Una sola cosa

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Su vida no era fácil, para nada. Ser Batman era una tarea complicada, luchar toda la noche con villanos para mantener a la ciudad a salvo, algo que lo dejaba muy cansado pero no lo dejaría de hacer, pues todo lo hacía para lograr aquel futuro seguro para sus hijos y todos esos ciudadanos que creían en él.

Las noches de patrullaje duraban mucho ya a veces llegaban a extenderse más de lo que esperaba, como la última vez que lucho hasta el amanecer con el Acertijo. Lo peor de eso era tener que prepararse para su vida como Bruce Wayne y trabajar todo el día en su empresa. Esta combinación lo tenía falto de sueño desde hace más de una semana.

Se sentía muy agradecido por esta noche, pues durante todo el patrullaje y vigilancia a ningún criminal se le veía por las calles o causando estragos. Por horas y horas nada ocurría, los villanos de "mayor rango" a los que solía enfrentarse estaban en Arkham y los de "menor rango" no estaban en ninguna parte. La mayor acción que tuvo durante la noche fue separar a dos borrachos fuera de un bar, al principio no pensaba hacer nada y se quedó mirando entre risas hasta que ninguno podía darse un golpe sin caerse. Fue así hasta que vió a uno tomar una botella rota. Los dejó en la comisaría y se fue nuevamente.

Ya por fin era la hora de regresar a su casa y conseguir lo único que quería, por siete días deseo una sola cosa: dormir en su cama cómodamente.

Entró contento al batimóvil y manejó contento hasta la baticueva. Al llegar se cambió su traje por un cómodo pijama y se dirigió a su cuarto. Ya podía sentirlo, estar acostado en su cama junto a su esposo entre cálidas y suaves colchas. Estiró su cuerpo sintiendo cada hueso tronar y cada músculo estirarse. Dolía, pero ese dólar desaparecería al estar en su cama.

Al abrir la puerta de su cuarto se encontró con una imagen sacada de una película de terror, en otra ocasión podría haberle causado ternura y parecerle precioso, pero ahora era todo lo que menos quería. Su esposo, Joker, se acostó como de costumbre en su lado de la cama, pero con todos sus hijos desparramados por todas partes a su alrededor. ¿Ahora dónde dormiría? No había ninguna parte en la que entraría.

Se quedó allí parado deseando llorar. Ni siquiera Superman podía hacer una cosa así.

Alfred que se encontraba revisando las habitaciones para ver que todo estuviera bien se topó con su amo y sabía bien que ya había visto su habitación. Con una sonrisa le dijo:

— ¿Señor quiere que le lleve unas mantas y almohadas al sofá para que pueda descansar?

Historias de la familia BatjokesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora