Capítulo O8.

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SeokJin miraba aturdido como Taehyung colocaba algodón con alcohol cerca de su nariz, intentando reanimarlo de su pequeño desmayo. Cerró sus ojitos nuevamente, y recordó lo que había pasado hace poco tiempo atrás. El desmayarse fue por muy poco, lo único bueno de ese encuentro, pues Jungkook y Jimin habían salido corriendo rápidamente ni bien hicieron contacto con Jin.

—Y-ya estoy bien, gracias, Tae. —sujetó suavemente la muñeca del pelinegro, y alejó la mano de su rostro. Quiso incorporarse del sofá, pero una punzada en su sien se lo prohibió.

—Sí, estás muy bien. —Taehyung se soltó con delicadeza del agarre de Jin, y lo ayudó a acostarse, agradeciendo cuando SeokJin no se negó. —Descansa un poco más, por favor. Aún estás muy débil, y afuera hace frío.

Se encontraban en la oficina de Sweet night. Después de que SeokJin tuviera un pequeño desmayo, TaeHyung había pensado que lo mejor sería llevarlo a descansar a un lugar más cálido. Y qué mejor que la oficina que tenía aquel lujoso bar, que además, contaba con un pequeño departamento con una habitación, una cocina, y una pequeña sala. Ahora se encontraban en la sala de estar.

—Ellos…

–Deja de pensar en ellos un momento, ¿de acuerdo? —acarició una de las mejillas de Jin. —Tu rostro está frío, espera un poco.

El pelinegro se levantó para dirigirse a la habitación y traer una manta para cubrir a SeokJin.

–Está haciendo mucho frío afuera, así que cúbrete.

–Gracias, Tae. —Jin cogió uno de los bordes de la manta, y le permitió a Taehyung que la estirara para cubrir su cuerpo. –Lamento que estés pasando por todo esto…

–Oye, no es culpa tuya, ¿bien? Además, aquí está mejor que allá afuera llena de gente sudorosa.

–Nos estábamos divirtiendo…

–Lo disfrutaba porque tú estabas allí-

Las palabras de TaeHyung quedaron en el aire después de terminar su frase. Miró a SeokJin apenado, y quiso retractarse, pero ver ese bonito rostro sonrojado, intentando ser ocultado por la manta provocó algo en su interior. Una rápida corriente de electricidad lo recorrió, hasta llegar a su corazón, el cuál empezó a martillar rápidamente.

Los dos se miraron por largos segundos, avergonzados y sin saber que más decir. Pero ambos sentían que las palabras sobraban en ese momento. Es una situación sin nombre como esta, a veces era mejor no decir nada, y dejar que el corazón tomara sus propias decisiones.

Ahora mismo, nada podía arruinar ese bello momento, así que se mantuvieron en silencio hasta que las pestañas de Jin empezaron a llamarse, y el castaño quedó profundamente dormido aún con el rostro rojo. TaeHyung se permitió observar un poco más, divisando la curva de esa pequeña nariz de botón que le hacía sombra a su mejilla. Suspiró rendido ante la belleza sobrenatural que poseía aquel lindo chico al dormir. Se veía demasiado tierno, y solo provocaba en él un instinto sobreprotector.

Lo apreció unos minutos más, hasta que sus ojos empezaron a pestañear. Así que sin fuerzas para más, finalmente decidió darle la bienvenida al sueño, y sin dar cuenta, se había deslizado hasta tener la cabeza sobre el abdomen de Jin.


Nada había vuelto a ser lo mismo desde que se topó con su hermano, y el mejor amigo de éste en aquel bar. Las cosas nunca habían estado tranquilas entre ellos, de todos modos, pero ahora le resultaba mucho más incómodo trabajar con su hermano cerca. Podía sentir la tensión entre ambos, y él odiaba esa sensación. JungKook siempre había provocado en él un sentimiento de inferioridad.

Soltó un bostezo después de terminar de revisar algunos documentos que le habían sido dejados, y miró la hora en su reloj. Pronto tendría aquella importante reunión con los Kim. Su padre se había encargado que la última visita que les dieron, se quedara en que ambas grandes empresas colaborarán. Así que posiblemente, en una media hora, estaría en una sala de juntas demasiado aburrida e incómoda.

A pesar de también ser heredero de su padre, este lo pasaba a segundo plano. Así que seguía sin entender porqué se afanaba tanto en obligarlo a asistir a lugares en dónde era olímpicamente ignorado.

Nuevamente revisó su reloj, y se levantó para dirigirse a uno de los servicios higiénicos para arreglarse y verse presentable. Saludó a algunos de los empleados, y estos se lo devolvieron. Eso era lo que le agradaba de trabajar. Había muchas personas que le demostraban afecto y cariño, más que en su casa. Así que disfrutaba mucho cuando pasaba saludando a todos.

Al llegar, se encargó de que todo estuviera en perfecto estado. Él era hermoso por naturaleza. Genética Kim. Así que solo rocío un poco del perfume que traía en una pequeña botella, se alisó las camisa y la corbata, y estuvo contento con el resultado. Guapo como siempre.

Solo que con unas terribles ojeras.

Había pasado una semana desde su ruptura con YoonGi, y aunque había intentado seguir adelante, por el bien de los dos, hubo noches en los que se permitió quebrarse, y amanecerse llorando. Nadie tenía derecho a juzgarlo por ello. Había querido tanto a su pequeño YoonGi, que pensar en una vida sin él le era dolorosa y tortuosa.

No podía ocultar este evidente odio que sentía hacia el señor Min, aún más, hacia su homofobia. Cómo era posible que los juzgara sólo por amarse. Aunque claro, él posiblemente no estuviera pensando en ello, sino más bien en unir a su hijo con Jeon SoYeon, heredera de Cosméticos Jeon. 

Su voz se rompió, y soltó un sollozo bajito. Ahora no era el momento de recordar aquello, se dijo.

Así que dejó de aferrarse al borde del tocador, y se palmeó el rostro.

Tú puedes, eres Kim SeokJin.

Salió del baño, y se dirigió a su escritorio para alistar el documento que sería presentado en la junta, para de esa manera, formar una alianza. Cuando terminó, solo esperó que lo llamaran.

–Jin-ssi oppa, ya es momento. –le llamó una de las secretarias, NaYeon, una linda y agradable mujer que siempre era amable con todos.

—De acuerdo, sumbae, ya voy.

Cogió la carpeta y el USB de su escritorio, y siguió a la más baja hasta la entrada, en dónde se encontraban su padre y su hermano mellizo. Se acomodo a un costado suyo, y esperó tranquilamente a qué llegara la familia Kim. El patriarca de aquella familia había prometido que traería a su hijo esta vez, para que de esa manera, pudieran entrar en mayor confianza, y así hacer un mejor trabajo al unir sus empresas en colaboración.

—¿Preparaste el uniforme, SeokJin?

—Sí, padre. También hice las estadísticas de ganancias de este mes para presentarle personalmente al heredero Kim.

—Bien. Espero que al final del día, me traigas buenas noticias.

SeokJin trajo saliva, y miró la carpeta entre sus brazos. Rezaba para que aquel joven Kim fuera amable y paciente con él.

—El secretario Choi me acaba de informar que ya están entrando, Director Kim. —avisó uno de los guardaespaldas de la familia, apagando el intercomunicador de su oreja.

El castaño se paró recto, y esperó nervioso, observando por todas partes en un acto de buscar tranquilidad. Sentía su abdomen bajo, cosquillear.

Pero las emociones que sintió al ver al heredero Kim junto a su padre jamás serían relatadas correctamente. Su corazón se agitó. Su abdomen le ardió. Sus mejillas, no, toda su cabeza entera se había puesto colorada, y sus rodillas temblaron.

Frente a él, se encontraba el chico que había sido su consuelo durante todo ese tiempo. El único que le había brindado un abrazo sincero cuando más lo necesitaba.

Sí. Kim TaeHyung estaba delante suyo, vistiendo un lujoso traje de marca, y siendo acompañado del señor Kim.

Oh, rayos…

﹫ ꒰ TaeJin ⨟ Mi Destino es Amarte ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora