Capitulo 1.

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Apóyame para seguir con esta historia :D

—Y bien... ¿alguien quiere decirme por qué Luna no ha llegado? —oí preguntar a Mary, con un tono de preocupación en su voz. Hubo silencio por unos instantes, y en ese lapso de tiempo, todos intercambiamos miradas inquisitivas, como si esperáramos que alguien más tuviera la respuesta. Finalmente, Jean, quien había estado mirando su teléfono con el ceño fruncido, levantó la vista y respondió.

No hacía mucho, mis amigos más íntimos habían llegado a mi casa para terminar de organizar los planes que teníamos en mente desde la noche anterior. Había sido una velada llena de risas, música y, para algunos, demasiados tragos. —Aunque yo, la verdad, poco recordaba... de todas maneras, no me importaba—, pensé mientras una sonrisa juguetona se asomaba en mi rostro.

—Creo que iba a visitar a su madre en el hospital. Todavía está bastante grave —comentó Jean con una voz grave, casi susurrante, como si el tema mismo fuera demasiado delicado para ser hablado en voz alta. Tomó asiento en uno de los sofás con un suspiro de resignación—. Aun así, me dijo que le avisáramos a qué hora acordábamos.

El ambiente en la sala se volvió un poco más tenso. Todos sabíamos lo mucho que Luna estaba pasando con la enfermedad de su madre, y el dolor en sus ojos cada vez que mencionaba su nombre nos decía más de lo que las palabras podrían jamás expresar.

—Yo no recuerdo mucho de lo que pasó anoche —intervine, tratando de aligerar un poco el ambiente. Tomé asiento también y observé a todos. Aunque bueno, no éramos muchos. Con Luna éramos cinco nada más—. ¿Alguna alma bondadosa que me quiera refrescar la memoria?

Mary, siempre con un comentario sarcástico en la punta de la lengua, no pudo evitar lanzarse a la oportunidad.

—¿Antes o después de que comenzaras con el perreo intenso? —preguntó con una traviesa risilla que hizo que todos soltaran una carcajada, aliviando un poco la tensión.

—Creo que mejor lo dejamos en mi amnesia —respondí con una sonrisa, sintiendo el calor subir a mis mejillas.

—Créeme, Louis... hasta tenemos un video ya que verte bailar de esa manera es una en un millón —respondió Jean, levantando su teléfono como si estuviera a punto de mostrarnos la evidencia. Todos soltaron a reír de nuevo, y aunque me sentí apenado en ese momento, no hice más que seguirles la corriente. De eso se trataba, ¿no?

Mary pareció notar que me sentía un poco incómodo, así que no tardó en intervenir.

—Todos hicimos cosas muy locas, ¿o es que acaso no te acuerdas que cogiste a un hombre de cabello largo creyendo que era mujer y le preguntaste cuánto cobraba?

Los demás nos echamos a reír apenas escuchamos eso y Jean también. Ese tipo de cosas no le importaban tanto a él.

—Te juro por Dios que ante mis ojos era una bella mujer —dijo, levantando las manos en señal de inocencia.

—Sí, nada más que con una espesa barba —agregó Mary, y las risas resonaron una vez más en la sala.

Y seguimos riendo por un buen rato tratando de recordar todo lo que había pasado la noche anterior. La memoria fragmentada de la noche anterior se iba reconstruyendo a medida que compartíamos anécdotas, risas y algunos momentos de vergüenza.

Allí estábamos, Marcus, Jean, Mary y yo. La única persona que faltaba era Luna, pero la pobre tenía cosas más importantes que atender, como lo era su madre, quien desde hacía poco se encontraba un poco mal de salud. Aun así, nuestra querida Luna nunca dejaba de sonreír; ella era como el sol y la luz que le ponía color a nuestros días. Era ese tipo de persona que, no importaba cuán quebrada estuviera, siempre iba a estar más pendiente de a quién consideraba como alguien importante en su vida que de ella misma.

Apocalipsis Z: Mareas de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora