Capitulo Final 💍

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-❤️Esposa Mia❤️-

En dos semanas más, a Enid le habían dado de alta, aún tenía cuidados y un tratamiento que cumplir, pero nada más de qué preocuparse. Sus terapias habían ido de maravilla, su esposa estaba con ella, lo que fue de gran ayuda. Ese día Enid esperaba junto a Yoko a que Merlina viniera por ella, sin saber lo que su esposa se traía entre manos. Al llegar la pelinegra, la rubia se retiró con un semblante bastante feliz.

Merlina le dio un besito a su esposa en la coronilla como saludo, haciendo sonrojar a la mayor.

-Hola Niddie, ¿estás lista?

-Oh sí, por favor, quiero irme a casa -dijo con una sonrisa de súplica algo divertida. Ya estaba cansada de estar en el hospital, extrañaba su propio lugar, bueno, suyo y de su esposa... Esposa. Todavía le costaba creer que Merlina, su Merli, siguiera siendo su esposa, pero no hubiera querido que fuera de otra forma.

-Bien, vámonos -dijo tomando la pequeña maleta de Enid.

Caminaron fuera de la habitación y fueron a la salida del hospital, despidiéndose y agradeciendo al personal que había atendido y se había encargado de su esposa. Llegaron al auto y subieron las dos. El camino a casa fue silencioso pero no incómodo; sin embargo, al llegar por fin a casa y estacionar en el frente, Enid notó un poco nerviosa a Merlina, que mantenía su vista fija y sujetaba el volante aún después de haber apagado el auto.

-¿Merli?... ¿todo bien allí? -Enid preguntó, pasando una mano frente a los ojos de la menor.

-¿Eh?... ¡Ah! ¡Sí!, sí, todo bien -respondió saliendo de su ensoñación.

-¿Segura? -dijo con la preocupación y algo de desconfianza en su rostro. La pelinegra fijó su vista en ella y le sonrió.

-Sí, Nid -respondió firme y con convicción, haciendo que Enid relajara su expresión-. Espera aquí. -Bajó del auto, dejando a la rubia curiosa. Dándole la vuelta al auto, escuchó la risa de su esposa malcriada al percatarse de su intención. Llegó a la puerta del copiloto, la abrió y le extendió su mano a la contraria. Esta, divertida, la aceptó, negando con la cabeza con una sonrisa plasmada en sus lindos y carnosos labios.

Caminaron así, de la mano hasta la entrada de la casa. Al llegar a la puerta, la mayor tomó el pomo y suspiró. Cuando se disponía a girarlo, sintió un halón en su otra mano y giró su rostro para ver.

-¿Merli? -Definitivamente su esposa estaba actuando raro. Tenía su mano libre en el bolsillo de su chaqueta y la mirada clavada en el suelo, como si fuera lo más interesante del mundo. La mano que apretaba la suya estaba un tanto fría. La escena le parecía dulce, pero estaba francamente empezando a preocuparse.

Merlina levantó su mirada, tragó grueso y se mordió el labio inferior. Respiró profundo y apretó la mano que sostenía la de su esposa mayor.

-Merli, ¿qué pasa? Estás asustándome, ¿hay algo mal? -Su cara reflejaba angustia, y Merlina se sintió un poco idiota por eso. Pero estaba nerviosa, justo como aquella vez. Después de todo lo que había pasado en estos últimos meses, no podía saber a ciencia cierta cuál sería la reacción de su Enid, pero no se rendiría sin intentarlo. ¡Estaban juntas aún, no? Bien, entonces mandaría a la basura su miedo solo por esos 5 minutos de valentía que comenzaban... ahora...

-Lo siento, Enid... Yo... affff. -Frustrada por sus nervios, sacudió la cabeza, se irguió y miró fijamente a Enid, cuadrando sus hombros. Soltó el aire ante la atenta mirada preocupada del rostro de la mayor.

Sin soltar la mano de su esposa y con la otra aún en el bolsillo de su chaqueta, Merlina se agachó, colocando una rodilla en el suelo, apoyando su peso en su otra pierna doblada. La mano en el bolsillo salió mostrando una cajita morada. El rostro de Enid era un poema, tenía los ojos vidriosos y labios entreabiertos.

Damé Tiempo ( Wenclair )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora