Tanjiro nota por primera vez a Muichiro Tokito,al verlo queda prendado y absorto,no sabe la razon,pero siente deseos de acercarse y conocerlo mas.
Muichiro en cambio,se ve sorprendido,no esperaba que alguien como Tanjiro se fijara repentinamente en...
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El vapor de la tetera llenó la cocina, esparciendo el aroma del agua hirviendo que pronto se vertió en una taza de té verde.
La bebida comenzó a teñirse de un verde oscuro mientras un "clic" nítido y breve acompañaba el "pop" del pan que salía de la tostadora.
El sol se filtraba suavemente a través de la ventana, iluminando la habitación donde cada uno se preparaba su desayuno.
—Aquí tienes, madre —dijo Tanjiro, ofreciendo amablemente la taza de té verde sobre la mesa.
—Gracias, Tanjiro, eres muy amable —respondió su madre con una sonrisa ligera, tomando el té y soplando el vapor que ascendía del líquido.
—Por cierto, tengo algo para ti —añadió, después de un sorbo, dejando la taza sobre la mesa.
—¿Oh, de verdad? ¿Qué es? —preguntó Tanjiro, curioso.
—Ven, sígueme. Lo tengo guardado en mi habitación —dijo la madre, levantándose y dirigiéndose fuera de la cocina.
Ambos salieron y llegaron a la habitación de la madre, donde una bicicleta casi nueva y reluciente estaba guardada.
Tanjiro se mostró claramente sorprendido mientras su madre se acercaba para entregarle el regalo.
—Aquí tienes, hijo.
Es para que vayas al instituto en bicicleta, sin tener que esperar tanto al autobús con tu hermana —dijo la madre con una sonrisa cálida.
—¡Wow! Muchas gracias, mamá. Sin duda la usaré —respondió Tanjiro con una sonrisa, sosteniendo la bicicleta con entusiasmo.
Tras terminar el desayuno, Tanjiro se despidió de su madre y de sus hermanos pequeños antes de partir al instituto en bicicleta con su hermana.
—¿Estás bien agarrada, Nezuko? —preguntó con una sonrisa, mirando por encima del hombro.
—Sí, ya puedes empezar —respondió Nezuko, sujetándose de la espalda de su hermano mayor.
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—Muy bien, mocosos, van a hacer estos ejercicios de matemáticas y les daré 10 minutos. ¡Así que dense prisa! —exclamó el profesor Shinazugawa con firmeza, su voz resonando por el aula.
Tanjiro observó cómo Muichiro, con su larga melena oscura, se inclinaba sobre su libro y apuntes, una expresión de desánimo en su rostro.
El susurro frustrado que escapó de los labios de Muichiro, apenas un "Mhn...".
