Makings of an Overlord

No Hay Descanso Para Los Malvados - Parte 2

Capitulo 6: Parte 2

El mundo estaba lleno de peligros, especialmente contra los humanos. Eso es lo que Enri había aprendido desde que era una niña pequeña. Desde que tenía memoria, Enri podía recordar haber aprendido todo sobre las diferentes amenazas a la aldea, ya sea como una advertencia directa o como cuentos con moraleja. Sin embargo, el único monstruo sobre el que siempre habían advertido a Enri y que siempre había descartado por una razón u otra eran sus compañeros humanos.

Enri suspiró mientras hacía una pausa en su trabajo. Miró por la pequeña ventana el hermoso día que había afuera. Pensar que se estaba perdiendo un día tan soleado para cortar trozos de comida, atrapada en sus propios pensamientos y demonios internos, recordando cuentos infantiles y viejas historias con moraleja.

Era eso o acompañar a mamá y Nemu a lavar la ropa con las otras mujeres , se recordó Enri con un escalofrío. Prefiero caminar por el bosque que acercarme a esos chismosos.

Desde que Enri había comenzado a enseñarle su idioma a Ainz Ooal Gown, pasando largos períodos de tiempo caminando o sentados uno al lado del otro, los aldeanos habían comenzado a tener todo tipo de nociones extrañas. Solo empeoró a medida que todos los aldeanos se encariñaron con el ser parecido a un dios. Incluso aquellos que habían sido cautelosos al principio ahora se inclinaron y le sonrieron, radiantes en presencia de Ainz Ooal Gown.

"Y ahora todos creen que Lord Ainz me quiere", pensó Enri con una sonrisa molesta mientras regresaba a trabajar.

Golpeó la carne con su hacha. Chop-chop-chop. Enri miró sus brazos musculosos antes de hacer una mueca.

Como si alguien como Lord Ainz alguna vez deseara a una chica plebeya salvaje como yo , pensó Enri abatida.

Sus pensamientos se dirigieron a Lady Albedo, la poderosa Caballero Negro y de belleza incomparable, así como a las otras mujeres que seguían a Lord Ainz. Enri se sonrojó al recordar que Lord Ainz parecía tener una debilidad por las mujeres guerreras. Lord Ainz puede haber afirmado que no estaba casado, pero un hombre de tal poder y riqueza no necesitaba el matrimonio para tener mujeres a su disposición.

Aun así, Enri se encontró sonriendo con cariño al pensar en Lord Ainz. Incluso si sabía que nada más existiría entre ellos, Enri estaba feliz de haber logrado entablar una especie de amistad con el poderoso ser. Era algo diferente a todo lo que Enri podría haber esperado, especialmente dada la visión del mundo que solía tener.

Desde el ataque a la Villa Carne, Enri se encontró revisando y reestudiando todo lo que creía saber sobre el mundo. Tal vez fuera el cinismo inherente de las Viejas Costumbres, pero Enri luchaba por creer que alguien como Ainz Ooal Gown fuera siquiera real. ¿Un ser señorial parecido a un dios que descendía en su momento de necesidad para ofrecer ayuda sin ninguna recompensa, y luego simplemente pasar el rato en la aldea? Ni siquiera la Princesa Dorada podía reclamar tal magnanimidad.

Enri sacudió la cabeza y apartó cualquier pensamiento sobre Lord Ainz. No sería bueno soñar despierto como un niño enamorado.

En cualquier caso, allí estaba ella, sola con sus pensamientos, reflexionando sobre la vida y el mundo. Su única compañía era el fuerte sonido de su hacha cortando la carne. Eso y el sonido de los hombres que entrenaban afuera.

Enri podía hacer el sonido del metal golpeando contra el metal en el exterior. Observó los sonidos sin detener sus propios golpes. No era la primera vez que escuchaba a los hombres entrenar, pero esta vez había algo extraño en ello. Enri sacudió la cabeza y se concentró en su tarea. Lamentablemente, no podía ignorar los sonidos que venían del exterior.