Capítulo 11

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Laila

Llego a la oficina y abro. El señor Garatea está ahí, esperándome.

—Gracias por llegar más temprano.—Murmura.—Te dejé en el ordenador una serie de documentos que necesito que analices, creo que nos intentan estafar.

Comienzo a centrarme en el trabajo y comienzo a corregir todo. Mando varios correos al ordenador del señor Garata para que vea el informe con los fallos, es un hombre de pocas palabras, por lo menos con sus empleados.

—Papá.—Dicen abriendo la puerta. Sonrío al ver a Izan.—Solicito llevarme a García.

—Está bien, está bien por hoy. Al ser viernes, les dejo más libertad, pero no puedes venir a diario a solicitar a la única empleada de mi despacho que hace bien las cosas.—Sonrío amable y asiento.

—El lunes me esforzaré más. Lo prometo.

Salgo de ahí con Izan y voy a su oficina. Sonrío suave.

—Tu padre es un hombre maravilloso, pero dios...trabajando no lo es tanto.

—Tranquila, lo sé bien—Sonríe.—Te comprendo.—Dice, besando mi mejilla.—Quería proponerte algo.

—Soy toda oídos.—Sonrío.

—¿Qué opinas de salir de fiesta esta noche? Iríamos con Diego, Hugo y Emma. Llevas bastante tiempo aquí, mereces ir de fiesta para despejarte del trabajo, ¿qué opinas?

—¿Qué opino?—Sonrío—Qué tienes razón, hace mucho que no salgo, me lo merezo.—Digo divertida. Él me mira con una sonrisa.

—Pues te llevo a casa, hablas con Diego, y descansas para esta noche, ¿te parece?

—Claro que sí. Gracias Iz.—Sonrío y lo abrazo. El abrazo dura mucho más de lo que tenía pensado. Me siento muy cómoda en sus brazos. Me separo luego de un largo rato.

—Vamos.—Susurra Izan, mirándome a los ojos directamente. Sonríe con suavidad y besa mi mejilla.

Vamos al coche y me lleva a casa. Beso su mejilla al llegar y me bajo. Entro a casa

—¡Dieguito, estoy en casa!

—Qué rápida.—Me asusta, estaba más cerca de lo que imaginaba.—¿Por qué vienes a esta hora?

—Un primo mío, muuuy guapo, y muuuy amable, me va a llevar de compras para comprarme un vestido para la fiesta de esta noche....

—¿Me vas a hacer ir ahora?—Sonríe divertido. Suspira y asiente.—Ugh, está bien, pero me debes una cena, o un desayuno gourmet.

—Todos los desayunos que te hago son gourmet, Dieguito.—Digo riéndome.

—Pues aún más.—Ríe él.—Vamos, anda....Antes de que me arrepienta...—Salto a abrazarlo y beso su mejilla sonoramente.

—¡Te amoooo!—Chillo.

—Basta, calla y vamos.—Sonríe y toma las llaves. Nos subimos al coche.

Llegamos a la tienda de ropa y me mira.

—Elige lo que quieras, yo invito.

—Tengo la tarjeta...

—¿Me escuchaste o debo repetirlo?—Me mira. Sonrío y asiento.

—Gracias Di.

Comienzo a mirar vestidos. Acabo probándome uno y decido que me lo llevo. Es un vestido completamente negro, es ajustado en la cintura y se suelta a partir de ahí. Es abierto desde un poco más arriba de mitad del muslo derecho. No tiene escote, pero deja los hombros al descubierto. Es un vestido muy bonito. No le enseño a Diego como me queda, prefiero que lo vea mañana. Elijo también unos tacones negros.

Anécdotas de un amor contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora