03. I'm crazy? I should be.

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─Leigh Monroe.

Me encontraba en la cocina de la casa, revisaba los refrigeradores mientras veía que podía cocinar luego de haberle pedido a las señoras del aseo que se tomaran el día libre. Solo quise ser amable con ellas, reconocí perfectamente que también tenían una vida y familias de las cuales preocuparse.

Suspiré y froté mi frente con frustración. Miré una vez más el interior del refrigerador, estaba completamente lleno y no faltaba absolutamente nada. Aún así, seguía sin saber que hacer con tantas verduras, y no me apetecía trabajar con la carne. Tenía la mente en blanco. Bueno, no tanto en blanco.

Durante los últimos días solo pensé en Tom y en todo lo que iba a aproximarse. Hace una larga semana fue que me dijo que realmente se lo iba a pensar con seriedad, y dudé. Dudé porque sabía perfectamente que el no permitiría que arriesgara mi propia vida por el y nuestro hijo. Pero yo lo deseaba con toda mi alma y ya me sentía lista para hacerlo.

Me sentía lo suficientemente lista para unirme a el de la manera en la que nunca imaginé. Para levantar nuestros apellidos y ser el orgullo de Tommy. Quería hacer algo bueno y sabía cómo guiar a Tom hacia el camino del exito. Estaba segura de que a él también le interesaba la idea. Sin embargo, también tenía miedo de que Tom decidiera cometer lo que todas las noches temía que sucediera; mandarnos lejos de él y de sus negocios como forma de protegernos.

En ese caso no sabría que hacer y tampoco era como si pudiera lograr resistirme ante aquella decisión. En el momento en el que lo pensé, no pude evitar sentir una ansiedad comerme el pecho. Definitivamente no era lo que quería... No podría vivir con el miedo en las noches, Tom por su lado y yo por el mío, sin poder saber nada del uno al otro, sin poder ayudarlo y protegerlo como el lo hizo conmigo.

Salí de mis pensamientos cuando algunos suaves pasos resonaron desde lejos. Me concentré en ellos y fingí picar verduras mientras me mantenía alerta hasta el próximo movimiento. En el fondo deseaba que fuera algún intruso, para ponerme a prueba y ver por mi propia cuenta que tanto habia aprendido esos últimos años. Pero al final resultó ser todo lo contrario.

─Mamá... ¿Que haces?─Una suave voz sonó detrás de mí espalda con intriga y curiosidad, provocándome un sentimiento de tranquilidad y alivio.

─Voy a cocinar algo. ─respondí, sonreí dulcemente antes de voltear hacia atrás y terminar por encontrarme a mi hijo, de pie bajo la enorme entrada de la cocina. Era más alto que cualquier otro niño de siete años, podría decir que heredó eso de mí, pero en realidad lo heredó de su papá. ─. Pero no sé qué hacer... ¿Que se te apetece?─Le pregunté con un leve cariño en mi voz.

Tommy me sonrió, rozando sus mejillas con las comisuras de sus labios luego de empezar a caminar hacia mí. Pasaron unos segundos hasta que finalmente terminó de acercarse hacia mí.

─Podemos hacer pasta. ─respondió y casi lo vi haciéndome ojitos luego de haberle dedicado una mueca negativa con mis labios. ─. Por favor. ─rogó, abrazando mi cintura con insistencia. ─. Por favor, por favor.

Negué con mi cabeza una vez más y solo oí como soltó un pequeño gruñido al no obtener lo que quería. Le dediqué una pequeña mirada molesta al verlo separarse de mi y cruzar sus brazos sobre su pecho con un leve enfado. Odiaba que siempre hiciera berrinche cuando las cosas no eran como el quería.

─No quiero tocar la carne hoy. ─respondí con una pequeña mueca de asco, odiaba la consistencia del pollo. El rodó los ojos y murmuró un «mamá terca». Me acerqué hacia el y lo jalé de la oreja con un poco de fuerza, suficiente para generarle un ardor. ─. Niño maleducado, ¿Eso te enseña Tom?─pregunté con una leve molestia.

³⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 𝙚𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙡 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora