Capítulo 11

102 10 4
                                    

—¿Nombre? —preguntó aquel señor barbudo.

—No, verás, es que yo...

—¿Nombre? —volvió a preguntar interrumpiéndome.

—Delaia, Delaia Young. —respondí nerviosa.

—Lo siento pero no puede entrar, no aparece en la lista, échese a un lado, por favor. —dijo apartándome a un lado mientras dejaba pasar a los demás.

—No, a ver, es que yo he venido con un chico que ya está dentro.

—Señorita...

—Young. —respondí.

—Eso. Esa excusa es demasiado vieja ya, ¿no crees? Creo que deberías ir pensando otra. —dijo guiñándome el ojo.

—Que no, de verdad. Me está esperando dentro.

—Lo siento. —canturreaba abriendo paso a los demás.

—¡Arrgh! —prostesté dispuesta a irme.

—¡HEY DELA! —gritó alguien. Giré mi cabeza y pude ver a Aaron con una preciosa sonrisa.

—¿Me disculpas? —dije al portero para que se echase a un lado y dejarme pasar. Él miró a Aaron y asintió con la cabeza. Yo le sonreí victoriosamente y él solo me miró sonriente.

Aaron me llevó hacia la parte baja del hotel donde daba paso a una enorme y larga escalera.

—Allie está de la zone del ponche. —me susurró, Aaron, al oído.

«Zona del ponche, zona del ponche... ¡Alli! ¡Bingo!» pensé mientras observaba toda la sala. Podía notar muchas miradas clavadas en mi y eso me hacía ponerme más nerviosa aún. Cada vez apretaba la mano de Aaron aún más y este me hacía muecas a lo que yo reía nerviosa.

Allie estaba acompañada de un chico con gafas, podría decir que me parecían unas gafas hipsters y todo.

Ese chico, al cuál no conocía de nada, susurró algo en el oído de Allie, haciéndola sonreír y justo cuando se dio la vuelta para cojer su copa de la mesa, nuestras miradas se cruzaron. Ella me miraba ilusionada, emocionada, sorprendída. De pronto sus ojos brillaban más que nunca, aún sentía miradas en mí y eso me hizo andar más rápido, empujado a Aaron, hasta Allie.

—Lo siento. —la abracé.

—Sabía que vendrías, estás preciosa... —susurró ella.

Nos separamos y Allie me presentó a su nuevo "amigo":

—Dela este es Mangel, Mangel, Dela. —hizo un gesto raro con las manos. Yo le sonreí y le di dos besos.

Allie me ofreció una copa de ponche y yo acepté. De un momento a otro sentí todo el pecho y parte de la barriga empapada de cerveza. «Joder».

—¡Ostias, perdón! —dijo aquel chico con gorra.

—Y... ese es Rubén. —dijo Allie riendo.

—No pa... pasa nada...

—Dame, yo te limpio... —dijo cogiendo servilletas de la mesa. Se acercó a mí y yo lo miré raro... ¿Me va a limpiar el pecho?

—Bu... bueno mejor, hazlo tú... —dijo rascándose la nuca, yo reí por el hecho de que se pusiera así de nervioso... Yo también me hubiese puesto así, o incluso más.

Allie hablaba animadamente con... ¿Mangel?, mientras yo observaba a Aaron mirarla a ella... «Pobrecillo» pensé. Alguien hizo sacarme de mis pensamientos...

—¡HEY, ¿BAILAS?! —gritó... «Rubén» si, eso, Rubén. Algo que se me hizo imposible escuchar debido a la música.

—¿CÓMO DICES? —respondí.

—¿QUÉ? ¡NO TE ESCUCHO BIEN!

—¡OYE, ¿SABES BAILAR?! —volví a gritar tras sacudir mi cabeza, frunciendo el ceño. Él rió al ver esta... absurda situación y se acercó a mi oído con una sonrisa.

—¿Quieres bailar? —escuché, ahora sí, de pronunciar en mi oído. Yo sonreí y asentí tímidamente.

Nos dirijimos hacia la pista, él, agarrando mi mano para no perderme entre la multitud y yo, sonrojada por aquella bonita sensación que sentía al rozar sus dedos con los míos. Bailamos como locos y reíamos sin parar. Al fin y al cabo, Rubén era divertido y por mucho que me hubiera tirado una cerveza entera por todo el pecho y parte de la barriga, me caía bastante bien.

Después de hacer los locos bailando y riéndonos decidimos pedir algo en la barra.

—POR CIERTO, NO ME HAS DICHO TU NOMBRE. —dijo acercándose a mí para poder hablar sin decir cosas absurdas. Aún no lo escuchaba del todo bien, pero, podía formar la frase... Más o menos...

—¡DELA! ME LLAMO DELA. —pronuncié, confusa de que no lo hubiera escuchado. Él asintió y se dedicó a mira a otra parte mientras daba un sorbo de su bebida. Saqué mi móvil de mi bolsillo trasero y lo desbloqueé. «No. Esto no puede estar pasando. Esto no...». Las 23:42 marcaba el reloj de mi móvil.

Mis nervios aumentaban de una forma algo estresante. Rubén vió la palidez en mi rostro y enseguida frunció el ceño.

—¿Estás bien? —preguntó soltando su bebida.

—Allie... ¡HAY QUE BUSCAR A ALLIE! —dije saltando de mi asiento.

—¡Eh, eh! Tranquilízate. Está ahí. —dijo señalando con su dedo índice hacia una dirección. Seguí su dedo con los ojos y observé a Allie bailando... en las barras.

Rojicienta... [Rubén Doblas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora