Capítulo 4

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—Perdón.

—No pasa nada,¿estás bien? —pregunta al verme un poco mareada.

—Perfectamente.

—Venga, te invito a un café,¿aceptas?

Asentí con la cabeza sin pensarlo dos veces y rápidamente coge de mi muñeca y me sacó de la fiesta para ir a un pequeño café que quedaba a una calle de la casa de las gemelas. Al llegar nos sentamos junto a la ventana.

—¿Te encuentras bien? —pregunta al verme mirando a todos lados menos a él.

Es que esos ojos son bellos

Sus ojos son tu debilidad querida

No exageres, son lindos, pero no son mi debilidad. Aparte, él no es mi tipo.

—Oye, regresa a la tierra -dice chasqueando sus dedos enfrente de mi y con eso reacciono.

—¿Eh?

—¿Segura qué te encuentras bien?

—Claro, mejor que nunca —digo segura para que deje de preguntar.

En ese instante llega una mujer con una pequeña agenda en la mano y un lapicero.

—Hola, espero que estén bien ¿ya están listos para hacer su pedido?

—Yo quiero un capuchino —dice él.

—Lo mismo para mí, por favor —dije a continuación.

—Enseguida —dice la mujer marchándose.

Hubo un momento donde lo observé y ya me estaba mirando, nos mantuvimos la mirada hasta que llegó aquella mujer con ambos capuchinos.

—Gracias —decimos al mismo tiempo y luego la mujer se marcha.

—¿Tengo algo?, porque te has pasado todo el rato mirándome.

—No,no,es solo que...te queda muy esa ropa, aparte de que solo nos hemos visto una vez y solo te vi con la ropa de básquet.

—Hablando del básquet, no sabes cómo me llamo —digo recordando que me había pedido el número,—que nunca se lo di —pero nunca le dije mi nombre. —Soy Ayla.

—Oliver, un placer.

—El placer es mío.

—Bueno y que te trae por aquí.

—Sólo he venido por mi mejor amiga, me ha invitado a la fiesta de estás chicas; ¿y a tí?

—Unos gemelos de mi clase son los mejores amigos de las gemelas y acabaron invitando a mi también a la fiesta.

—Vaya, si que coincidimos un poco.

—La verdad.

Iba a decirle algo pero mi oración es interrumpida por el sonido de mi móvil.

—Dame un minuto, regreso en un momento —le digo en lo que voy caminando hacia afuera.

—¿Hola? —digo

—Amiga, ¿dónde estás?. Te llevo buscando hace media hora —dice al otro lado de la línea y por la voz, era Sara.

—Lo siento, es que he ido a despejarme un rato, estoy caminando hacia allá —digo para que no me empiece a buscar.

—Vale, te espero aquí —dice finalizando la llamada.

Después de tomarme dos milisegundos afuera donde el aire nocturno golpeaba mi piel decidí entrar y volverme a dónde estaba Oliver.

Una primavera inolvidable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora