El Niño Fresa; Kiribaku ᵃᵘ.

¡Siete!

- ¡Buenas Tardes, señor! - entró saludando alegremente, atando su cabello brillante con una liga, listo para empezar a trabajar.
- ¡Buenos dias, Tamaki! - Extendió su mano para que este la chocara, el cual el chico tímidamente hizo. Detras de el entró su fiel amigo casi réplica, Tetsutetsu.

- Kiri, Tetsu, mijos. - Su jefe le miro con una sonrisa tranquila. - Ayúdenme a traer esas piezas pa'ca.

Y asi empezó el dia, era bastante temprano por la tarde, y el sol atrofia algunos carros por el calor, en su mayoria los que tenían ahi eran por ese problema o llantas ponchadas, de las cual el junto a su compañero Tetsu solucionaban.

Ya llevaban cuatro carros cada uno, manchados de tierra y aceite pero quedaron al mero millon, cuando un grito algo fuerte los alertó.

- ¡Es demasiado importante que me arreglen el carro! Por favor.

Una mujer rubia y bien vestida se encontraba gritandole a el pelinegro que se encargaba de las agendas, el cual estaba casi entrando en panico por ello, talvez la mujer no lo hacia en mala onda, pero para aquel chico era el fin del mundo.

- Hey, hey hey, ¿Qué esta pasando? ¿En que puedo ayudarle, señorita? - se acercó Kirishima limpiando su sudor y grasa de la cara.

- ¡Necesito que cambien dos llantas de mi carro! Es muy urgente ¿Se tardarian mucho? - Se acercó a el.

- No, claro que no, en menos de 10 minutos se lo tengo listo. - sonrió para tranquilizar a la rubia. - Tetsu, avisale al patron que hare esto y encargate por mientras del coche de el señor Nezu.

- Claro hermano. ¿Estas seguro que en 10 minutos lo tienes? - pregunto en susurro.

- Por supuesto, apostaría contigo, pero las apuestas no son dignas de un hombre.

Los dos chocaron el puño y se fueron a realizar sus tareas.

- ¿Puede meter su auto?

- Ya no puede ni arrancar, esta atorado o algo asi. - una llamada la distrajo y se fue a contestar. - Es el auto plateado. - y le dio las llaves.

En cuanto salio el auto frente a el lo sorprendió, un auto bonito como para andar por aquellos rumbos. Abrio el portón para poder meterlo.

Al observar la parte de atras, en efecto, las dos ruedas estaban atoradas y desechas, mierda ¿Que les habia pasado?

Solo debia meterlo para encargarse...

Abrio la puerta del piloto y quito el freno de mano, para poder empujarlo, cerro la puerta y se colocó atras del vehículo.

- ¡Espera! ¡Mi-!

Con fuerza levantó el auto, sacando las llantas atoradas en la tierra, la mujer lo miro estupefacta mientras el empujaba casi sin dificultad alguna.

Una vez dentro, lo colocó suavemente en el suelo, y se enderezó.

- ¡Perfecto! ¿Tiene las refacciones? - preguntó a la rubia, que seguia mirándolo extrañada.

- No, se las acabo de prestar a unos familiares.

- Bueno, entonces ire por unas para poder cambiarlas, no se preocupe, que en 5 minutos se lo tengo listo.

Corrio dentro para buscar dos llantas que le quedaran, porque las que traia estaban echas cagada.

Regreso con dos, ambas en sus hombros, caminando rápidamente para poder arreglarlo lo mas pronto posible.

- Tamaki, we, ¿Podrias hacerme de una vez la cuenta? - el muchacho asintió mientras tomaba su aguita en bolsa. - Y dile a Mirio que si podría traer aguas, ya se acabaron.

Cuando se giró al vehículo, se le salio el aire de los pulmones.

Un chico rubio estaba ahi, con los ojos rojos mas hermosos que pudo haber visto en su vida, su ceño fruncido relucia bajo una fina capa de sudor, y le miraba intensamente.

A la verga, que guapo el muchacho...

Por todos los dioses, Kirishima, concéntrate en el carro y no en tus homosexualidades...

- Eh- hola. - saludó nervioso, seguramente se veía asqueroso con toda la suciedad en la cara y sudado hasta la cola.

El muchacho solo se hizo al lado, caminando hacia la mujer rubia.
En ese momento tuvo sentido, porque se veían exactamente como madre e hijo.
Sacudió sus pensamientos, debía trabajar y no andar viendo muchachos bonitos.

Tal y como prometió, en menos de 5 minutos ya estaba listo el vehículo.
Aunque estaba colapsando de vergüenza al tener la fija mirada carmín atrás de si.
Se sacudió las manos y las limpio con un trapo.

- ¡Ya está listo! Puede pasar con mi compañero Tamaki, el le dirá cuánto fue. - sonrió a la señora, haciendo que ella también a él, miro por un segundo al blondo, el cual conecto sus ojos, pero luego los desvío hacia su celular.

- ¡Muchas gracias, muchacho! En serio. - tomó su mano entre las de ella, en señal de gratitud.

- Para eso estamos, señorita, no sé que le pasó a las llantas pero pobrecitas. - soltó una breve risa.

- ¡Oye, Kirishima! Ven a ayudarme con la camioneta roja. - gritó el peligris, a lo que el se despidió (no sin antes darle una mirada tímida al muchacho, el cual se la devolvió nuevamente) la mujer lo agarró por la espalda, subieron al carro y se fueron.

Déjando a un Kirishima Eijirou muy enamorado a primera vista.

....

- Ni creas que no ví como miraste al muchacho, mocoso. - molestó su madre, con falso enojo en ese regaño.

- No digas tonterías, vieja. - su voz se notaba algo nerviosa, su mamá tenía un ojo inhumano para detectar lo que hacía.

- Estaba guapo, mi amor, admitelo. - la rubia rio ante la cara rojiza de su hijo.

- Tal vez...solo un poco. - contesto su hijo antes de ponerse los audífonos nuevamente.

No iba a admitir que ver a un muchacho tan guapo y fornido lleno de grasa y sudor no me había movido algo dentro, y más la mirada tan bonita que tenía.

"-Eh- hola."

Tal vez debía pinchar las llantas más a menudo.

Agradezcanle a @Utioq726q936
Me cae bien y me gusta esta historia, así que decidí escribir la primera vez ayer se conocieron estos dos.

-Kats pincho las llantas pq iban a una comida familiar y esos señores no le caen bien.
-A Bakugo se le moja la cola de solo ver a Kirishima trabajando, hasta la fecha.
-Lo primero que enamoró a Kirishima, fueron los ojos de Katsuki.
- Tetsu le echaba carrilla a Kiri después de eso siempre que iba a Bakugo al taller.
- Bakugo acompañaba a sus padres al taller así fuera solo para pedir q le pusieran aire a un balón.
- Katsuki iba a coquetear muchas veces, y de manera obvia, pero Kiri no lo notaba mucho por sus nervios.