Ema Hanyu vive en silencio, un silencio tormentoso y que levanta una barrera contra el mundo, hasta que aparece Tobio Kageyama, dispuesto a tirar cualquier muro para ayudarla a volar.
- "Nadie me responde, pero aún puedo oír tu voz"
• Un fanfic de T...
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AMIGOS.
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Ema no sabía nada sobre voleibol a pesar de haber pasado el último mes observando los entrenamientos a hurtadillas.
Aunque, en realidad, no sabía nada sobre deportes, nunca había tenido interés en practicar uno, la música había sido su pasión durante toda su vida y se dedicaba a pasar las tardes sentada ante un piano. Lo suyo era eso, escuchar las melodías, pero ahora, todos esos años desperdiciados, siendo una obsesiva de la música, parecían no valer nada.
Cerró los ojos disfrutando del sonido del balón y de los tiempos en que tardaban para realizar un servicio. Lo poco que había notado con su casi nula inteligencia era que el voleibol no se trataba solo de golpear el balón, había una brecha enorme de técnicas y estrategia detrás, en las cuales se necesitaba mucho pensar. Como por ejemplo, descubrir el ritmo del juego entre un equipo como el del Karasuno, que era constante y, cuando se emocionaban o querían obligarse a anotar, subía de intensidad como una canción de Mozart.
Los ojos azules cayeron en ella y Ema abrió los ojos en el momento exacto en que Kageyama dejó caer el balón para salir en su dirección. Le temblaron las piernas cuando lo tuvo en frente, extendiéndole el celular con el chat abierto y grabando un audio.
— Te dije que se vería mejor desde adentro — dijo con voz aburrida, parándose tras de ella para darle un empujoncito por el hombro. La obligó avanzar a trompicones hasta la entrada del gimnasio, donde el entrenamiento pareció suspenderse un instante, con todos los ojos puestos en ella —. Ven, puedes sentarte y ver.
Ema contuvo la respiración, temblando y sintiéndose muy intimidada cuando notó a dos de los muchachos sonreírle con una alegría abrumadora y a Hinata aparecer de la nada de un salto frente a ella.
— Hey, nuestra admiradora está aquí — dijo uno de los peli negros de cabello corto, sonriéndole con amabilidad.
Debía ser alguien de tercero, su presencia era hipnotizante.
