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El rubio salía de la sala donde lo atendieron, luego de convencer a la enfermera que era el reflejo de la luz el por qué sus ojos eran tan oscuros, colocándose nuevamente sus gafas de sol negras sale a las afueras del hospital donde yacía Trucazo esperándolo apoyado en la moto mirando el móvil.

No hizo amago de hacerse notar, admirando la pose varonil de hombre que se fumaba un cigarro observando el móvil, lo había dicho desde un principio; el hombre era guapo.

—Listoooo —Dice Gustabo acercándose al hombre alzando la mano— Joder lo que demoran en atender para unos cuantos moretones.

Freddy alza la mirada sonriendo con burla mientras expulsa el humo por su boca.

—Y es por eso que prefiero un par de vendiñas y devuelta al curro... —Se ríe el azabache apagando el cigarro contra el suelo, guardando su móvil para subir a la moto y encender el motor nuevamente.

Gustabo saluda a unos malandros que pasaron cerca, subiéndose a la moto ahora abrazando a Freddy por el torso sin ninguna pena. La moto avanzó y mientras el viento chocaba con su rostro acercó este al cuello del hombre.

No pudo evitarlo. Empezaba a tener hambre, con el cambio abrupto de sus emociones al estar lidiando con Isidoro la sed llegó a su sistema, el aroma de Trucazo no ayudaba; acercando su nariz a la nuca del Comisario empezó a olisquear dicha zona despacio.

Sin saber que el contrario comenzaba a sentir escalofríos notando las acciones de su compañero.

Más no dice nada.

Solo esperaba que la rubia no de diera cuenta del percance que estaba teniendo.

Llegó la noche en los Santos, fría y nebulosa, en los barrios bajos era un silencio total algo no muy común; después de todo estamos hablando de los Santos.

Pero las muertes extrañas en esas semanas, cada 3 días, causó que los malandros empezarán a tener más precaución; las bandas más grandes mandaban a sus camellos a vender por ellos, las más pequeñas decidieron vender las drogas en el día.

Aquella noche uno de los camellos que vendía droga para una de las bandas grandes de la ciudad, caminando con las manos en sus bolsillos para resguardarse del frío, pensaba en dónde más podría vender mercancía; puesto que algunos de los lugares de venta estaban reclamados ya por mafias y no quería meterse en la boca del lobo.

Cruzó el paso cebra a trotes por si había una persecución policial no quería estar en medio. Una carretera, para su mala suerte, con poca iluminación no pudo hacer de otra que caminar por allí, sosteniendo un arma en su cintura más por las dudas y para defenderse de otro camello que quiera ponerse en su camino; o ya si tenía demasiada mala suerte se topaba con un tiro cruzado entre bandas. Algo no muy común.

El poste de luz parpadea justo en el momento que pasa debajo de este, maldiciendo por la mala iluminación que justo debió tocarle a él esa noche. La típica sensación de que algo puede ocurrir en una zona así o que algo puede estar persiguiendo por detrás se hizo presente, entrando en un ligero grado de paranoia. El miedo se incrustó en su ser, uno mínimo, pero el sentimiento ya estaba implantado y digamos que no era muy valiente.

Por ello es que aceleró el paso.

No sabía si era su paranoia o ya estaba entrando en la locura, cuando comenzó a escuchar sus propios pasos como un eco. Siendo la única persona que caminaba por esa calle. Eran altas horas de la noche, las personas dormian y él tenía que trabajar.

Eternity - FreddytaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora