VI

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Tomioka Giyuū.
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En cuanto el sol se elevó, ambos pilares despertaron.

Shinazugawa había sido el primero, notando rápidamente su posición. Se encontraba con Giyuū, abrazandolo por la cadera, mientras que el contrario tenía su brazo izquierdo sobre la cadera de sanemi.
Ambos había dormido de esa manera lo restante de la madrugada, por lo que no era extraño.
Aun así, sanemi no pudo evitar sorprenderse, abriendo sus ojos con sorpresa a la vez que retiraba rápidamente sus brazos de la cadera de Giyuū, logrando despertarlo por los movimientos.
Tomioka abrió los ojos lentamente, ajustándose a la luz de la mañana y frotandolos con cuidado para despertar mejor. Sin ningún apuro, se sentó en el futón compartido con confusión.
—“Sanemi..?”— murmuró despacio, estirándose y logrando que sus huesos sonarán, haciendo se que sintiera más ligero. Giyuū estaba confundido, no entendía porque el movimiento abrupto, ni mucho menos porque los ojos de sanemi volvían a mirarlo con repudio. Estando más despierto, estiro su mano para intentar tocar el hombro del contrarió frente a el.
Derrepente, Sanemi golpeó la mano de tomioka, desviando su curso inicial y haciendo que terminase de costado. Giyuū se sorprendió, apartando su mano rápidamente al notar como Sanemi se paró del futón y dió unos pasos hacia atrás, como si intentará alejarse lo más posible del pilar del agua.
—“Sanemi...”— dijo inseguro, comenzando a preocuparse por el otro. El nombrado lucía enfadado, apretando los dientes y frunciendo el ceño con intensidad, tal como solía hacerlo antes.

Todo aquello había sido muy abrupto para Tomioka, quien sentía su corazón doler al pensar que lo ocurrido la noche anterior había sido una forma estúpida, pero efectiva, de Sanemi para herirlo aún más.
Antes de que Giyuū pudiera intentar hablar, fue interrumpido por el pilar del viento.
—“¡Callate, maldita sea!”— grito, sintiéndose frustrado consigo mismo. Sentia que estaba mal, que todo había estado gravemente mal. Podía sentir como la comida de la noche volvía lentamente hasta su garganta, la culpa carcomiendolo desde dentro y el miedo controlando sus pensamiento.
—“!No creas que esto significa una mierda, carajo, esto no es nada! ¡No te hagas ideas, fue culpa del maldito alcohol! ¡JAMAS HARIA ALGO COMO ESO CONSCIENTEMENTE, ANTES MUERTO!”—  No podía evitar que las palabras fluyeran de su boca de manera incontrolable, como si buscará justificarse ante alguien invisibles a la vista.
Giyuū contuvo la respiración, incapaz de formular alguna palabra mientras su corazón era aplastado por las palabras de Sanemi. Se sentía como un idiota, el más grande del universo entero.
Con fuerza, apretó sus manos alrededor de la parte baja de su yukata hasta que sus nudillos quedaron blancos. —“¡ANTES MUERTO, Y AUN MAS SI ES CONTIGO!”— exclamó con la respiración entre cortada, rostro contorcionado en una mueca de disgusto y alteracion.
T

omioka sabia que sus palabras no eran lo peor, no cuando había podía notar como los dedos del contrarió se había cerrado en forma de puño mientras que su brazos daban poco visibles espasmos qué tan solo habían lastimado más a Giyuū, porque no era necesario ser muy inteligente para darse cuenta que él se estaba conteniendo para no comenzar a los golpes.
Probablemente, por el disgusto que logro causarle, pensó Giyuū. 
Su rostro, a pesar de intentar mantenerse con pocas expresiones, destacaba las pequeñas arrugas entre sus cejas, expresando su confusión y dolor. Sus ojos solo comunicaban su estado tan devastado. No por la posibilidad de que Sanemi fuese violento con él, si no por la horrible mirada de repulsión que le había dado. Entendió que todo había sido una mentira, y que jamás lo aceptaría.

Sanemi, por otro lado, noto la mirada de Giyuu.
Por un momento, vio a su madre en él contrario, y vio a su padre en él mismo. Logro ver a su madre devastada, aterrada incluso, por el hombre frente a ella que no dejaba de reclamar sobre el dinero y los niños. Logro verse reflejado en aquel hombre que había jurado odiar toda su vida y que había jurado no ser.
Irónicamente, estaba siendo una réplica exacta a la bestia de hombre que había sido su padre, y aquello tan solo lo había enfurecido aún más.
Tomioka noto el aumento en su enojo, creyendo que había sido su culpa, y temió lo peor. Aun que tan solo pudo ver la silueta de Sanemi darse la vuelta con frustración y agitar su mano con furia, derribando una lámpara de aceite que había no muy lejos de ellos, por suerte se encontraba apagada por lo que no escaló a mayores.
Sin decir otra palabra, Sanemi salió de la habitación con pasos estruendosos y apretando los puños tan fuerte que sus nudillos se había vuelto blancos.

婚約|SaneGiyuu.¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora