Día 1: Dédalo e Ícaro

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Wednesday, una mente maestra de la antigua Grecia, cuyas manos dieron vida a inventos que solo parecían existir en sueños, y llevaba años buscando resolver una gran pregunta, una pregunta que ni la diosa Atenea le pudo ser de ayuda.

¿Sabes lo hermoso de las aves?

En el atardecer de uno de aquellos días donde solía sentarse a dibujar el rumbo de los cuervos  en su libreta, notó que una joven irrumpía su tranquilidad, sus ojos tan azules como el cielo de Atenas al amanecer le miraban curiosos, queriendo espiar sus trazos.

¿Te gustan? —preguntó sin responder.

Me gusta verlas volar.

No creo haberte visto por aquí antes, lo notaría —la joven sonrió ante la respuesta— Digo, solo yo suelo pasear por esta zona entonces notaría si hay alguien más a parte de mi.

Descuida, llevo poco de llegar a este lugar, soy Enid.

Wednesday.

Las tardes en Atenas eran tranquilas para la joven inventora, que dedicaba su tiempo a compartir sus hallazgos con Enid, puesto que así como Wednesday, compartía la vena inventiva. No había problema que no pudieran resolver, ni acertijo que no encontrara solución frente a las manos de aquellas dos atenienses.

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¿Sería malo si solo quisiera pasar mi vida contigo? —dijo Enid un día provocando que las manos de Wednesday resbalaran del engranaje que estaba montando y desarmaran la pieza de golpe.

¡Enid!

¡Perdón! Jajajajaja —la chica se acercó a intentar ayudarla pero entre risas solo conseguía desmoronar más la pila de piezas— Lo siento tanto, Wends. Es solo que a veces hablo con lo que tengo en mente.

¡Pero no digas cosas así a la ligera! —se resignó en intentar rearmar el aparato y lo dejó estar cruzándose de brazos.

Bueno, pero no es algo a la ligera, aprecio tu compañía. Quiero creer que entre tus regaños y esa mirada tan tajante realmente también aprecias la mia —la joven tentó acercarse a ella posando una mano sobre su brazo aún sin soltar— Entonces... ¿sería malo si lo quisiera?

No sería malo.

Vaya —sonrió— al menos pensé que me dirías algo como "Si el Olimpo fuera tu mirada, me rendiría ante los dioses de tus iris".

Enid —la chica distendió los brazos y tomó su mano antes de continuar— al conocerte sentí que Eros me sacudió el alma, como el viento que en la montaña sacude a los árboles casi desde la raíz. Encendiste un fuego en mi corazón helado capaz de secar el tártaro y arrancarte de mi lado sería como pedirle a Apolo que no llore por la pérdida Dafne. 

Oh... 

Espero que estas palabras sirvan para entender un poco de este deseo que tengo de permanecer a tu lado con la misma intensidad con la que lo sientes tu.

Ella solo la abrazó en respuesta y tomándola de la mano se fueron a ver el atardecer juntas.

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Wenclair Mitológico - Reto Julio 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora