El amor es una maldición

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Satoru hace todo lo posible por jugar bien con los miserables, aracicos, cobardes y estancados ancianos que dirigen el mundo del jujutsu, fuera de broma, todos y cada uno decidieron tomarse el día libre para sacarlo de quicio. De alguna manera se alinearon todos los astros (los estudiantes de la otra academia, Yaga y Utahime) para que actuará prudente y no les volará la cabeza con un púrpura.

Encima Megumi también esta... siendo muy ensimoso, no pregunta por Itadori, pero mira ansiosamente a Satoru como un niño esperando un helado y lo perseguía como un patito perdido, apareciendo y desapareciendo en los lugares más inesperados cuando pensaba que lo había dejado atrás. Considera seriamente ponerle un cascabel cuando aparece en mitad del funeral del abuelo de Itadori, espiandolos detrás de un edificio.

Lo único bueno fue Itadori Yuji, el chico era admirable, deseoso de la vida y amable. Satoru lo acompaño durante su duelo y el entierro de su abuelo, antes de que tomará una decisión, pudo ver que el chico era pura valentía y buenas intenciones. Le agrada profundamente el chico y presiente que encontrará un lugar en el mundo de la hechicería para cuando contenga los 19 dedos que alguna vez comerá.

Esta impaciente por presentárselo a Megumi, independientemente de si Sukuna es su alma gemela, Yuji es justo el amigo que Megumi necesita ahora. Sí acaso puede lograr que no lo incomode con su comportamiento asechante.

***

Megumi sabe que esta siendo ridículo. Esta mañana después de la ducha, se coloco las cremas con olor a malvavisco que Tsumiki le obligaba a ponerse todos los días, se limpio la venda de la cabeza, intento peinar su ya de por si hiper crespo cabello para darle forma y cuando no funcionó hizo cita con un peluquero reconocido en Japón por salvar causas perdidas, y lo peor, cuando Gojo le dijo que iría a ver a Itadori subió rápido a su cuarto se puso la colonia más exclusiva de su armario y bálsamo labial antes de correr escaleras abajo tras de Gojo.

Todo para estar aquí escondido detrás de un arbusto vigilando a Itadori y a Gojo mientras conversan de su abuelo recién muerto. Megumi quiere arrancarse los ojos de la vergüenza.

"Esto está mal". Piensa mientras se aleja de la pareja, termina reclinandose en un edificio del lugar a la sombra. Piensa en Tsumiki. Piensa en Itadori, lo horrible que debe ser haber amanecido hoy para él. Piensa en esa chica linda que quería invitar a salir, Miwa. Se revuelca en su propio autodesprecio hasta que nota que los hombres se fueron.

Lo mejor es que regrese a la escuela, se olvide de estas tontas ilusiones y dejar que Gojo se haga cargo de las cosas, esta conciente de que hace más daño que bien estando de metiche, pero aún así, no se va por que quiere verlo otra vez.

Megumi usa a sus perros para rastrearlos, incluso ellos parecen emocionados por la nueva noticia, Shiro aúlla y Kuro lo sigue, Megumi sujeta sus bocas para silenciarlos tan rápido como puede, cuando los suelta ambos brinca y corren a su alrededor como cuando eran cachorros y sabían que Gojo venia de visita. Los perros lo guían dentro del crematorio hasta un cuarto qué huele a incienso fresco y los hace desaparecer.

Piensa en tocar, piensa en lo que va a decir cuando vuelva a ver a Itadori, pero la puerta se abre antes de que forme un pensamiento coherente. Itadori lo saluda muy emocionado mientras su mente corre a mil por hora y no encuentra como ser cálido o apreciativo, entonces solo le da la "bienvenida" a la escuela de hechicería de la forma mas escueta posible y se van, por suerte ltadori no es capaz de pensar mal de él. Gojo les da una mirada divertida y Megumi maldice su falta de destreza social.

Los acompaña de regreso a la escuela una vez que termino de honrar a su abuelo y empacar unas pocas pertenencias, camino a su lado escuchándolo hablar todo el tiempo, algunas preguntas oportunas, un comentario innecesario sobre la cantidad de alumnos y dos paradas por bocadillos más tarde por fin entraron al terreno de la escuela.

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