ʕ⁠'⁠•⁠ᴥ⁠•⁠'⁠ʔ || CAPÍTULO 04

282 43 2
                                    

Me resultaba sumamente difícil confiar en aquel hombre. Sus palabras, aunque plausibles, me generaban desconfianza. ¿Información sobre el presidente? Podría ser posible, pero dudo que esa sola razón explique la cantidad de personas influyentes, sin conexiones políticas, que lo buscan a como sea. No le he revelado que sé mucho más de él de lo que imagina, ya que deseo observar hasta qué punto puede ocultar sus secretos. Sin embargo, hay una información que realmente me interesa y necesito conocer a toda costa.

—¡Oye, nunca mencionaste que estaría atado! —exclamó en voz alta—. Ese no fue el acuerdo.

—Será mejor que te calles, Zhenya —ordenó Vladimir con irritación mientras manipulaba el equipo de rastreo, vigilando los chips previamente implantados en ciertas personas—. Mañana todos tus compañeros estarán muertos —añadió con una sonrisa triunfante, mientras Zhenya arqueaba una ceja.

—¿De verdad? ¿Crees que será fácil deshacerse de ellos? Qué ilusos son.

—Mmm, de hecho, un escuadrón acaba de ser eliminado —intervino Leonid con una sonrisa inocente.

Zhenya abrió los ojos y me miró.

—¿No me digas que ahora te importan tus compañeros? —le pregunté, sentándome frente a él.

—Depende.

—¿De qué? —inquirí, probando la veracidad de la información proporcionada por Zakhar.

—¿Piensas que te lo diré tan fácilmente?

Aunque estaba atado, no parecía preocupado en lo más mínimo; simplemente lo había dejado así para evitar que se moviera libremente, fingiendo ser un aliado cuando claramente no lo era.

—¿Tienes otra opción?

—Hay un grupo que conspira contra el presidente.

Asentí mientras él rodaba los ojos, mirándome de vez en cuando.

—Dime algo, Zhenya —me acerqué a él—. ¿De qué lado estás? —elevó una ceja—. ¿Qué pasaría si quisiéramos eliminar tanto a la organización para la que trabajas como al presidente? —pregunté, y él entrecerró los ojos, dudando de mis palabras.

Por supuesto, nadie en su sano juicio atacaría a una figura tan importante, a menos que tuviera los medios.

—No serías capaz, pero en respuesta a tu pregunta, estoy del lado que me beneficie —dijo con calma, sin aparentar mentir—. Si el presidente me sirve, será un aliado; de lo contrario, será eliminado.

Esbocé una sonrisa.

—¿Qué pasa con los agentes?

—Pff... Ellos no están bajo mi control, Zar. Solo trabajo con ellos por mi familia. Ya te lo dije, solo colaboro con quienes me convienen, no hay otra manera.

—¿Y en este momento de qué lado estás? —le tomé del cabello, forzando su mirada hacia mí. Él sonrió.

—Por ahora, del tuyo. Me tienes aquí, estoy a tu disposición, Zar —declaró—. Sin embargo, ser un rehén no es de mi agrado, ¿sabes? Quizás si me desatas... ¡Hey! No me dejes hablando solo, maldita sea.

Era un joven, como mencionó Zakhar, entre los veinte y veinticinco años. Para su edad, era muy astuto y escurridizo. Cualquiera que lo viera a los ojos pensaría que es un chico inocente, pero el hecho de que tantas personas lo busquen, no precisamente para saludarlo, dice mucho.

Lo vi fruncir el ceño cuando nuestras miradas se cruzaron; también era divertido. Hacía mucho que alguien no me generaba gracia, pero este chico tenía lo necesario para ir directamente a un circo.

DULCE VENENO || CAESAR X ZHENYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora