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Receso(s)
Retirada temporal o cese de la labor o actividad habitual.

Peter

Rompí muchas normas en mi vida, pero dormir con una interna probablemente era una de las peores. No había precedentes para esto, y eso me aterrorizaba.

Al segundo en que dejé el apartamento de lali, hice lo que hacía normalmente cuando follaba a alguien que conocí online: fui a casa, me duché, me serví un vaso de mi whiskey escocés favorito y saqué mi ordenador portátil —preparándome para buscar a la siguiente.

Excepto que esta vez, no quería buscar a la siguiente. Quería follar a lali, otra y otra vez. Quería oírla gritar un poco más fuerte, sentir su cuerpo envuelto contra el mío, y ver su rostro mientras me enterraba profundamente en su interior.

Maldición...

No podía creer esto. Podía contar con una mano el número de mujeres en las que pensé después de dejar un hotel, y no era debido a que ninguna de esas mujeres fuera memorable en una buena forma. Y las que eran buenas, eran solo "buenas"

—nunca asombrosas, como lali.

Una parte de mí se sentía mal por dejarla justo después de que termináramos, por no decir ni una palabra, pero tenía que marcharme.

No era de los que mantenía conversaciones íntimas después del sexo. Nunca.

Incluso aunque estaba más que tentado de conducir de regreso allí justo ahora y reclamarla otra vez, tenía que obligarme a aceptar un hecho muy duro: nunca iba a dormir con ella de nuevo. Iba contra las normas.
 
—¿Dónde está mi café, Jessica? —la llamé a su escritorio—. ¿Por qué no me lo ha traído la señorita esposito todavía? ¿Llega tarde hoy?

—No, señor. —Sonaba confundida—. Son solo las siete y media...

Miré el reloj de mi pared y suspiré antes de terminar la llamada. Me encontraba en el borde por alguna razón, y no me gustaba.
No fui capaz de dormir la noche anterior e ignoré a propósito el mensaje que lali me envió a media noche. Decía:

"No puedo dormir... ¿Podemos hablar sobre lo que acaba de ocurrir entre nosotros?"

La respuesta era no.

Nuestras conversaciones se acabaron. No había nada más que discutir.

Hablamos. Follamos. Ese fue el final de nosotros.
Abrí la página web de Dating-Match, determinado a sacarla de mi mente. Todo lo que necesitaba era encontrar a otra persona, y ella se convertiría en una gota en un mar sin fin de otras mujeres —un recuerdo fugaz que medio recordaría cada vez que viera su hermoso rostro.

Había cientos de mujeres nuevas en la página ahora, pero muy pocas de ellas captaron mi atención. Las que lo hicieron parecían demasiado buenas para ser verdad, así que no me molesté en abrir sus perfiles completos.

Justo cuando estaba leyendo sobre una profesora de matemáticas, una taza de café fue colocada sobre mi escritorio.

—Buenos días —susurró lali.

No respondí. Continué desplazándome a través de los perfiles online; ella lo captaría en algún momento.

Suspiró.

—peter...

—Es señor lanzani. —Alcé la mirada, deseando inmediatamente no haberlo hecho. Hoy venía aún más impresionante que ayer. Llevaba el mismo vestido gris que llevó en la entrevista, y hoy era más estrecho de lo que era ese día. Su cabello caía en suaves rizos que pasaban sus hombros, y sus ojos azules eran brillantes, esperanzados.

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