07. "She is the nightmare"

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─Leigh Monroe.


Mi cuerpo se encontraba firme en medio de la bodega abandonada. Las luces tenues se colaban por las grietas en las paredes, dejando partes de la habitación en penumbra. El polvo y los escombros cubrían el piso y parecían gritar silencio a cada paso que se daba. Frente a mí, se encontraba Tom, con su característica seriedad, preparando el equipo de entrenamiento.

Mientras esperaba, vendaba mis nudillos como siempre lo hacía antes de cada pelea. Envolvía la tela alrededor de ellos una y otra vez, hasta convertirla en una superficie más gruesa que antes. Sintiendo mis labios más secos de lo normal, decidí relamerlos suavemente, cubriéndolos un poco para luego, una vez que terminé mi trabajo, soltar un corto suspiro.

En el fondo me sentía vulnerable, pero trataba de disimularlo con una actitud tranquila y desinteresada. Miraba alrededor de la bodega abandonada, aunque no era la primera vez que estaba ahí, era una de las pocas ocasiones en las que Tom en persona me entrenaría. Su presencia y porte intimidante hacían inevitable el sentirme un poco nerviosa, su mirada seria y sus ojos proponentes mientras me daba algunas indicaciones en voz baja, que yo pretendía haber escuchado.

En realidad solo estaba concentrada en la profundidad de su gruesa voz y en la manera tan efímera en la que sus ojos se detienen a mirarme unos segundos, permitiéndome atisbar un hermoso brillo en aquellos. Hacía unos largos minutos que terminé de pelear a golpes con Nicanor, y con Tom como espectador, estudiando mis movimientos y golpes desde su lugar.

Tal vez ahora se encontraba criticando mis movimientos, o incluso los de su fiel amigo. Ni siquiera podía reconocer sus palabras bien. Se veía tan malditamente atractivo que era imposible no concentrarse en su rostro, no entendía que sucedía, parecía ser participe de un sueño. Uno irreal, donde su belleza también lo parecía ser.

Antes de finalmente salir abruptamente de mi ensoñamiento, lo único que alcancé a escuchar fue un “Te dejó ganar, así que tú triunfo no cuenta”, seguido de una mirada superior y divertida. Arrugué mi ceño, preparándome para insultarlo, sin embargo, acallé rápidamente cuando su voz volvió a hacerse presente.

─Pero bueno, ¿Que es lo que haremos tu y yo hoy?─cuestionó, permitiéndome escuchar su característico tono juguetón. Gruñí y el simplemente dejó escapar una pequeña risa.

─Pelear. ─respondí con una voz desinteresada. Me recosté sobre la pared y crucé mis brazos, volviendo a verlo un poco distraído mientras despeja la zona para nosotros, esto tomándole unos simples minutos al patear unas simples latas y suspirar. Se alejó de mí y en cuestión de largos segundos, volvió a darme la cara.

Finalmente, me dedicó una mirada duradera y profunda, junto a una pequeña y divertida sonrisa en sus labios. Noté que había algo en su mano, el filo de una navaja larga y filosa brillaba en su bronceada piel. Por alguna extraña razón, mi cuerpo sufrió una pequeña corriente de electricidad cuando lo ví aproximarse hacia mí.

─¿Pero si sabes que no pelearemos a golpes, verdad?

Tragué saliva con disimulo, alternando mi mirada entre el y la filosa navaja. Pero como siempre, rechacé las malas emociones y las intercambié con unas completamente falsas, dibujando una sonrisa burlona en mis labios, al igual que la determinación en mi mirada.

─Eso quiere decir que te parece que peleo lo suficientemente bien. ─dije, mirándolo orgullosa. El rió suavemente, ladeando su rostro un poco.

─No tanto, pero al menos no me dejaste insatisfecho. ─susurró, pasando su lengua por la argolla en su labio inferior.

³⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 𝙚𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙡 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora