Capítulo 1

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—¡DELA! ¡CUANDO VENGA QUIERO VER TODO ESTO LIMPIO! —gritó mi padrastro desde la otra punta de la casa—. ¡Y QUE NO SE TE OLVIDE LIMPIAR TAMBIÉN MI HABITACIÓN Y LOS BAÑOS! ¡Y PREPARA LA CENA PARA CUANDO LLEGUE! ¡VOLVERÉ DENTRO DE UN PAR DE HORAS!

—¿Te preparo un baño de espumas también, amo? —dije desde mi habitación, en todo de burla—. ¿QUÉ HAS DICHO? ¡DELA NO TE ESCUCHO, VEN AQUÍ! —volvió a gritar.

—¡QUE VALE! —grité para que pudiera escucharme y cerró la puerta de un portazo.

—Tengo justo dos horas para... ¡Argh!—dije cayendo rendida sobre mi cama—. Aunque también podría descansar unos minutos antes de hacerlo... —acabé cerrando los ojos...

(...)

Sin darme cuenta me había quedado dormida en la cama, mi maldito móvil no paraba de sonar, alguien me lo estaba petando a notificaciones, que seguramente eran de Twitter. Me levanté vagamente y lo cojí.

—¡SHIT, SHIT,SHIT! —grité levantándome de la cama con una rapidez increíble.

—¡DIOS! ¡ME HE QUEDADO DORMIDA! ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA! —dije lanzando un cojín a la cama.

—A ver, Dela, tranquilízate. —dije suspirando y cerrando los ojos con fuerza—. Tengo media hora para: limpiar el salón, los baños, la habitación de mi querido padrastro y hacer la cena... —dije paseándome de un lado a otro de mi habitación.

—¡NO, NO, NO, NO! ¡MIERDA! ¡NO ME VA A DAR TIEMPO, JODER! —volví a lanzar el cojín contra la cama.

Después de decicir por donde empezar me dirijí a la cocina.

—¿Y ahora que hago yo de cenar? —dije rebuscando por la nevera.

—¡YA SÉ! —dije corriendo al otro lado de la cocina abriendo el congelador.

—Hoy comeremos comida basura. —dije riéndo para mí misma. De ahí saqué un par de bolsas de arroz que venían preparados, solo para calentar y hechar tomate u otra cosa por encima.

Una vez que metí el arroz y lo preparé todo, me dirijí al salón. Quité algunos cojines que había en el suelo y los puse en el sofá bien colocados.

Coloqué la mesa con todos los cubiertos y vasos y barrí un poco el salón así por encima. Dejándo algunas que otras pelusas bajo el sofá, no tenía tiempo. Además, tampoco creo que se vaya a entretener en buscar pelusas por toda la casa... es una tontería.

Miré el enorme reloj de la cocina y aún quedaban diez minutos. Crucé todo el pasillo y entré en la habitación de mi padrasto.

Recogí algunos trapos de lo alto de su cama y los eché a lavar. Estirazé un poco por encima la cama. De repente, el molesto sonido del timbre casi me deja sorda de tanto sonar. A lo que respondí con un "¡VOY!" desde la habitación de mi padrastro.

—Ho... hola ¿Te has dejado las llaves? —pregunté un poco nerviosa. Era raro que le tuviera que abrir porque siempre lo hacía él.

—No preguntes. —dijo serio y borde (como siempre), y se fue hacia su habitación.

Notaba como mis latidos aceleraban el ritmo. ¿Y si se da cuenta que prácticamente no he hecho nada...? Me mataría... y literalmente. Desde que se fue mi madre no deja de tratarme como su "chacha" y no deja de ser borde y rancio. Antes no era así, una vez llegué a pensar y todo que estaba con mi madre por el dinero... que mira... después de todo se lo ha quedado todo el muy...

—¡DELAA! ¡NO TENGO MUCHA HAMBRE, VOY A ECHARME UN RATO! GUARDA MI PLATO EN EL MICROONDAS. ¡YA SI ESO ME LO COMO LUEGO! —«¡SU MADRE!». Es decir, que he hecho a toda hostia la casa y la cena para que no me regañase y encima me mete bulla en hacerlo, para decirme que no tiene hambre. Cosa que si no la hubiera preparado me hubiera matado aunque no tuviera hambre.

—ESTÁ BIEN. —dije finalmente rendida.

Rojicienta... [Rubén Doblas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora