Fuutarou...¡Haste Responsable De Tus....!

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A lo largo de los años, Fuutarou descubrió que la vida como padre de diez hijos y esposo de cinco mujeres era un viaje que desafiaba todas sus expectativas y le enseñaba lecciones profundas sobre el amor, la paciencia y la organización.

Cada mañana comenzaba con un ballet caótico de despertadores sonando al unísono, luego niños pequeños y adolescentes corriendo hacia la cocina, mientras las voces de sus esposas resonaban entre risas y consejos sobre el desayuno. Fuutarou aprendió rápidamente que la clave para mantener la armonía era la planificación meticulosa y un sentido de humor inquebrantable.

En pocas palabras, no dejo de ser un payaso, por lo menos del todo.

A lo largo del día, se desplazaba entre las tareas de padre, desde ayudar con las tareas escolares hasta ser el árbitro en disputas infantiles sobre juguetes y turnos para ver la televisión. Aprendió a equilibrar las necesidades individuales de cada hijo y cada esposa, siendo un faro de calma en medio del tumulto diario.

Las noches eran un ritual de historias antes de dormir, donde cada hijo tenía su momento especial para compartir anécdotas del día y recibir un abrazo reconfortante antes de acostarse. Fuutarou encontraba en esos momentos la oportunidad de conectarse profundamente con cada uno de sus hijos, comprendiendo sus sueños y miedos mientras los guiaba con sabiduría y ternura.

Entre las múltiples responsabilidades de administrar una casa bulliciosa y asegurarse de que todos estuvieran alimentados, limpios y felices, Fuutarou descubrió una fuerza interior que nunca supo que poseía. Aprendió a ser flexible ante los cambios repentinos de planes, a resolver problemas con creatividad y a valorar cada pequeño triunfo familiar como un tesoro precioso.Pero más allá de las tareas diarias y las rutinas establecidas, Fuutarou encontró en su papel de padre y esposo una fuente inagotable de amor y gratitud. Cada sonrisa de sus hijos, cada gesto de apoyo de sus esposas, se convertía en un recordatorio constante de la belleza y la dicha de tener una familia numerosa que, a pesar de los desafíos, siempre estaba unida por un lazo indestructible de afecto y complicidad.

A medida que los años pasaban y sus hijos crecían, Fuutarou comprendía que la verdadera recompensa de su dedicación no residía en las cosas materiales, sino en los momentos compartidos y en las memorias que construían juntos. Era en las pequeñas victorias diarias y en la fortaleza de los lazos familiares donde encontraba el verdadero significado de su vida como padre y esposo de una familia numerosa: un legado de amor y unidad que perduraría por generaciones.

PEEEEERO...Eso no es lo único, como padre de familia también a tenido sus momentos que a vista ajena pueden ser cómicos ¿Qué tal si vemos algunos?

En último año de secundaria, iban a hacer una pequeña fiesta en la escuela para celebrar que los ya adolescentes se despidieran de esa etapa de su vida. En aquella fiesta muchos irían en pareja, aunque ese no era el caso de 4 de sus hijas.

Si, dije 4 de ellas, ya que sorpresivamente Yuki fue invitada por un ''amigo'' o así lo clasificaba Fuutarou, quien no podía aceptar la idea de que su adorada y consentida hija tuviera un novio.

— P-Papá no te preocupes — Yuki insistió al ver como su padre se veía bastante inquieto — ¡T-Te juro que es solo un amigo! ¡Además es buen chico! —

— ¡Yo también empecé como un amigo! — Fuutarou exclamó — ¡Así que no...No lo acepto! —

— Vamos Fuutarou, no tiene nada de malo , además empezaste como tutor — Miku se acerco a él y le dio un vaso de agua — Se un poco mas flexible, solo irán a la escuela y celebraran su graduación de secundaria —

— Tu no entiendes mi dolor Miku —

— Solo estas celoso, debes controlarte o Yuki se molestará contigo —

Fuutarou... ¡Haste responsable de tus hijos 3!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora