⚠️escenas sexuales⚠️
KyungSoo
Después de la noche en el cenador, JongIn y yo no disfrutamos de más tiempo a solas en todo el viaje. Pero cuando volvimos a Athenberg unos días más tarde, nos las arreglamos para vernos a escondidas, a pesar de mi apretada agenda.
En la casa de huéspedes a medianoche, cuando todo el mundo se había ido a dormir. En la despensa del tercer piso del ala del servicio a la hora de la comida. En mi azotea favorita, encima de la cocina. Ningún lugar estaba prohibido.
Era arriesgado, peligroso y se salía de cualquier norma para los dos, teniendo en cuenta lo prácticos que solíamos ser, pero no habríamos podido parar aunque hubiéramos querido. Habíamos esperado mucho tiempo y lo necesitábamos demasiado.
Era una locura que en algún momento tendría que terminar, y aunque nunca hablábamos del futuro, habíamos llegado a un acuerdo silencioso para disfrutar cada segundo que pudiéramos.
Pero por mucho que quisiera pasar todos los días y las noches con JongIn, tenía otras responsabilidades, y tres semanas después de mi regreso a Athenberg, me encontraba en el despacho de mi abuelo, esperando a que Erhall terminara de hablar para presentar varios asuntos que me interesaban.
—Déjeme adivinar. Tiene otro tema del pueblo que le gustaría abordar, alteza —añadió Erhall muy tenso, recordando que mi abuelo estaba delante.
Respondí con una sonrisa calmada.
—Sí. A eso nos dedicamos, ¿no? A ayudar al pueblo de Eldorra.
Erhall, Seung-woo, Seung-sik y yo estábamos sentados frente al escritorio de Seung-woo en la reunión semanal con el presidente. Era mi tercera reunión desde que había vuelto de la gira de buena voluntad, que había sido un éxito absoluto. Henrik había publicado un artículo muy elogioso sobre mí en el Eldorra Herald, y mi índice de aprobación se había disparado hasta casi rivalizar con el de mi abuelo.
Personalmente me daban bastante igual los índices, pero era una de las armas más peligrosas de mi arsenal, ya que yo no tenía ningún poder político real. También me encantaba el hecho de que Erhall estuviera casi veinte puntos por debajo de mí.
—Claro. —Erhall se aflojó la corbata, con pinta de haberse tragado un limón—. ¿De qué quiere hablar?
En la granja de Ida tomé la decisión impulsiva de crear un programa oficial de Cartas Ciudadanas mediante el cual los ciudadanos podían escribirme o enviarme un correo electrónico con sus preocupaciones, y yo siempre las valoraba. Las más importantes, las presentaba a Erhall en las reuniones semanales. Probablemente no haría nada con la mayoría de ellas, pero tenía que intentarlo.
—Es sobre las carreteras de Rykhauver... —Comencé la presentación, ignorando la sonrisa de Seung-sik. Odiaba que estuviera allí, pero seguía siendo «la sombra» de Erhall y, como era el segundo en la línea de sucesión al trono, nadie se oponía a que asistiera a las reuniones.
Me daba igual. Nunca sería rey mientras yo tuviera una sola objeción al respecto, y, como príncipe heredero, tenía bastantes objeciones.
—Me ocuparé del asunto —dijo Erhall. Otra manera de decir: «En cuanto salga de esta sala fingiré que esta conversación nunca ha ocurrido».
—Ahora bien, majestad, sobre la reforma fiscal...
Seung-woo me lanzó una mirada comprensiva. Se abstuvo de librar mis batallas por mí porque no quedaría bien que corriera a pedirle ayuda cada vez que Erhall se comportara como un imbécil, pero...