IX: Oh là là, una boda.

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Habían pasado un par de semanas sin mucha novedad, pequeñas fiestas de té por aquí, uno que otro baile por allá y ninguna novedad. Pero finalmente, el gran día de Simon y Daphne había llegado. La ceremonia en la iglesia fue linda, pero breve y con muy pocos invitados, solo habían asistido los Bridgerton, los Hamilton y Lady Danbury.

La fiesta al fin comenzaba, y esta sí tenía muchos invitados, la reina incluida. El salón lucía hermoso, estaba decorado con flores frescas y grandes candelabros con cientos de velas, muchas mesas repartidas con diferentes dulces deliciosos y otras con diferentes tipos de bebestibles llenando el lugar de deliciosos aromas que se mezclaban con el perfume caro de los invitados.

En la pista de baile había varías parejas, entre ellas, Adaline y Edmund Harrington. Todos en la casa Hamilton votaban a favor de Edmund, pero la joven aún no se decidía entre él y James Pembroke, aunque era un poco obvio que Adaline sí tenía un predilecto.

Poppy buscaba con la mirada a su hermano menor, pero se distrajo cuando vio como al salón entraba un joven rubio, con una leve barba y ojos verdes. Ella lo miró sorprendida durante unos segundos, él abrió los brazos y una gran sonrisa se formó en sus labios.

–¡Lucien! –Exclamó Poppy emocionada antes de abrazarlo.

–¡Poppy!

Los brazos del francés la envolvieron con firmeza mientras la levantaba y le daba un par de vueltas. Ambos se habían extrañado mucho, la última vez que se vieron eran unos adolescentes, Poppy debía haber tenido unos dieciséis años y Lucien diecinueve.

Como siempre, el comportamiento poco adecuado llamó la atención de muchas personas en la fiesta y despertó los celos de muchas mujeres al presenciar el abrazo, ¿Cómo era posible que Poppy Hamilton siempre atraía a los hombres más apuestos y de mejores familias?

–Te extrañé tanto... –Murmuró Poppy riendo levemente por las vueltas anteriores. –Mírate, estás muy guapo.

El rubio soltó una pequeña carcajada.

–Yo también te extrañé. –Dijo sin borrar su gran sonrisa. –¿Yo? Tú estás hermosa.

La joven rio bajito mientras Lucien tomaba su mano y la hacía girar en su lugar para poder apreciarla mejor. En ese momento, solo existían los dos mejores amigos, ajenos a los murmullos chismosos de los otros invitados y la mirada curiosa de la reina.

–Poppy Hamilton, ¿me concedes este primer baile luego de tantos años separados? –Preguntó el francés con una formalidad divertida para ambos, ya que no solían hablarse así.

–Oh, Lucien De Valois, acepto encantada –Le siguió el juego intentando no reír.

El hombre le ofreció su brazo y Poppy lo tomó sin dudarlo un segundo para luego caminar juntos a la pista de baile, la canción recién comenzaba así que se integraron con facilidad.

A lo lejos, Benedict y Anthony bebían una copa de champagne mientras charlaban casualmente sobre la boda y los invitados, manteniendo su atención cada cierto tiempo en sus hermanas menores, entonces vieron como Eloise se acercaba a ellos.

–¿No están aburridos? –Pregunta antes de tomar un vaso de limonada de la mesa y bebe un poco.

–Para nada, además, la fiesta recién comienza –Respondió Anthony riendo bajo por el desagrado que su hermana sentía por los eventos sociales. –¿Y nuestros otros hermanos?

–Bailando –Suspiró con pesar antes de mirar a Benedict suplicante, su hermano favorito siempre estaba dispuesto a llevarla a casa.

–Ni lo sueñes, es la boda de Daphne, no puedes irte –Se burló Benedict antes de beber algo de champagne –¿Y Penélope? Ella es tu amiga, siempre están juntas.

A lady's prophecy (Benedict Bridgerton & OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora