Creo que hay pocos sentimientos más genuinos que experimentar el amor por primera vez. El amor joven, el amor inocente. El que no puede conocer nada más que lo que ve, y vive y se aferra y revuelve todo alrededor y... generalmente no perdura.
No en todos los casos, claro. Pero viendo en retrospectiva, quizá me hubiera gustado que fuese mi caso.
Hay una sensación que es como sentir el corazón pesado, pero de alegría, y tan desbocado que si no fuera por la emoción, cualquiera tendría miedo de sufrir un infarto. Esa sensación me hizo olvidar que incluso el amor joven crece, madura, envejece, y deja de ser el mismo. El amor joven no es eternamente joven. Fue algo que no contemplé, porque la mano de Peter jugando con la mía por debajo de la mesa mientras hablábamos con nuestros amigos se sentía como explorar un mundo desconocido y lleno de maravillas. Se sentía como leer un libro para niños sin ser ya un niño.
Y no tenía ningún sentido actuar como si fuera algo prohibido, porque todos sabían que había algo y no es como que a alguien pudiera molestarle, pero era mucho más divertido mantenerlo para nosotros. O eso pensaba yo, que nunca me ha gustado contarle las cosas a nadie más que a mi libreta.
—Yo solo digo que una cita doble estaría genial —dijo Derek, uno de los mejores amigos de Peter, tratando de convencer a mi amiga Daisy de salir con él. Él acomodó su brazo en el respaldar de la silla de ella y mi amiga hizo un falso gesto de estar a punto de vomitar. Me reí, pero se trataba más de la felicidad que me ocasionaba la persona que sostenía mi mano bajo la mesa que de cualquier otra cosa.
— ¿Y una cita doble con quiénes? Porque no veo ninguna pareja por aquí cerca —dije juguetonamente y Peter le dio un pellizco a mi mano que me hizo retorcerme y suprimir una risa.
—Ya dejen de actuar como si no estuvieran perdiendo la cabeza el uno por el otro, me van a sacar de quicio —amenazó Daisy—. Acepten que son novios.
Pero no lo éramos.
Peter y yo compartimos una mirada cómplice y nos reímos como si se tratara de alguna especie de chiste interno, pero solo éramos dos estúpidos. Dos estúpidos que no eran novios porque yo quería tomar las cosas con calma.
—Es que no somos novios —insistió Peter. Quién diría que en algún momento de nuestras vidas, de tanto repetir aquella oración, se empezaría a sentir como pasar dagas a través de la garganta.
—Somos mejores amigos —continué yo.
—Pfff, eso es como decir que Daisy en el fondo en realidad no se muere por salir conmigo —Derek miró a la rubia por el rabillo del ojo.
—Pues entonces sería verdad —sentenció ella y el pelinegro suspiró y se desinfló en su silla.
Nos encontrábamos en una pequeña fiesta a la que una amiga de Daisy nos invitó. En algún momento Derek logró convencer a mi amiga de bailar con él –a pesar de que ella juró que sería solo una canción, bailaron muchas más- y yo me quedé a solas con mi amigo. Tan a solas como se puede estar estando rodeados de personas.
Peter miró a los lados, como cerciorándose de que nadie nos estuviera viendo, lo que me pareció tan tonto como tierno, y luego se inclinó y me robó un beso. Se separó tan rápido como se acercó y yo quería un beso mejor que ese, pero todavía no me acostumbraba a besarlo en público.
— ¿Sabes que eres tonto, verdad?
— ¿Sabes que, si me miras con esa sonrisa y esos ojos, no puedes ofenderme, verdad?
Negué con la cabeza y miré a otra parte, pero la sonrisa no se me borraba del rostro.
—Hace unos años jamás me imaginé que me gustarías —confesé en voz baja, todavía sin mirarlo. Mi vista estaba fijada en el servilletero sobre la mesa y luego en el vaso lleno de cóctel de Peter. Casi ni lo había probado en todo el rato.
—Mhmm, yo siempre supe que me terminarías gustando, tarde o temprano —Vi de reojo como se encogió de hombros—. Pensé que sería un problema, porque cada vez que me muestras uno de esos actores que te gustan... estoy muy, pero muy por debajo de eso.
No pude evitar reírme un poco y eso lo hizo sonreír. No sé de qué hablaba, si era uno de los muchachos más guapo del pueblo. Más que Derek incluso. Y lo decía con toda la objetividad del mundo, cualquiera que tuviera dos ojos funcionales estaría de acuerdo conmigo.
—Si te refieres a por debajo en cuanto a la inteligencia, pues sí tienes razón —lo molesté un poco y su forma de molestarme de vuelta fue robarme otro beso, pero esta vez no pude evitar hacer que durara un poco más. Cuando se separó, permaneció más cerca que antes.
— ¿Sabes? —Empezó a decir, y por la sonrisa que le curvaba los labios supe que nada moralmente bueno iba a salir de su boca—. Hay una parte del jardín que está prácticamente oculta y sola...
No tuvo que decir mucho más.
n/a: ayuda, puede que nunca vuelva a escribir un libro en orden cronológico
creo que una de las cosas que más me está gustando de este libro es que puedo ir y venir como se me antoje y eso no complicará la trama por los cambios temporales, aunque no sé si se entienda bien desde otra cabeza que no sea la mía 😔
igual los personajes son muy contradictorios y también me gusta mucho eso djhdfksdj en conclusión me gusta porque es un desastre
chao.
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De vuelta a ti.
De TodoSiempre te tendré en la piel y sabes que lo digo en el sentido literal. Llamé estupidez a algo que creí temporal, pero fui tonta al olvidar que la tinta se queda en la piel hasta el final. Hasta que uno deja de respirar, hasta que ya no se puede seg...