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El viento zumbaba entre los árboles, moviendo la vegetación en un sutil acompañamiento al encuentro que se desarrollaba. La luz se filtraba entre las ramas, imbuyendo el lugar con un toque mágico que contrastaba con la creciente tensión. Los corazones de ambos latían con fuerza, una sinfonía de nervios y angustia casi palpable. Angelo estaba angustiado; no había esperado encontrarse con Mortis.

Mortis, desorientado y atónito, intentó calmar su corazón desbocado, llevando una mano temblorosa al pecho. No comprendía por qué se sentía tan vulnerable y nervioso ante la presencia de Angelo. Se encogió de hombros, tratando de ocultar su nerviosismo, y aclaró su voz con un leve carraspeo.

—Angelo, sé que no esperabas verme aquí, pero esto no puede esperar más —dijo Mortis, su voz cargada de una mezcla de dolor y desesperación.

El arquero, visiblemente nervioso y asustado, asintió lentamente. Ambos sabían que debían enfrentar el problema de la flecha. Con pasos vacilantes, Angelo se acercó un poco más, sus ojos reflejando la tormenta interna que lo consumía. Cada paso era un recordatorio del peso de sus errores.

—Lo sé, pero... ¿no podemos hablar de esto en otro momento? —Angelo respondió con un temblor en la voz, su mirada buscando una salida.

El ambiente a su alrededor parecía contener la respiración, como si la naturaleza misma se suspendiera en ese instante de tensión. Mortis dio un paso adelante, su rostro endurecido por la mezcla de emociones que intentaba contener.

—Angelo, he venido desde mi mansión, arruiné mi traje, mis zapatos están llenos de lodo y mi capa está manchada —respondió molesto, recordando el sacrificio de llegar hasta allí—. Necesito saber por qué me lanzaste esa flecha.

Angelo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, su piel se erizó y su pulso se aceleró. La mirada penetrante de Mortis lo hizo retroceder un paso. Cada palabra de Mortis pesaba como una losa en su conciencia; la culpa y el miedo se entrelazaban en su pecho. Se preguntaba cómo explicar el caos que había causado.

—Mortis, fue un accidente, una terrible equivocación —la voz de Angelo temblaba, su desesperación evidente—. Quería que te enamoraras de Willow, pensé que así ella podría ser feliz...

Mortis frunció el ceño, sintiendo cómo su corazón se contraía; no esperaba esa respuesta. Un plan para que se enamorara de Willow... Su respiración comenzó a agitarse.

—¿Felicidad? ¿De verdad creíste que manipular mis sentimientos para que "amara" a alguien a quien odio era la solución? —la voz de Mortis se alzó, cada palabra cargada de furia—. ¡Eres un insensato, Angelo!

Angelo se encogió ante esas palabras. No quería mentirle, pero tampoco sabía si fue correcto decirle la verdad. Bajó la mirada con temor, desviándola.

—Mortis, solo quería ayudarla, entiendo que estés molesto... —murmuró Angelo con voz quebradiza—. Solo quería que Willow dejara de sufrir...

El vampiro lo encaró, queriendo darle una bofetada, pero su corazón no se lo permitía. En cambio, lo empujó a un lado mientras caminaba de un lado a otro, algo desesperado.

—Willow no necesita tu ayuda. Yo ya se lo dejé claro múltiples veces, no siento nada por ella —dijo Mortis con voz baja, pero llena de ira contenida—. Y por tu culpa ahora los dos estamos en este problema.

El viento se intensificó, agitando las hojas y creando un murmullo inquietante. Angelo se llevó una mano al pecho, sintiendo el dolor y la culpa que lo consumían. Sus ojos, llenos de una tristeza profunda, reflejaban la batalla interna que libraba en su alma. Se preguntaba cómo había llegado a este punto y cómo podría redimir sus errores.

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⏰ Última actualización: Jul 29 ⏰

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Cupido en problemas [Angelo x Mortis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora