Capítulo O2.

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Su cuerpo siguió temblando mientras caminaba por el asfalto de la vereda.

Ni siquiera el abrazarse a sí mismo ayudaba. Su camisa estaba totalmente empapada, y no había ido a recoger su abrigo al salir de ahí.

Maldijo mil veces más, y siguió avanzando en busca de algo que le indique en donde se encontraba. Y como si el mundo estuviese en contra suya, no había nadie en las calles, ¿quién estaría paseando por ahí cuando una lluvia estaba callendo? Solo un tonto como él lo haría.

Sus pensamientos ahora mismo bloqueaban su lado racional. Y aunque quisiera regresar a la casa de los Lee y enfrentarse a la situación en la cual YoonGi decía ser la pareja de aquella chica, su subconsciente se negaba a aceptarlo, y solo se alejaba y huía.

Ahora mismo, los cálidos brazos de YoonGi se hacían lejanos, intocables, fuera de su alcance.

Tan solo con recordar cómo tenía un brazo al rededor de la cintura de aquella chica... quería gritar... gritar y llorar.

Sus pasos aumentaron la velocidad y pronto se halló corriendo. No le importaba si cada vez se alejaba más, pues lo único que deseaba ahora era alejarse de todo... de todo en lo que creyó alguna vez.

El pelinegro fue por mucho tiempo, su única familia, ya que la suya nunca lo habían tomado en cuenta. No como YoonGi, él siempre lo procuraba, siempre estuvo con él, y se lo agradecía inmensamente, tanto, que le entregó su corazón como una forma de pago. Pero YoonGi no estuvo obligado a hacerlo, y sin embargo lo hizo.

Continuó caminando por no sabe cuánto tiempo, con lágrimas rebosando por sus mejillas y siendo la oscuridad de la noche su única compañía.

Pasaron unos minutos más hasta que escuchó el sonido de un claxon, prefirió ignorarlo y siguió avanzando. Pero el sonido nuevamente inundó el lugar e intrigado giró la cabeza para observar de qué se trataba.

Un auto negro estaba detrás de él, siendo la lluvia y las lunas polarizadas las culpables de no poder ver el rostro de la persona que se encontraba conduciendo. Nuevamente el claxon se oyó y la ventana del copiloto se deslizó hacia abajo.

–Hey. – lo llamó una voz, pero lo ignoró sintiendo su respiración parar y el sudor o gotas de lluvia recorrer su rostro. –Oye.

Se negó nuevamente a contestar y aumentó la velocidad de su andar.

–Hey, hey.

– ¿Acaso quieres robarme? No tengo dinero. –dijo con la voz temblorosa, la lluvia estaba calando tan dentro suyo que incluso hablar empezaba a afectarlo.

–¿Robarte? –el desconocido preguntó confundido, aumentando también la velocidad para colocarse a la par del castaño. –Si es un orgasmo, podría hacerlo.

Jin abrió los ojos ante las palabras del desconocido, ahuyentado por eso, empezó a correr con las últimas fuerzas que le quedaban. No duró mucho ciertamente, cuando sintió que ya no le quedaba más energía unos brazos lo rodearon, impidiéndole que cayera al suelo.

Lo último que sintió antes de quedarse dormido fue el cálido sentimiento que se instaló en él al, finalmente, recibir el abrazo que todo ese tiempo había esperado.




[...]






Un olor suave y agradable se instaló en sus fosas nasales cuando se acurrucó contra la blanda manta que lo cubría, o imaginaba que era una.

Sus párpados se resistían a abrirse, queriendo quedarse así por unos momentos más. En ese cálido lugar con un olor fascinante. Los problemas que habían al despertar podían esperar un poco más, ahora solo quería seguir durmiendo.

﹫ ꒰ TaeJin ⨟ Mi Destino es Amarte ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora