Cap 14. Segundo deseo

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—Mi segundo deseo es recibir tu marca.

—No entendiste, Lassy —Dimitri llevó un mechón de mi cabello hasta mi oreja—. Eres tú quien tiene que pedir el deseo.

—Y eso estoy haciendo —contesté.

Mi voz no fue para nada fuerte hasta podría considerarse apagada o con falta de emoción. Por eso me sorprendí cuando a través mis brazos sobre el cuello de Dimitri percibí claramente como la piel se le erizaba.

—¿Me crees digno?

—No del todo —dije con total honestidad—, pero tienes los dotes suficientes para ser aceptado.

—¿No lo estarás haciendo por lo del baile? ¿cierto?

Parpadeé varias veces y traté de mantener una expresión calmada que no levantará sospechas.

—Talvez es más porque... te marqué primero y solo un poco por lo del baile— arqueé las cejas— ¿no quieres hacerlo?

—No, no puedo negarme a está maravillosa petición, pero estoy sorprendido. La marca permanece por toda una vida ¿sabes lo que significa para ti que solo tienes una? —preguntó con seriedad.

—Lo sé.

— ¿Lo dices enserio?

—Sí.

—Ya que insistes, no puedo decepcionarte.

Nos miramos fijamente.

La cercanía era tanta que sentía que en cualquier momento nuestros rostros se fundirían para convertirse en uno solo.

Mi terquedad —que brotaba en los momentos más inoportunos y extraños— no me dejaba retirar la mirada como si estuviésemos en una batalla silenciosa y mantener mis ojos sobre el azul de los suyos significará que podría coronarme como el vencedor.

—Repite tu deseo —pidió rodeando mi cintura entre sus brazos.

—¿Aún no me crees? —pregunté.

La situación era tan hilarante que ambos parecíamos tener una capa de sonrisas a punto de despegarse de nuestras caras.

—No, solo quiero escucharte pedir ese dulce deseo de nuevo.

—Márcame.

Dimitri envolvió mi cuello con el calor de su respiración e inmediatamente sus besos sobre la piel llenaron el cuarto de baño.

Las pequeñas llamas de las velas en los candelabros resplandecían brillantemente en el cuarto de baño. El espacio no estaba lejos de al menos 8 habitaciones modestas de las que usan las personas normales y el color dorado era la máxima representación de su identidad, en una de las paredes colgaba un gran espejo de dorado reluciente y en el centro una bañera de mármol blanco le daba más cuerda al innecesario y ridículo lujo que envolvía el lugar de izquierda a derecha.

Me giró y el espejo capturó nuestras figuras en su reflejo.

—Dilo correctamente —habla el pelinegro—, ¿Cuál es tu deseo? —murmura con una voz seductora.

Mis mejillas se calientan como teteras expuestas al fuego de sus palabras.

Entendía por completo el significado de ese tono.

—Quiero tu marca.

Me estremecí al sentir el calor producido por su respiración golpeando con suavidad, pero dejando un rastro ardiente sobre mi cuello.

—Dilo correctamente —habló con la voz ronca.

—Marca...

Frenó mi respuesta colocando una de sus manos sobre mi boca.

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⏰ Última actualización: Oct 20 ⏰

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