04. You are neglecting us.

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─Leigh Monroe.


Abrí los ojos con cansancio y lentitud después de sentir los rayos del sol. Liberé un largo bostezo de mi boca y me estiré lentamente. No recordaba cuando fue la última vez que dormí tan bien y por un instante creí haberme sentido en las nubes.

Miré a mi alrededor, percatándome de que ya había amanecido, quizás incluso también habían pasado muchas horas después de eso. Todavía seguía en el cuarto de mi hijo, acostada en su cama y envuelta entre sus cobijas. Busqué a mi alrededor y me percaté de que no se encontraba conmigo.

Me levanté de la cama y froté ligeramente mis ojos mientras soltaba otro bostezo, un poco cansada, en el fondo quería dormir más.

Mientras buscaba mis pantuflas, empecé a escuchar algunos ruidos lejanos, los cuales rápidamente supuse que venían desde el patio. Entre tantos reconocí la voz de mi hijo, sonaba feliz mientras reía y gritaba cosas que desde mi lugar no pude entender bien. Hablaba en alemán y yo seguía sin poder manejar el idioma con naturalidad.

Una vez encontradas mis pantuflas, terminé por levantarme de la cama y comencé a avanzar hasta el amplio ventanal de la habitación. Aparté la cortina y eché una mirada hacia afuera, desde mi lugar tenía una vista amplia del patio, así que inmediatamente ví mucho. No pude evitar soltar una sonrisa al encontrar a mi hijo jugando con los gemelos; por un instante hasta olvidé el rencor y la tristeza con la que tuvimos que lidiar el día anterior.

Me quedé un rato mirándolos, apreciando como Tommy corría por el pasto mientras intentaba alcanzar el balón, el cual estaba a los pies de su padre. El hacia movimientos estratégicos para evitar que su hijo alcanzara el balón, un par de miradas más y me di cuenta de que jugaba muy bien.

Por otro lado, Bill jugaba pésimo como portero. Se movía graciosamente hacia su izquierda y derecha, pude reconocer rápidamente que ni siquiera sabía lo que hacía. Descuida Bill, yo tampoco, pensé y solté una pequeña risa luego de verlo tropezar con sus propios pies.

Decidí salir del cuarto de mi hijo y entrar al mío para darme un rápido baño. Me refresqué con el agua tibia que caía y se deslizaba por mi cuerpo, humedeciendo también mi cabello. Después de media hora y de secarme por completo, salí del cuarto y comencé a vestirme en la habitación, sintiendo los minutos correr mientras me tomaba mi propio tiempo.

Terminé por colocarme el vestido, era blanco y tenía un diseño de flores, su tela era ligeramente ancha y finalizaba un poco más encima de mis rodillas; me sentía libre dentro de el. Como calzado, opté por unos cómodas zapatillas que también hicieron juego con mi vestido. Me dediqué una mirada en el espejo cuando finalicé, sorprendiéndome ligeramente con mi apariencia.

Era una de las primeras veces que luego de tanto tiempo, decidía ponerme algo más sencillo y suave. Ultimamente solo me vestía de colores oscuros y de ropa penetrante, como una auténtica mujer de un mafioso.

Tomé mi determinado tiempo para peinar mi cabellera lisa con suavidad, hasta terminar manteniéndola detrás de mí espalda, rozando la parte baja de esta. Ni siquiera me preocupé en maquillarme, me sentía bien incluso sin el, así que solo me rocié algo de perfume y pinté mis labios con un labial humectante, dándoles un color natural y ligero.

Luego de darme una última mirada en el espejo finalmente empecé a salir de la habitación, cerré la puerta detrás de mí y comencé a avanzar, tomando el camino de siempre. Después de unos minutos caminando, terminé de bajar las escaleras y alcancé la cocina, la cual estaba despejada y sorprendentemente limpia, recordaba mucho desastre por ahí, pero había desaparecido por completo.

³⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 𝙚𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙡 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora