Prólogo.

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Tres años después.

Narrador omnisciente.



El castaño de ojos oscuros fumaba de su cigarrillo en silencio. Le dió una profunda calada y luego lo retiró lentamente del interior de su boca. Se encontraba algo exhausto y estresado.

Miró a los lados de la sala y luego su vista se detuvo justo en la puerta de metal. Esperó algo, algún movimiento o a alguien que decidiera entrar. Luego de unos segundos se cansó y terminó devolviendo su vista hasta la mesa de metal. Su dedo comenzó a golpear una y otra vez la mesa con impaciencia.

Soltó un leve gruñido cuando su ojo comenzó a picarle. Quería rascarselo, pero fue imposible sabiendo que tenía un parche que lo cubría perfectamente. Había perdido ese ojo luego del incidente que tuvo hace un par de años, todavía lo recordaba perfectamente y le daba rabia. Quería venganza.

Después de tanta espera, finalmente se abrió la puerta. Entraron unos hombres completamente armados de abajo hacia arriba. Sus trajes eran oscuros, los cuales les ayudaba a mantener un porte intimidante y escalofriante. El castaño era un líder para ellos, ni siquiera se molestó en sonreírles o hablarles con amabilidad, estaba enojado por tanta tardanza.

─¿Por qué mierda llegaron tarde?─Les preguntó con enojo. Su mirada gritaba muerte y odio mientras veía a cada uno de los hombres con atención. El había cambiado tanto.

─Perdonenos por hacerlo esperar, jefe. Hubo un imprevisto. ─explicó uno de ellos. El castaño asintió lentamente, manteniendo la expresión seria y fría en su rostro.

Luego de unos segundos, los hombres finalmente terminaron de llegar hasta el. Mantuvieron sus manos detrás de sus espaldas y esperaron a que el volviera a hablar con su típico tono autoritario.

─¿Tienen alguna información nueva?─Les preguntó con interés y algo de desesperación en sus adentros. ─. Saben a lo que me refiero.

Los hombres asintieron y esperaron a que uno de ellos terminara de entregarle la carpeta. Una vez listo, el castaño comenzó a abrirla y uno de los hombres finalmente comenzó a hablar.

─Descubrimos que piensa viajar a Italia. Intentamos saber de sus negocios en Alemania y Estados Unidos, pero no dejó ni un maldito rastro. Todo está perfectamente cuidado y escondido... ─Sonrió burlón antes de continuar. ─, lo que si logramos fue capturar a algunos de sus hombres.

El castaño asintió lentamente. Sentía molestias en sus adentros, las ganas de vengarse de el eran cada vez más fuertes e insoportables. Llegó hasta el punto de no querer seguir planeando y cuidando cada uno de sus pasos. Quería atacar repentinamente.

─¿Que lograron sacarles?─Les preguntó, su mirada aún seguía apuntando hacia los papeles que tenía en mano. Era información importante y valiosa, pero nada servía por el momento y eso le enfurecía. Su enemigo sabía controlar a los suyos y a todo lo que le perteneciera, era una virtud que el odiaba. Pero tarde o temprano iba a derrotarlo.

─Logramos saber que Tom emprenderá un viaje hacia Calabria con el fin de continuar con sus sucios negocios ahí. Uno de sus tantos socios italianos lo invitó, y Tom sin dudarlo, aceptó. ─El hombre soltó una risa seca. ─. Piensa que sería una buena idea trabajar en el país de la mafia, seguramente cree que podrá encontrar su liderazgo entre tantos mafiosos más poderosos e incluso más peligrosos que el. ─Negó burlón luego de finalizar y el jefe copió su gesto de la misma forma antes de hablar.

³⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 𝙚𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙡 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora