III

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∆|¡Tw; Homofobia!

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¡Shinazugawa Sanemi!
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A la mañana siguiente, Tomioka no estaba.

La habitación estaba vacía, fría incluso, cuando sanemi despertó. Se podía oír el canto de los parjaros que merodeaban al rededor de la Finca y se podia sentir el olor a quemado de la vela casi a terminar que reposaba sobre la mesa.
Ante esto, Sanemi se levantó algo confundido. Con pesadez, frego sus ojos con sus manos mientras se levantaba suavemente del suelo que ahora se encontraba más fresco que la noche anterior, miro para todos lados y noto que la taza de Tomioka ya no estaba.
'Supongo que tuvo tiempo de llevársela.' pensó el peliblanco, creyendo que no se trataba de nada fuera de lugar la repentina ausencia del contrario.

Salió de la habitación a paso lento, de a poco lograba estar en todos sus sentidos así que fue apresurando el paso hasta llegar a la cocina. Con cuidado abrió la puerta shoji de la cocina, encontrándose el lugar vacío. Murmuró un suave 'Que extraño' y siguió caminando, adentrándose a la cocina hasta parar frente a la mesa en el centro, allí había una nota.

Shinazugawa Sanemi.

Salí, volveré pronto. Estoy en mi antigua finca, en los cestos hay pescado por si deseas comer algo.

Tomioka Giyuu. ”


Entonces, Sanemi se dió cuenta. Tomioka se había tomado la molestia de dejarle un mensaje diciéndole a dónde iría. No era la gran cosa, pero para él era suficiente. Significaba que, a pesar de todo, Tomioka confiaba lo suficiente para no ocultarle a dónde se iba.

Era tonto emocionarse por algo como eso, él lo sabía perfectamente, pero eso no evito que dejara escapar un suspiro que no sabía que estaba conteniendo. ‘Como si estuviéramos casados.’ pensó Sanemi.
Rápidamente se dió cuenta de lo que habia pensado y arrugó el papel para luego tirar la nota a la vez que salía con prisa de la finca. Se llevó la mano a su cabello blanco, apretando con fuerza mientras que su mano izquierda arrebato la katana que estaba a un lado de la puerta, tratando de controlar la respiración irregular.

¡No! El no era así, y nunca lo iba a ser. Su padre no abría críado a un marica y muchos menos a un sentimental. Todas esas cosas te hacen débil, en esta vida te hacen blanco fácil para la muerte. Su madre estaría decepcionada si lo viera ahora, si viera en lo que se estaba convirtiendo y en lo que estaba pensando.’ creyó Sanemi, agarrando sus mechónes de cabello con tanta fuerza que le comenzó a doler la cabeza.

No había dejado de caminar y murmurar las miles de razones por las que estar con el pelinegro era una mala idea y las otras tantas de cosas que su madre podría estar diciendo de el. Se imaginaba a su madre retorciéndose en la tumba, creyente de que el legado se terminaria con la aberración de su hijo mayor. Porqué a pesar de que muy en el fondo Shinazugawa supiera que su amada madre solo le desearía la felicidad, temia que fuera todo lo contrario.
Temia, también, por su propia vida y por la vida de Giyuū. Era más que obvio que la gente con estilos de vida alternativos no eran tan queridos, Sanemi creia que si se dejaba enamorar, pronto acabaría con el.

El ruido de la gente y las risas de los niños lo hicieron volver a la realidad, encontrándose a si mismo en una aldea colorida y llena de vida, dándole un sentimiento de paz por unos minutos. De a poco dejo ir su cabello y se preocupo más en ocultar su katana bajo su yukata, la cual no se había cambiado desde su ducha de anoche, antes de que alguien lo viera.
Una vez más arreglado, miro a su al rededor con un rostro serio que trataba de ocultar todas sus preocupaciones. Con algo de indecisión se metió a un local de comida, perteneciente a una señora amable que había sido ayudada por Sanemi antes.

婚約|SaneGiyuu.¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora