Tolerar (v.):
Perdonar, apoyar y/o pasar por alto las fallas morales o legales de otro sin protestar, con el resultado de parecer tales incumplimientos de deberes morales o jurídicos aceptables. Un empleador puede pasar por alto a un empleado que le cobre de más a clientes o un oficial de policía puede mirar hacia otro lado cuando una persona utiliza autoayuda violenta para resolver un problemaLali
Me senté en la parte trasera la sala del juzgado, escuchando a peter colapsar en el estrado. Dos veces, cuando la defensa deliberadamente mencionó a Emma, perdió toda compostura.
Sin embargo, cuando vi la mirada en sus ojos ante la sola mención de ella, el"desliz" su nombre, sentí su dolor.Mantuve mi cabeza gacha el resto de su testimonio, así nuestros ojos no se encontrarían, por lo que no sabría que yo me encontraba aquí, y cuando el juez pidió un breve receso, salí.
Los reporteros murmuraban en el pasillo, con la esperanza de que él no hubiera leído ninguno de sus viejos artículos sobre él hace años, y de repente gritaban preguntas.
—¡Señor lanzani! ¡Señor lanzani! —Lo persiguieron al segundo que salió de la sala del tribunal—. ¡Señor lanzani!
Se detuvo y los miró.
—¿Cómo se siente acerca de potencialmente enviar a su ex socio y mejor amigo a la cárcel?
—Se está enviando a sí mismo a la cárcel —respondió.—¿Tiene intenciones de volver a ponerse en contacto con él mientras esté tras las rejas?
Ignoró esa pregunta con una mirada en blanco.
—Su nombre se limpió hace años, y sin embargo dejó Nueva York — preguntó alguien—. Ahora que todo está descubierto para bien, ¿alguna posibilidad de que volverá y reabrirá su empresa?
—Estoy a punto de pasar mi última hora en esta ciudad de camino hacia el aeropuerto —dijo, poniéndose las gafas sobre los ojos.
La multitud de periodistas lo siguió fuera de la sala de audiencias, y él se deslizó en el interior del coche sin mirar de nuevo.
Suspirando, saqué mi teléfono y volví a leer los mensajes que me envió esta mañana, lamentando un poco que no le respondí.Asunto: Nueva York.
Me gustaría verte una última vez antes de irme. ¿Puedo recogerte para desayunar?
PD: Realmente iba a decirte todo esa noche...
—peterAsunto: Tu coño.
Este mensaje no es realmente acerca de tu coño. (Aunque, ya que toqué el tema, es el número uno en mi lista de cosas favoritas.)
Ven a desayunar conmigo. Estoy fuera de tu puerta.
—petrMientras releía ese correo electrónico, uno nuevo apareció en mi pantalla:
Asunto: Adiós.
—peterSabía que mi falta de respuesta era inmadura, que era mi culpa que no llegara a verlo antes de que se fuera, pero sentí que se pudo haber esforzado más. Y todavía sentía que se había equivocado por no ser abierto conmigo cuando debió hacerlo.
Saliendo del juzgado, me dirigí a casa y pensé en todas las verdades a medias y mentiras que afectaron nuestra relación. mariana. Su esposa. Mi nombre real. Su verdadero nombre.
Todo lo que teníamos fue construido sobre mentiras...
Dejando que las lágrimas rodaran por mi rostro, abrí la puerta de mi casa, preparada para ducharme hasta que no pudiera llorar más, pero peter se encontraba de pie en la sala.
—Hola, lali. —Me miró.
—El allanamiento de morada es un delito. —Me crucé de brazos—. ¿No deberías saber eso?
No dijo nada, sólo siguió mirándome, de arriba abajo.
—¿No tienes que tomar un vuelo? —Mi voz se quebró—. ¿No deberías estar pasando tu última hora en Nueva York de camino al aeropuerto?
—Me di cuenta que todavía tengo algo que decirte.
—¿Tienes otro nombre falso del que me quieras contar? Otra identidad secreta que deseas
—Detente. —Se acercó más y más, hasta que choqué con una pared, y me miró directamente a los ojos—. Necesito que me escuches, lali. Sólo jodidamente escucha...
Traté de alejarme de él, pero agarró mis manos y las sujetó sobre mi cabeza. Luego, usó sus caderas para mantenerme quieta.
—Vas a quedarte aquí y escucharme por los próximos cinco minutos, te guste o no. —Las palabras salieron apresuradas, acaloradas—. Ya que de repente te preocupas por saber la verdad, te voy a decir la puta verdad...
Traté de decir algo, pero se inclinó hacia abajo y me mordió los labios. Fuerte.
—Me gustabas cuando eras mariana y yo era Thoreau, cuando pasamos noches hablando de tus ridículas tareas y mi bufete de abogados... Me gustabas incluso después de que jodidamente mentiste y te vi en tu entrevista, me gustabas... —Tensó el agarre alrededor de mis muñecas—. Y a pesar de que sabía que no debería haberte perseguido y aparecido en tu apartamento ese día, lo hice, y te follé... Después de eso, realmente me gustaste.
—¿Estás hablando en serio en este momento?
—Malditamente en serio. —Me miró y me mordió los labios de nuevo, ordenándome en silencio que me mantuviera callada—. No quería que me gustaras, lali. Se suponía que no debía, y no tenía que hacerlo, pero todos los días después de eso eras en todo lo que podía pensar. Tú y tu boca arrogante, y cómo tus mentiras tal vez no eran tan malas después de todo.
—¿Qué pasa con tus mentiras? ¿Todavía crees que estás por encima de la moral?Que
—Deja de hablar. —espetó—. Déjame terminar.
Tragué saliva y me miró fijamente unos segundos antes de continuar.
—Sí, te oculté el hecho de que era casado, y aunque no fue intencional, aun así era una mentira.
—Una gran mentira.
—lali... —Me agarró con más fuerza—. No había pensado en martina en mucho tiempo... Por el contrario, he estado pensando en ti todos los días desde que te fuiste.
—No, no lo haces
—Sí. —Me miró directamente a los ojos—. Conduje a tu clase de ballet dos veces por semana, tratando de verte, tratando de hablar contigo y pedirte disculpas... Envié cosas a tu apartamento. Incluso me presenté dos veces, pero eso fue antes de que supiera que te habías mudado.
—Sólo estás diciéndome todo esto para poder follarme... —Sacudí la cabeza y aparté la mirada, pero me hizo mirarlo de nuevo.
—Estoy diciendo todo esto porque te amo...
Jadeé y lágrimas se formaron en mis ojos.
—Jodidamente te amo, lali... —repitió, limpiándome la cara—. Y haré lo que sea para demostrártelo. —Rozó sus labios contra los míos—. ¿Todavía me amas?
—No, yo no... No de ninguna—Sentí sus labios contra los míos, silenciándome.
No quería devolverle el beso, quería empujarlo y decirle que se fuera, pero separé mis labios y dejé que su lengua se deslizara dentro de mi boca.
Lentamente, liberó mis manos de su agarre y cerró sus brazos alrededor de mi cintura, manteniendo sus labios unidos a los míos. No me dio la oportunidad de hablar, de respirar. Sólo me besó sin sentido hasta que no pude soportarlo más.
—Si honestamente puedes decir que no me amas —susurró, alejándose lentamente de mí—, entonces te dejaré sola.
—¿Y si no puedo? —le pregunté, sin aliento.
—Si no puedes, vas a mostrarme tu habitación para que tú y yo podamos conocernos de nuevo.
—¿Conocernos de nuevo? —Gemí cuando acunó mi culo—. ¿Eso es un código para una conversación?
—Es un código para follar.
—¿Te mataría decir una sola vez hacer el amor?
—Depende de si realmente me amas o no.
Silencio.
Sus dedos ahora trazaban la cremallera en la parte trasera de mi falda, jalándola suavemente mientras me miraba a los ojos.
—Te odio —dije, haciéndolo levantar la ceja—. Si me dijiste todas esas cosas sólo para ilusionarme, nunca te lo perdonaré.
—Todavía no lo haces... —Me besó suavemente—. Quise decir cada palabra que dije. —Me bajó la cremallera—. Y de verdad necesito saber si aún me amasporque—Dejó de hablar.
Mi falda cayó en un charco en el suelo y tiró mi tanga de mi cintura hasta que se rompió.
—lali, dime... Dime ahora mismo.
Jadeé cuando deslizó un dedo dentro de mí, y él gimió ante lo mojada que estaba.
—Sí...
—¿Sí? —Movió su dedo dentro y fuera—. Sí, ¿qué?
—Sí,yo —Hice una pausa mientras besaba mis labios—. Sí, todavía te amo.
—¿Dónde está tu habitación?
Miré a mi izquierda y de inmediato me jaló por el pasillo, cerrando la puerta detrás de nosotros. No me dio la oportunidad de desvestirme. Sus manos estaban sobre mí, desabrochándome la camisa, rompiendo mi sostén, y acariciando mis pechos.
Me acerqué y le desabroché el pantalón, bajándolo. Entonces, me tiró sobre la cama, subiendo encima de mí.
Extendí las piernas debajo de él, levantando mis caderas para que pudiera follarme, pero no lo hizo. En su lugar, me besó el cuello, susurrando lo mucho que me extrañaba, lo mucho que me necesitaba.
—peter... —Sentí su polla rozarse contra mi muslo.
Movió su boca lentamente a mi pecho, arremolinando su lengua en mis pezones mientras palmeaba mis pechos. Sus besos viajaron más y más abajo, hasta mis muslos.
Cerré los ojos cuando presionó su lengua contra mi clítoris, mientras de forma burlona la movía contra mí en círculos lentos y sensuales.
—Ahhhh... —Traté de cerrar las piernas, pero él las clavó en el colchón y alzó la vista hacia mi.
—lali... —Su voz era baja.
—¿Sí?
Rodeó el clítoris con el pulgar, haciendo que se hinchara de placer.
— Dime que soy dueño de esto.
Cerré los ojos mientras incrementaba la presión, frotando su pulgar una y otra vez.
—Dime que soy dueño de tu coño, lali.
—Sí—Me retorcía debajo de su mano—. Sí...
—Dilo. —Me impidió moverme—. Necesito que lo digas.
Un escalofrío recorrió mi espalda y finalmente le devolví la mirada.
— Sí... Eres su dueño.
Sonrió y metió la cabeza entre mis piernas de nuevo, devorándome, haciéndome gritar con toda la fuerza de mis pulmones, pero no me dejó acabar.
En cambio, me giró.
—Boca abajo, en cuatro patas.
Me quedé sin aliento y lo complací lentamente, y lo siguiente que sentí fue él palmeando mi culo, besando mi espalda.
—Todavía no he reclamado cada centímetro de ti... —dijo, apretando mis nalgas con dureza—. Pero lo guardaré para cuando piense que estés lista.
Me quejé mientras se deslizaba en mi coño centímetro a centímetro, inclinándome hacia delante. Quitó la banda elástica de mi cabello y me jaló hacia atrás, susurrando
—: Se va a sentir como esto... Tal vez incluso mejor...
—Ahhhh...
—Y cuando suceda, dejarás que me corra dentro de ti... —Su otra mano acarició mi costado y apretó mis pechos—. Quiero que sientas hasta la última gota...
—peter. —Me aferré a las sábanas.
—¿Sí?
No le respondí. No pude.
Palmeaba mi trasero mientras embestía dentro de mí, dándomelo duro mientras susurraba mi nombre.
Lo encontré embestida tras embestida, incapaz de soltar las sábanas, y cuando me sentí alcanzando el borde, acercándome mientras torturaba mi clítoris con los dedos, me lo negó nuevamente.
Salió de mí, haciéndome gemir, y entonces me hizo enfrentarlo de nuevo. Inmediatamente se enterró dentro de mí, mirándome a los ojos, deslizando su polla lentamente una y otra vez, sofocando mis gritos con su boca.
Sentía su polla palpitando dentro de mí, sentí mis músculos contrayéndose mientras él maldecía contra mis labios, y cuando nos miramos a los ojos de nuevo, los dos llegamos al mismo tiempo.
Caí hacia adelante contra su pecho, jadeando.
—peter, yo...
Me interrumpió con un beso.
—También te amo...
Nos quedamos allí conectados durante lo que pareció una eternidad, él pasando sus dedos por mi cabello, yo acariciando su pecho con mis manos.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí...
Salió de la cama y se puso de pie para tirar el condón.
—Ven aquí.
No me podía mover. Todavía me sentía débil por mi último orgasmo.
Sacudió la cabeza y deslizó las manos debajo de mis muslos, levantándome y cargándome fuera de la habitación, comprobando cada puerta que pasamos. Cuando llegamos al cuarto de baño, me bajó.
—No creo que pueda mantenerme de pie el tiempo suficiente para una ducha... —susurré.
Me ignoró y encendió el agua.
—No vamos a tomar una ducha. —Me alzó y me puso suavemente en la bañera.
Subiendo detrás de mí, agarró una botella vacía y la llenó con agua tibia. Luego la derramó gentilmente sobre mi cabeza.
Tomó un poco de champú de la repisa y puso unas gotas en mi cabello, enjabonando hasta hacer espuma.
Lo escuché hacerme preguntas, algo sobre cómo me sentía o si quería hablar con él acerca de lo que tenía en mi mente, pero cuando sus dedos continuaron masajeando mi cuero cabelludo, todo se volvió negro.Me desperté en la cama sola.
No había ninguna nota de peter, y toda su ropa desapareció.
Empezaba a pensar que tener sexo con él fue un sueño, pero vi su billetera sobre mi mesita de noche. Me quité las mantas y sonreí cuando vi que me vistió con ropa interior de seda.
Salí de la habitación y al pasillo, donde se encontraba parado en mi balcón fumando un cigarrillo.
—¿Desde cuándo fumas? —Me detuve detrás de él.
—No lo hago a menudo —dijo—. Sólo cuando tengo que pensar.
Asentí y miré el cielo nocturno, pero de repente sentí que me jalaba contra él.
—¿No vas a preguntarme lo que estoy pensando? —Sonrió—. Seguramente tienes preguntas.
—Sí las tengo, juan pedro.
—Podemos hablar de ello.
—¿Ahora?
—Si eso es lo que quieres... —Apagó su cigarro y me acercó a una silla, colocándome sobre su regazo—. ¿Cuánto tiempo hace que sabes sobre esto?
—Un par de semanas...
—Mmm.
Sacudí la cabeza.
—¿Bach y Greenwood saben quién eres en realidad?
—Sí, lo saben.
—Entonces, ¿por qué tienes que ocultarlo de todos los demás?
—Abogado estimado o no, nadie quiere contratar a alguien que tiene una historia en los periódicos... Hace que una empresa de alto perfil se vea mal. — Me besó en la parte posterior de mi hombro.
—¿Cómo era Emma?
Suspiró, mirándome.
—Era perfecta...
Pensé en una manera de cambiar el tema, pero siguió hablando.
—Ella odiaba cuando me iba a trabajar, y me rogaba que la llevara a veces, así que la llevaba... —Su voz era baja—. Y entonces, no conseguía terminar nada porque el parque se hallaba justo al cruzar la calle y siempre quería jugar... Siempre.
—¿Te seguía en casa? —le pregunté.
—Era mi sombra. Se dormiría en el sofá si estaba trabajando, y si me veía salir de la habitación para tomar una llamada, se cruzaba de brazos y me miraba ofendida si no la invitaba a escuchar. —Dejó escapar una pequeña risa, pero no dijo nada más.
—¿Puedo preguntarte algo? —Me apoyé en su pecho.
—Si digo que no, no creo que eso te detenga...
—¿A dónde vamos desde aquí?
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir... ¿Qué pasa ahora con nosotros?
Me miró, confundido.
—¿Nosotros?
—¿Estamos en una relación? ¿Vas a quedarte conmigo, o vas a regresar a Date-Match?
Se me quedó viendo durante mucho tiempo.
—No puedo quedarme en Nueva York, lali. Creo que puedes entender por qué...
—No tienes planes para quedarte más allá de esta noche ¿verdad?
—No.
—¿Y te vas por la mañana?
—Sí. —Trató de besar mi cabello, pero me alejé—. Entonces, ¿esta era alguna forma de arreglar a tu lali antes de ir a casa? ¿Decir todo lo correcto para que puedas sentirte mejor contigo mismo cuando te vayas?
—Quería que supieras que te amaba antes de irme a casa.
—Y para conseguir algo de coño, por supuesto.
—Por supuesto. —Sonrió, pero no se la devolví.
—Te dije que no me ilusionaras, peter. —Di un paso atrás—. Y de todos modos lo hiciste.
—¿Qué quieres que haga, lali? ¿Qué me mude contigo? ¿Qué jodidamente te lo proponga?
—Quiero que te quedes... Y si no puede quedarte, quiero que te vayas... Ahora
—lali...
—Ahora —dije—. Todavía podemos ser amigos, pero no quiero que
—Detente. —Me acercó y presionó su boca contra la mía—. Somos más que amigos... siempre lo fuimos. Sólo no puedo estar contigo en este momento.
Abrí la boca para protestar, pero me besó una y otra vez, susurrando cuando ahuecó mis pechos
—: Realmente preferiría si nos pasamos el resto de la noche en la cama y no discutiendo
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Duda razonable
FanfictionEntre dudas y mentiras quiero que seas la única verdad que pertenezca en mi vida +18