo haya escuchado el de lentes.

— No podrás conquistar al cuatro ojos, si sigues así.

Y dejó de escuchar las quejas del rubio, para prestarle atención al gigante.

— ¿Listos? — preguntó Hagrid festivamente. —. Muy bien, he preparado una excursión al bosque para los de quinto año. He pensado que sería interesante que observarán a esas criaturas en su hábitat natural. Verán, las criaturas que vamos a estudiar hoy son muy raras, creo que soy el único en Gran Bretaña que ha conseguido domesticarlas.

— ¿Seguro que están domesticadas? Porque no sería la primera vez que nos trae bestias salvajes a la clase. — articuló Draco con inseguridad.

Sus compañeros de casa murmuraron en señal de adhesión, y unos cuantos de Gryffindor también parecían estar de acuerdo con las palabras del rubio.

— Cállate. — soltó la Slytherin con nervios por la mirada de Hagrid en ellos.

Theo y Blaise soltaron una leve risa, y Pansy con Astoria simplemente miraron con desaprobación al Malfoy.

— Claro que están domesticadas. — contestó el gigante, frunciendo su ceño.

— Entonces, ¿qué le ha pasado en la cara? — inquirió el rubio, señalando los leves cortes que tenía el gigante.

— Por Merlín, mantén la boca cerrada, Draco. — lo regañó la pelinegra mientras lo fulminaba con la mirada.

No era tanto por la mirada del gigante, era más por la mirada que le estaba dirigiendo Hermione a unos pasos de ella y su grupo.

— Ahora, si ya acabaron de hacerme preguntas estúpidas, ¡síganme! — exclamó Hagrid, adentrándose al bosque.

Ningún estudiante estaba dispuesto a avanzar, así que Aliyah tomó a Draco de la túnica y lo arrastró junto a sus demás amigos.

Las cartas de ella. [Hermione Granger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora