Escribir era, probablemente, una de las únicas cosas que todavía me quedaba. Porque todo lo había ido perdiendo de a poco, pero sentí como que muy pronto me quedé sin nada. Un bolígrafo y un cuaderno era todo en lo que podía confiar esos días. Quizá porque nunca fue algo en lo que quisiera destacar, quizá porque era un desahogo y no algo que lograr.
A cualquier lugar que fuera tenía que llevar mi libreta, quién sabe si de repente recordaba un viejo sentimiento y quería escribir sobre ello. No podía permitirme olvidar una línea que podría cambiar vidas, a pesar de que nadie la vería.
Sobre todo era una suerte tener en donde escribir, cuando después de meses de ahogarme dentro de mí volvía a ver aquellos ojos marrones tan, pero tan de cerca, que se me olvidaba que no me veían a mí, y que la culpa no la tenía nadie más que yo.
En una esquina de un café, el mismo de siempre, me encontraba escribiendo cualquier delirio que se me pasara por la cabeza hasta que, unas manos que conocía lo suficiente como para no asustarme, cubrieron mis ojos desde atrás.
— ¿Por qué no me saludas como una persona normal? —farfullé, quitándome sus mano de encima y girando en mi silla para verlo. Parecía que cada vez se veía más diferente, más alejado de ser la persona que conocí.
—Tenía que hacer algo para sacarte de esos pensamientos dorados tuyos.
— ¿Te parece que ese es el color de mis pensamientos? —pregunté, y puede que mi corazón se haya saltado un latido.
—Estoy seguro —dijo, dejándome un beso en la mejilla que me ardió como una quemadura de agua hirviendo.
Pero se equivocaba.
Mis pensamientos habían sido del color de sus ojos durante mucho tiempo, hasta que se volvieron azules como los míos, llenos de tristeza quizá. Todo el dorado y el marrón claro que los mantenían coloridos me dejaron.
Como todo. Como todos.
nota de autora: olvidé decir que la historia tendrá idas y vueltas temporales que no voy a mencionar directamente pero que estarán implícitas entre los párrafos.
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De vuelta a ti.
אקראיSiempre te tendré en la piel y sabes que lo digo en el sentido literal. Llamé estupidez a algo que creí temporal, pero fui tonta al olvidar que la tinta se queda en la piel hasta el final. Hasta que uno deja de respirar, hasta que ya no se puede seg...