3: ¡Que bonito el verde de la pradera!

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HANNAH

Que chico tan complicado.

He intentado ser amable con él, pese a lo mal que me ha tratado, y, como recompensa, ha sido aún más borde. Y yo, aún así, sonriéndole, cuando lo que de verdad quería era darle un buen tortazo, para que vea que él no es el único con una situación difícil. 

Aún así... no sé porqué, pero no consigo odiarlo. A ver, si sé, y es que yo nunca odio a nadie, siempre trato genial a las personas. Pero esta vez no es sólo por eso. Él... Aiden. Su mirada triste. Me recuerda tanto a la de ellos... a la de mi hermano, a la de mi madre. No sé porqué, pero empatizo con él. Me gustaría ayudarle. Conocer su situación.

Entonces recuerdo el dibujo que le estaba haciendo antes de que mi amiga coreana irrumpiese en la habitación. Le escribo por detrás.

Entiendo lo que es de un día para otro no tener a nadie, tener que vivir en un orfanato. Quiero que lo vea. Que si necesita mi ayuda no tarde en pedirla.

Y me odio. Me odio por no poder odiarle. Pero, simplemente, no quiero que se sienta como yo me siento, eso no se lo deseo a nadie. Así que, como a todo el mundo, voy a intentar ayudarle. Pero esta vez siento que hay algo más, pero no logro distinguir el qué. 

Paso el dibujo por debajo de la rendija de su puerta y me voy a mi habitación, me tumbo en cama, y pese a lo mucho que lo intento evitar, la imagen de sus ojos verdes y pelo despeinado se me viene a la mente una y otra vez. 

Cojo mi móvil de la mesilla de noche que comparto con Anne y pongo Artick Monkeys mientras espero a que el chico al que le tengo que hacer de guía llame a mi puerta.

El resto de residentes están en clase. Como odio perderme las clases, es una de las pocas cosas que odio.

Un poco más tarde alguien peta en mi puerta así que voy a abrirle. No sé porqué, me llevo una pequeña decepción cuando veo que es el profesor June acompañado de Pilar. Me explican un poco las cosas que le tengo que enseñar a Aiden y me pasan los papeles que le debo entregar. Me dan las gracias de nuevo se van.

Unos minutos después, Aiden, supongo, peta en mi puerta. Le digo que pase, que está abierto.

- Esto... Hannah- se queda embobado mirando la habitación, y, no es por farfadear, pero es que mi habitación se ve increíble. Las paredes son verdes, un verde oscuro y hay muchos más muebles que en el resto de habitaciones. Además, hay muchas luces led y cuadros, pintados por mi misma, por las paredes. Tanto mi colcha como la de Anne conjuntan con el resto de la habitación. Somos de las que más tiempo llevamos aquí, por eso nuestra habitación está mucho más completa.- Esto es bonito.- Dice rascándose la nuca, un gesto que me parece adorable.- Quería pedirte perdón si fui antes un poco borde. Es que me quiero ir ya de este sitio de mierda.- Dice y yo me río por como le llama. Pese a que preferiría que las cosas no fuesen así, yo amo este sitio, es donde me he criado, al fin y al cabo.

- No hay de que disculparse. Ven, siéntate aquí,- digo señalando un sitio a mi lado- te explicaré un poco como van las cosas, si tienes alguna pregunta, no dudes en decírmelo, que yo te lo aclaro sin problema.

El asiente mientras se sienta a mi lado y nuestros ojos se enfrentan hasta que decido romper el silencio, que, por extraño que parezca, no era nada incómodo, para empezar ha hablarle de como van las cosas en la "residencia".

También, aunque esto no estaba incluido en el trato, le explico como son los profesores y los alumnos. Le digo que luego se los presentaré a todos.

En algunos momentos nuestras manos se chocan o nuestros hombros se rozan y siento un escalofrío, y, no sé porqué, pero creo que el también lo siente.

Nos vemos detrás del arcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora