Ema Hanyu vive en silencio, un silencio tormentoso y que levanta una barrera contra el mundo, hasta que aparece Tobio Kageyama, dispuesto a tirar cualquier muro para ayudarla a volar.
- "Nadie me responde, pero aún puedo oír tu voz"
• Un fanfic de T...
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LENGUA DE SEÑAS.
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Sus largos dedos presionaron las teclas del piano con naturaleza entonando la pieza "Wedding Love" la favorita de su padre. Las bocinas retumbaron a su costado provocándole una vibración en el pecho, tuvo que conectarlas al sonido del piano para poder oírse a sí misma. Seguramente, en la planta de abajo, su madre debía estar refunfuñando por el gran ruido, pero esa era la única manera en que podía escucharse a sí misma.
El crujido de la tecla errónea que su dedo índice presiona trae como consecuencia un chillido agudo, arruinando la armonía de la pieza. Con irritación, Ema dejó caer ambas manos sobre las teclas provocando un golpe grave con el desentonado ruido de las notas sin sentido que tocó al azar, un ruido muy parecido a su enojo.
Si perderás la audición algún día, ¿por qué no aprendes lengua de señas?
Es ridículo. Lo sabe.
Algún día no podrá oír. El sonido de los pájaros, las gotas de lluvia, el aire azotando con fuerza, las olas del mar, el piano, la voz de mamá y papá, las ocurrencias de Hinata, los festejos del equipo del Karasuno, los gruñidos de Kageyama y el balón cayendo en el suelo del gimnasio. Un día, sin más, no los oirá, ¿los olvidará? Eso es lo que más le aterra.
Tal vez el azabache tenga razón. No puede comunicarse toda la vida por medio de un aparato electrónico y... pero imaginarse sin oír nada es desastroso, no quiere aceptarlo.
Es que, sería bueno poder comunicarnos con algo que no sea el teléfono.
Sí, si no quiere hablar... pero hablar le aterra. Separar los labios y forzar a sus cuerdas vocales a emitir un sonido y luego, que ella no pueda oírlo, que no pueda oírse a sí misma. Se moriría si eso pasaba.
Te ayudaré a volar.
Él estaba cumpliendo su promesa. Podía ver al otro lado del muro cuando estaba junto a Kageyama y Hinata, ese par tan extraño que le agitaba el corazón, haciendo el ambiente tan familiar pese a ser casi desconocidos.
