Mil años

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Buenas.

Se que me he tardado mucho en sacar este capítulo y lo lamento mucho

Quería hablar desde la perspectiva de Sukuna y no me había decidió sí hacerlo bien Fluffy o el desastre nuclear de Gege, al final hice una combinación de ambos que me gustó.

Me tomo muchos días construirlo así que acepto críticas sobre si algo no encuadrar demasiado para arreglarlo después.

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Espero que el niño retomara el control de inmediato, pero no despierta. Después de restregarle su ineptitud y aprovecharse de su poder sin ninguna consecuencia lo mínimo que podía hacer era no hacerle perder el tiempo y parar esta burla.

El silencio que sigue es tan penetrante, hace un momento el mocoso estaba soltando alaridos sobre estupideces, deseando una muerte diferente. (Sukuna esta más que feliz de complacerlo una vez que encuentre como deshacerse de él).
Pero ahora esta demasiado callado.

No ha muerto, Sukuna sigue anclado a su alma, pero esta lejos de la superficie. ¿Se perdió en el vacío? ¿Corrió a esconderse y encontró su área innata? No, Sukuna podría sentirlo si estuviera ahí y si no está ahí debe de estar en su propio dominio, donde está a salvo. Debe estar lloriqueando en algún rincón, bueno, mientras no toque la caja negra no causará problemas.

Tiene un tiempo limitado hasta que encuentre el camino de regreso, pero ahora mismo tiene un mundo de posibilidades. Empezando por los amigos del mocoso, tiene una promesa que cumplir.

Rompe el dominio incompleto con unos cuantos cortes y busca cualquier señal de los hechizeros, no tarda en notar que la mayoria se ha ido y casi se siente decepcionado de lo rápido que huyeron, pero no era la primera vez que la tierra se desolaba solamente por que se anuncio su llegada. La experiencia le habia enseñado que aquel que se quedo, ese es el único que importa.

Hoy, es el muchacho estoico, Megumi Fushiguro, quien había decidido salvar nuevamente al mocoso Itadori. Mira impetuoso al edificio como quien espera ver al sol salir para calentarse después de una helada.

"Que ingenuo." Piensa mientras evita reírse a carcajadas. "Cuanta fe dispuesta en un solo idiota."

Se oculta en la oscuridad y aparece detrás de él, el joven se sorprende y se pone duro como una piedra.

Hablan, él principalmente, juega con las esperanzas y miedos que puede encontrar en el muchacho, Fushiguro no puede sostener su fachada de héroe y tiembla como una oveja, pero aún no trata de escapar, es casi adorable.

Se ve delicioso, la piel pálida y pristina prometía ser tierna y blanda, el resto es en su mayoría músculo magro, más difícil de morder, si estuviera en otras circunstancias se tomaría su tiempo para desangrarlo y esperaría hasta que la carne volviera a ablandar después de la muerte para probarlo. Si Uraume estuviera aquí, lo marinaria para él en sus especias favoritas o lo ahumaria y lo serviría mientras Sukuna bebía vino.

No se daría el gusto de comer dignamente esta noche. De todos modos, aquellos que dan una buena pelea siempre saben bien. La adrenalina de una victoria sobre la muerte era su condimento preferido, junto con el terror de su adversario.

Pero Fushiguro jadea y su uniforme se estira a la altura de sus caderas, al contrario de tantos anteriores, temblaba de deseo y Sukuna sabe que no lo esta imaginando, la forma en que lo miró cuando se deshizo de la incomoda prenda, cuando arrastro de sus ojos por el cuerpo del chico poseído, casi acariciando los tatuajes, en que se quedo sin saliva cuando trago el dedo, inconscientemente se mordió el labio, cerro los puños y los llevo un poco mas cerca de su entrepierna. Este niño quiere probarlo más de lo que quiere matarlo, tal vez más de lo que quiere a su amigo de vuelta.

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