KyungSoo
Primer mes de prueba
—Me estás vacilando. —Saqué el chaleco negro del paquete y dejé que me colgara de los dedos como una prenda de ropa sucia.
JongIn le dio un sorbo al café y no levantó la vista del periódico.
—No bromeo con la seguridad.
—Esto es un chaleco antibalas.
—Soy consciente. Lo he comprado yo.
Inhala. Exhala.
—Señor Kim, explícame por favor por qué necesito un chaleco antibalas. ¿Cuándo se supone que me lo tengo que poner? ¿En clase? ¿En mi próximo turno en el refugio?
—Es para protegerte de las balas. Y sí, claro, póntelo ahí si quieres.
Me tembló un músculo detrás del ojo. Había pasado un mes desde que hicimos el trato. Y vale. La había liado. Nunca debí haberme escapado con BaekHyun, pero estaba tan triste por sus problemas con ChanYeol que quería animarlo.
Obviamente, no había salido bien. Todo lo contrario.
El incidente del secuestro había arrojado un jarro de agua fría sobre mi concepción de la seguridad personal, y me había comprometido a tener un comportamiento más responsable. Odiaba admitir que JongIn tenía razón porque la mayor parte del tiempo era un capullo arrogante, pero todos los días se jugaba la vida por mí. Sin embargo, también parecía empeñado en hacerme renegar del trato con las sugerencias más intolerables.
Como un maldito chaleco antibalas.
—Lo he comprado por si acaso —dijo JongIn con suavidad—. Ahora que lo mencionas, deberíamos probarlo la próxima vez que estés en público.
«Quita el chip y yo haré lo que tú me digas, cuando tú lo digas, siempre y cuando tenga que ver con la seguridad. Te lo prometo».
Apreté los dientes. JongIn había quitado el chip, y yo no había roto mi promesa.
—Vale. —Se me encendió la bombilla y sonreí—. Pues me lo pongo ahora.
Por fin levantó la cabeza, con expresión suspicaz por la facilidad con la que había accedido.
—¿Adónde vamos?
—De compras.
Si había algo que JongIn odiara, era acompañarme de compras. Era la típica debilidad masculina, y tenía la intención de explotarla.
Su rostro se oscureció aún más y yo sonreí con ganas.
Esto va a ser divertido.
Una hora más tarde, llegamos al centro comercial de Hazelburg, una meca de cuatro plantas de tiendas con las que podía torturar a JongIn. Por suerte, era invierno, lo que significaba que podía ocultar la mayor parte del volumen del chaleco debajo de un jersey grueso y un abrigo.
Según JongIn, me había comprado una versión más ligera, pero el chaleco seguía siendo muy incómodo, pesado y daba mucho calor. Por poco me arrepiento de mi plan de venganza, pero la cara de JongIn hizo que todo valiera la pena... Hasta que se sobrevino la catástrofe.
Me estaba probando ropa en la duodécima tienda del día cuando me quedé atascado en un pantalón. Había cogido por error la talla que no era, y la tela implacable se me clavó y me dejó atrapado, apenas podía moverme.
—Mierda. —No solía decir palabrotas, pero la situación lo requería. Uno de mis miedos más irracionales de siempre era quedarme atascado dentro de un probador.