¡Ocho!

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Se había hecho rutina, en su tiempo de "cortejo" por llamarlo de alguna manera, Kirishima era puntual y perfecto a la hora de entregar regalos.
El rubio trabajaba en una plaza un poco alejada de por donde vivía, pero aún así, el moreno hacia de todo para poder llevarle sus flores todos los días a la hora de sus descanso.

Siempre lo esperaba afuera, y cuando el cenizo salia, se acercaba con sus flores, un cafe y algo para que comiera, con un post it rosita en letras rojas. Katsuki lo aceptaba enternecido, sonrojado y con una suave sonrisa, dándole más gracias y comiendo con el.

Claro que el tampoco se quedaba atrás, tenía más días de descanso que Kirishima, por lo cual, en esos días, se pasaba las mañanas en el taller mecánico donde trabajaba su novio, y en la noche, lo acompañaba a su otro trabajo en un local de alitas, comía y era atendido por el pelirrojo, y con eso quedaba bien servido, se le hacía adorable que a pesar de tener dos trabajos y tener que ayudar en su casa, Kiri todos los días lo iba a ver, sin falta, sin llegar tarde y sin sus manos vacias.

Aún recordaba cuando Eijirou no tenía ni idea de que Bakugo estaba interesado en el.
El rubio SIEMPRE acompañaba a su papá o su mamá al taller, para absolutamente cualquier cosa, así fuera preguntar una dirección, el se bajaba del carro y se quedaba platicando con el moreno, desde el principio tuvo algo que cautivó su atención y eso no era nada fácil. Le gustaba escuchar su voz y su risa nerviosa cuando le elogiaba algo.

Le gustaba verlo trabajar, meterse debajo de los coches, cargar cosas pesadas, cambiar neumáticos, lavar autos, todo lo que implicará ensuciarse las manos, despeinarse y sudar.
Si, le gustaba ese espectáculo y nadie a su alrededor lo apreciaba más que el.
Incluso se hizo amigo del tímido muchacho que atendía llamadas y hacía las cuentas, cuando no podía quedarse mucho por sus múltiples clases privadas, me dejaba a este regalos para Kiri, en sj mayoría bebidas energéticas, o Toppers con comida, sin contar los caramelos de fresa y piña que tanto le gustaban al pelirrojo.

No entendia porque Eijirou era tan lento como para no notar que le gustaba, que tenía interés en el, que no iba solo porque fuera su amigo, quería que se diera cuenta y...

...


- Hola, mi amorrr. ¿Que haces? - Kirishima se acostó a su lado,pasando su mano por su cintura.

Salió de su ensoñación, mirando nuevamente su computadora con algunos trabajos que tenía que entregar para su carrera, volviendo a teclear rápidamente.

- Nada, mi amo, ¿Quieres dormir? - le pregunto dulcemente, para acariciar su cabello rojizo y suave, a lo cual Eijirou sonrió y cerró sus ojos, para descansar.


Agradecía haberse dado cuenta de que Bakugo Katsuki, si estaba enamorado de el.





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El Niño Fresa; Kiribaku ᵃᵘ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora