Capítulo 5

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Hugo

—Emma...—Jadeo en sus labios con excitación. Ella está siendo empotrada en el escritorio. Muerdo sus labios y bajo besos por su cuello. Acaricio todo su cuerpo, deseando tenerla para mi solo. Ni siquiera nos hemos desecho aún de toda la ropa, y ya andamos cachondos perdidos.

—Hugo...—Suelta uno de esos gemidos que hace que a cualquiera se me ponga dura como una roca.—Hugo, fóllame...

Sin duda, eso ansío. Le quito la camisa y comienzo a besar y morder con desesperación sus tetas. Viene a diario sin sujetador hasta mi oficina para provocarme, y yo lo agradezco.

Dejo chupetones mientras ella no para de gemir. Vuelvo a sus labios para ahogar sus gemidos y tratar de follar todo el tiempo posible sin ser descubiertos. La obligo a agacharse y le follo la boca con desesperación. Sé que ella necesita saborearme, y yo necesito que me la chupe para lubricar, aunque sé perfectamente lo mucho que la mojo con tan solo unos besos.

Se la meto muy duro sin compasión. Ambos jadeamos al unísono mientras  nos miramos directamente a los ojos. Lo más rico del sexo que solemos tener nosotros dos, es que nos miramos mutuamente para sentir conexión. Entre nosotros nos complementamos muy bien sexualmente.

Me la follo en varias posiciones, sin importar las veces que ella se corre. Quiero que ambos disfrutemos, pero me encanta ver la cara que pone cuando se corre, si eso fuera sexo, lo tendría toda la vida. Me corro dentro de ella como de costumbre. Me quedo dentro de ella y me siento en la silla, con ella sobre mi. Acaricio su espalda con suavidad, sintiendo como los fluidos de ambos salen de su coño.

—Hugo...—Gime en mis labios y sonrío con satisfacción. Nos quedamos unos minutos así y luego nos vestimos. Estamos besándonos cuando escucho la puerta. Veo que entra Izan.

Varias horas después, está llevando a Emma a casa.

—¿Quieres quedarte?—Me pregunta durante el trayecto.

—Sabes que si, pero no quiero que nos pillen.

—No habrá nadie en casa, lo prometo.—Me toca el miembro. No puedo evitarlo, acerco la mano a su coño y cuelo los dedos en su ropa interior.

—¿Quieres que follemos aquí, pequeña morbosa?—A ambos nos encanta el peligro, sentir que en cualquier momentos van a pillarnos.

Hemos follado en probadores de ropa, en el baño de un supermercado. En medio de una discoteca, en el cine. Lo hemos hecho en casa de amigos, en camas ajenas, en un callejón por la noche...nos encanta hacerlo en cualquier momento y lugar, pero sabemos que, ai fuera con otras personas, lo haríamos con más privacidad.

—Hugo...fóllame...—No me lo repite dos veces. Aparco el coche y echo el sillón un poco hacia detrás. La coloco sobre mi y dejo que me monte. Le arranco la camisa para besar sus tetas, muy caliente. Follamos como animales hasta que nos corremos. Arranco para ir a su casa, para seguir haciéndolo simultáneamente.

Laila

—¿Qué tal el primer día?

—Fue bueno. Critiqué a mi jefe con su hijo.—Murmuro. Diego ríe divertido.

—¿No sabías que Hugo era hijo de tu jefe?

—A parte de que no, no hablo de él, hablo de Izan.—Admito.—A Hugo me lo vi follando con una.

—Joder.—Riendo.—Sería Emma, Les encanta hacerlo por ahí.

—Qué asco.—Admito y voy a darme una ducha. Preparamos la cena entre los dos y me voy a acostar. Hago una llamada con Lucas para tranquilizarlo, y le cuento mi día, omitiendo las partes vergonzosas.

—El imbecil de tu ex ha estado por casa.—Admite serio.

—Lucas...¿le golpeaste?

—Claro que sí. Le reventé la nariz.—Murmura, algo cínico.—Vino con la amiguita del año.

—Esa zorra hija de...—Me interrumpe.

—Mamá le dio un cachetón.—Admite, divertido. Comienzo a reir divertida y le pido que me ponga en situación. Tras un rato, colgamos la llamada.

Me pongo a leer con tranquilidad, hasta que tocan la puerta.

—Hola mocosa.—Entra y se sienta a mi lado.—Vengo a desearte las buenas noches, y a darte las gracias por haber venido. Te echaba de menos.

—Quién diría que mi primo es todo un bebé tierno.—Bromeo, pero realmente agradezco lo que dice y hace por mi. Beso con amor su mejilla y me quedo charlando con él un rato.  Le cuento vagamente la razón por la que me fui de mi ciudad, pero decido que el resto se lo contaría en otro momento.

Anécdotas de un amor contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora