Agua salada

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POV Helena

La ciudad tenía mucho encanto. Bajé en mi camino hacia la playa andando, y atravesé un par de parques muy bonitos. Uno tenía una zona especial para entrenar a los perros, cosa que me pareció muy adorable. 

-En cierta manera, yo también soy una especie de perro, al parecer. -Solté una carcajada para mi misma, esperé que nadie me hubiera oído. En fin, lo bizarro de la situación me hizo reírme. 

Continué por una de las calles que descendían hacia el mar. El olor a agua salada se intensificaba a cada paso que daba. Era una sensación extraña, pero me traía recuerdos felices. Al fondo, en el horizonte, se veía una masa azul. Era el mar. Siempre he escuchado que el mar cura todas las heridas, creo que en el fondo tenía la esperanza de que me curase a mí. Entera. 

Terminé la calle que me pareció eterna, y di al paseo marítimo de la ciudad. En realidad, el GPS solo había tenido que mirarle un par de veces, me limité a seguir la brisa. La estampa era preciosa, el paseo marítimo estaba lleno de gente dando paseos, se podía ver a muchas parejas sentadas al borde del paseo, disfrutando de un helado juntos. Al verlos, recordé que había cogido un poco del dinero que traje para el viaje, y me decidí a encontrar la heladería de donde venían todos con esos helados suculentos. Pocas veces en la vida he podido darme el lujo de comerme un helado de heladería. Y estaba en la playa. ¿Qué otra ocasión más idónea para darme el capricho que esta? Además, en el camino hacia aquí, había empezado a anochecer, y hacía un clima fantástico. 

Encontré la heladería y me puse a la cola. Estaba emocionada, me sentía como una niña la mañana de navidad. Atendieron a 2 chicas antes de mí, y me asomé a ver qué sabores tenían para poder pedir. Me asombró ver la cantidad de opciones que tenía delante de mí. Pero decidí dejarme guiar por los que tenían mejor pinta. 

-Hola, perdona, ponme un cucurucho de dos bolas. Mitad mango y mitad sabor tarta de queso. -Me aventuré. 

La camarera me sonrió, atenta. Sacó un cucurucho y dispuso los dos sabores en el mismo. Cogió un par de servilletas y me las ofreció, junto al helado. 

-Son 5 dólares. -Me dijo. Sonreí. Le di el dinero y cogí el helado y las servilletas. -Gracias, disfruta. - Dijo, sonriendo. Le correspondí de la misma manera. 

Emocionada, lo probé. Primero la parte de Mango. Guaaau, estaba delicioso, parecía casero. Pero al probar la parte de tarta de queso, me quedé indecisa sobre cuál era el que más me gustaba. Viendo que todos lo hacían, yo también me acerqué al borde del paseo, me senté en el borde y miré mi helado. Respiré el aire cargado de brisa marina. Pues resulta que me encanta el mar. Empecé a disfrutar de mi cucurucho.

-Vaya, parece que así es como vive la gente con suerte. -Habló Lía, que llevaba sin decir nada desde que tuvimos la que ya recuerdo como 'la conversación más extraña e incómoda de nuestra relación'. 

-Ah, estás aquí, Lía. -Dije, suspirando. Aún estaba molesta con ella. Eran muchas las cosas que me había ocultado, y yo habría jurado que no nos ocultábamos nada. Me sentía.. traicionada. 

-Hely, porfa. Pooooooorfa. Pooooorfis... ¿Cómo puedo ganarme tu perdón? - Suplicó. 

No sé a quién pretendo engañar, no soy capaz de pasar más de un par de horas sin hablar con..¿mi loba?

-Está bien, pero tenemos que volver a construir la confianza, Lía. -Dije para mí misma. 

De repente, noté como alguien se dirigía a mí.

-Perdona, pero se te está cayendo el helado. ¿Hola? - Volví en mi, nunca me había percatado de que cuando hablo con Lía, en realidad todo pasa dentro, por fuera parezco una persona random mirando a la nada. Qué v-e-r-g-u-e-n-z-a. Me habló desde mi izquierda, de pie, al lado de donde yo estaba sentada. Miré en su dirección.

La persona que me había sacado de mi trance era un chico muy guapo, parecía de una edad cercana a la mía, tenía unos ojos de un verde manzana precioso, y un pelo rubio que le caía casi hasta esos ojos tan bonit....

-Eh, perdona, sí,... no me he dado ni cuenta, gracias. -Respondí, creo que no podía sonrojarme más de lo que estaba justo en ese momento. 

Seguramente me había quedado mirándolo con cara de tonta. Hola Helena, ¿podrías dar más pena?. Suspiré, y le sonreí. 

-Estos helados los mejores de todo Crescent City, es una pena.. -Dijo, y sonrió. Yo morí de vergüenza de nuevo. 

Esto de interactuar con chicos es algo demasiado nuevo para mí.

-Está muy rico, sí.  

Me giré a mirar el mar, mientras seguía disfrutando de mi helado. Antes de que me sacaran de mi trance, me manché el brazo con un poco de helado derretido. Avergonzada, me había limpiado apresuradamente con una de las servilletas que la camarera me dio. Pero en serio. Vaya ojos. Sonreí sin darme cuenta. 

Noté que un ente se sentaba a mi lado, a mi izquierda. Me giré mientras tomaba mi helado. Era él. Mi cuerpo se tensó ante la proximidad. 

-Vale que sigas enfadada conmigo Hely, pero por favor, no pases del pobre chico. 

-Está bien, pesada. 

-El mar es precioso con el atardecer. -Le dije. Me arrepentí al segundo. Oh, venga, Helena, Pídele matrimonio ya, si ves que tal. Qué desastre. 

Él se rio. 

Por esto es por lo que no suelo hablar con nadie. La gente se me da entre fatal y horrible. 

-¿No eres de por aquí, verdad? Te habría visto antes, créeme. -Sonrió de nuevo. Ay. Tiene o-y-u-e-l-o-s. ¿Cómo voy a sobrevivir al día de hoy?.

-N..no. Soy nueva, pero no creo que me quede mucho por aquí. Aunque me gustaría... -Dije, sorprendiéndome a mí misma ante esa declaración. Di el último mordisco al cucurucho de mi helado. La verdad que había probado pocas cosas más ricas. 

-¿Haces algo esta noche? Vamos a hacer hoguera unos cuantos en la playa, y ya que no pareces conocer a nadie.. ¿Te quieres venir?. Soy Eric, por cierto. -Me tendió la mano.

-Eh, yo.. no sé. -Le devolví el saludo. -Soy Helena, estoy aquí sola con mi tío, mañana es mi cumpleaños...

-¿Tu cumpleaños? Pues no se diga más, te vienes. ¿Te quedas muy lejos de la playa?.

-No, estoy a unos 20 minutos andando, he llegado bastante bien. -Estaba genuinamente orgullosa de mí misma por esto.

-Perfecto. a las 22.00 te veo aquí. ¡Hasta luego! - Dijo enérgicamente, y se levantó. Cuando quise darme cuenta de lo que había pasado, ya no estaba a mi alrededor. 

¿Qué acababa de pasar? 



No puedo ser tu LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora