El tigre y La luna

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Buenas.

Me he tardado un poco en actualizar por que he escrito más capítulos de esta y otras historias.

Continuando con la historia debo decir que voy a arreglar algunas cosas que no me encantan de mi redacción en esta. Pero NO pienso dejarla.

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¿Qué mierda acaba de pasar?

Hace un momento el rey de las maldiciones estaba dispuesto a dejarlo morir con tal de no ser absorbido por Itadori. ¿Ahora le regala su vasija? ¿En la que sigue atrapado? ¿Qué es esto? ¿Una treta o una muestra de aceptación? ¿Podria Sukuna haber aceptado que Megumi es su alma gemela? ¿Por qué? ¿Qué lo haría cambiar de opinión?

Itadori gime mientras cae en la inconsciencia y Megumi lo arrastra dentro del edificio para que no se moje más.

Su mente está en cavilando cien interrogantes. No puede confiar en Sukuna, esta noche le ha quedado claro que es demasiado para que él lo maneje, pero no puede ignorar a Sukuna ahora que conoce su secreto. Hasta no saber sus intenciones con certeza no puede hacer un plan.

Revisa el pecho de Itadori, lo toca y hace un poco de presión en las costillas, el hueso se siente sólido bajo sus manos, la piel esta casi pristina, la lluvia a lavado la mayoría de la sangre y ahora lo recubre con un brillo saludable. Sus latidos son firmes y constantes. Itadori respira como si estuviera plácidamente dormido.

Megumi se sienta junto a él, solo mirando su pecho ascender y descender con calma. Por un momento es como si fuera todo lo que importa en el mundo, los tres están vivos y a salvo. Y eso solo se le puede agradecer a Sukuna

Quien sabe cuanto tiempo estuvo ahí hasta que llego Yaga. Probablemente no tanto, la piel de Itadori estaba casi seca, pero sus uniformes, o lo que quedaba de ellos, seguían muy mojados.

—¿Fushiguro? ¿Qué ocurrió aquí?

¿Qué se supone que le diga? No puede contarle la verdad y tampoco se le ocurre alguna mentira que no meta en problemas a Itadori. Ya le dijo Ijichi que Itadori se había quedado a distraer al categoría especial, ahora esta parcialmente herido.

—Itadori libero a Sukuna para matar a la maldición, retomo el control cuando me atacó y se quedo así.

No es mentira, omitir los detalles salvara la vida de Itadori hasta que Gojo llegue.

Yaga se acerco y lo ve de arriba a abajo—¿Tú estás bien?

Si—Sinceramente no, Sukuna lo golpeo más fuerte de lo que imagino posible, la columna y el costado le arden, pero siempre puede ir con Shoko después de poner a Itadori a salvo—¿Puedes revisar a Itadori?

Yaga no parece convencido, pero no hace más preguntas. Se acerca a examinar al niño inconciente, lo mueve como si fuera un muñeco, abre sus ojos, estira sus brazos y mira su pecho. Cuando ha decidido que esta sano, llama su atención.

—Bien esto es lo que vamos a hacer—Dijo mientras se hinca para cargar al niño de caballito—Los llevare a la escuela y harás todo lo que yo te diga.

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No quiere hacer esto, atar a Itadori a una silla como si fuera un criminal... El chico acaba de salvar su vida.

¿Yaga no intentaría exorcisarlo?

—Quita esa cara Fushiguro, no vamos a hacerle daño.

Megumi se avergüenza por pensar así de su director y hacerlo obvio, probablemente solo está intentando ayudar, de alguna manera.

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