Cap 10. Entre historias y pasillos

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—¿A dónde vas? —murmuré con la voz ronca.

Mis manos que habían encontrado los aparatos ahora buscaban a Dimitri entre las sábanas y fue la ausencia de este lo que me llevó a sentarme sobre la cama de golpe. Me frotaba los ojos tratando de que estos se aclararan.

—¿Dimitri?

Y así permanecí en su espera hasta que me di por vencido y acepté que el alfa había salido. Los omegas en celo se vuelven más sentimentales y nostálgicos así que podía justificar mi necesidad por la presencia de Dimitri, pero tampoco iba a agravar la situación dejando que se apoderada de mis pensamientos así que fui a por una ducha fría para despejar la mente aceptando que quizás no iba a volver pronto.

Pero como se apretó mi corazón cuando salí y la habitación continuaba vacía.

Me puse a jugar en la habitación descubriendo los grabados y dibujos en las paredes. Algunos parecían estar tallados con piedra, otros hechos con crayola y lápices de colores. Había más indicios de que un niño estuvo en el lugar que en el castillo.

Un olor similar al de Dimitri dirigió mis pasos hasta un enorme ropero antiguo en el centro de la habitación era llamativo y mucho, no por su tamaño o por el diseño tan particular de estrellas perdidas entre el negro como un brillante cielo nocturno que si te movías un poco parecía seguirte en una ilusión óptica impresionante; era la imagen pulcra y cuidada a diferencia de los otros objetos que lo volvía más extraño y despertaba la curiosidad.

Perchas de ropa pasada de moda de esa que no se veía en la calle o televisión desde hace un tiempo le dio la bienvenida a la curiosidad de mis ojos.

El único par de zapatos de mi talla eran unos de color rosa con un copo de nieve como decoración en la parte superior. Me coloqué la camisa más grande que encontré y la abotoné sintiendo la culpa invadirme por usar la ropa de otros, me quedé solo con la camisa blanca pues me llegaba hasta los muslos y si el calor de mi cuerpo seguía, mi trasero no tardaría en mojarse y no quería arruinar está ropa.

Ropa de hombre y mujer, dibujos tallados tapados por la ropa me llevan a intentar mover las perchas para ver los dibujos y la ropa con mejor detenimiento.

—Desvístete.

La voz de Dimitri resuena por el lugar como el rugido de un animal temperamental.

—¿Con qué derecho? —Me toma de la muñeca y retrocedo asustado a lo que deja ir el agarre—. También quítate los zapatos.

Desnudo en una esquina veía al pelinegro tocar la camisa y plancharla con las palmas y yemas de sus dedos como si quisiera borrar cada arruga que yo haya dejado sobre esta y no hace mucho había devuelto los zapatos al lugar original no sin antes darle unas palmaditas igual para limpiarlos de cualquier suciedad que mis pies pudieron dejar.

Tomé con fuerza la sabana de la cama para cubrirme y me senté, suspirando con ironía al crearme todo tipo de ideas extrañas sobre la actitud del alfa. «¿Guarda cosas de sus exs? y a mí me abandona después del sexo». Pensé al enumerar sus actitudes extrañas.

—No pienses cosas extrañas —expresa el alfa sin darme siquiera una mirada.

—No estoy pensando en nada.

—Entonces salgamos afuera para que pienses, quizás necesitas aire fresco.

Levantó la vista con horror al recordar que el exterior de la cueva no era un campo de flores, ni siquiera un bosque normal. Estaba llenó de alfas asquerosos y Dimitri es como un topo cobarde que se esconde de ellos en su madriguera ¡Y ahora quiere sacarme!

—Te dije que no pienses cosas extrañas —Se planta frente a mí y no puedo descifrar su expresión.

—¿Estás molesto, pero finges estar tranquilo o estás planeando matarme y finges estar tranquilo? —preguntó con los ojos abiertos mientras juego con las manos.

El Nieto De La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora