33. Páginas del diario de Rebeka.

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Creo que tengo un problema.

Uno más entre tantos. Bueno, en realidad no creo que tenga tantos problemas, no realmente. A estas alturas siento que simplemente decidí estar triste en algún momento de mi vida y nunca dejé de estarlo, excepto por efímeros momentos.

Volviendo a mi nuevo problema. Hay personas que son adictas al café. Toman uno o dos vasos en la mañana. Quizá al mediodía. Otro vaso en la tarde. Puede que incluso para acompañar la cena. Pero está bien, porque además del hecho de que puede ocasionar que tengas cálculos renales, no te hace daño. Bueno, alguno que otro daño. Pero no he visto a nadie morir por adicción al café. En todo caso, te despierta. En todo caso, te da sueño. El café ciertamente no te hace actuar como idiota.

Entonces, el otro día estaba tomando un vaso de algún licor mientras cuidaba a mi hermana— creo que no había escrito jamás sobre eso aquí, pero mi mamá tuvo otra hija hace unos años, es extraño tener una hermana de tres años cuando tú ya tienes veintidós. El punto es, que decidí parar cuando empecé a sentir esa sensación de felicidad que te da cualquier tipo de licor luego de unos tragos. Y no pensé nada directamente. La gran epifanía llegó cuando, después de un rato, el efecto pasó. Y entonces algo se me revolvió en el estómago, porque me di cuenta de que es más el tiempo que paso bajo este efecto de felicidad momentánea que el tiempo que paso siendo normalmente feliz, o simplemente el tiempo que paso neutralmente.

Y empecé a mirar atrás. Estudiando, tengo un vaso o una botella de algo en la mano. Haciendo la cena. Cenando. Simplemente a mitad del día. Antes de un baño. Después de un baño. Justo ahora. No sé en qué momento empezó a haber siempre una botella de algo en mi casa, un pack de cervezas en la nevera. Y aunque estoy tratando de convencerme de que es algo que me debe preocupar, me parece algo medianamente normal.

No es como que me emborracho todos los días, eso solo pasa cuando estoy con otras personas o en una fiesta o en cualquier otra ocasión de ese tipo. No tiene mucho sentido emborracharse solo ¿verdad? Además, me estreso mucho. Estoy sola la mayoría del tiempo. Es normal.

Aunque, por más normal que sea, Peter no se puede enterar de esto por ninguna razón. Probablemente me regañaría. Aunque ya no hablamos tanto como antes, así que en realidad no debería importarle mucho apuesto a que ya no le importan muchas cosas sobre mi vida a este punto, pero él siempre ocupa un espacio dentro de mi cabeza.

Algo muy ridículo me pasó el otro día. Estaba "coqueteando" con un chico de otra clase. Era algo muy tonto, pero se sentía emocionante después de tanto tiempo de... nada. No le estaba haciendo daño a nadie, y no tenía intenciones de verlo después de esa conversación, solo pensé en que era refrescante.

Claro, hasta que lo llamé Peter cuando claramente sabía que su nombre es Steven. En fin, le dije que así se llama mi hermano (inexistente) y que me confundí, aunque ahora que miro en retrospectiva, eso lo hace más extraño. No importa, porque luego me excusé y me largué de ahí.

Creo que Peter se construyó una casa indestructible dentro de mi mente. 

De vuelta a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora