Capítulo 15

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-Y bueno, ¿Dónde... dónde te llevo?... -dijo Derek observándome mientras se dirigía hacia la ciudad.

-Al hotel The Standard Downtown LA de la calle S Flower St. -respondí sin dejar de mirar a través de la ventana.

-Ajá... -dijo entreabiendo la boca como si fuera a decir algo más. Por lo que se ve no estaba muy decidido, hasta que al final acedió a hablar-. ¿Aún sigues enfadada? Ha sido sin querer, no te había visto. Yo...

-No estoy enfadada, pero si que me ha molestado que dijeras que ha sido culpa mía. -dije, esta vez, dirigiendo mi mirada hacia la carretera.

-Era una broma.

-Ya... -dije volviendo a mirar hacia la ventana de nuevo.

En ese momento deseaba que Derek cerrara la boca y no me dirigiera ni una palabra más, porque, con el lío en el que estaba por culpa de Allie ya me estaba empezando a agobiar un poco.

Llegamos a la ciudad y miles de personas inundaban las calles de Los Ángeles con sonrisas de oreja a oreja. A lo lejos pude observar a una pareja sentada en el banco de un pequeño parque dándose mimos y besándose tiernamente. Sonreí inconscientemente y dirijí mi mirada hacia Derek, el cual estaba concentrado en la carretera.

-¿Por que sonríes? -preguntó dedicando un segundo a mirarme.

-¿Falta mucho?

-No, estamos a dos calles del hotel.

-Ah... Gracias. -dije tímida.

-No hay de qué... Esta vez prométeme que no te iras sin darme tu número de teléfono. -sonrió dejándome ver sus pequeños hoyuelos, no me había fijado en eso antes...

-¿Para qué qui?...

-Atención: una pequeña niña ha sido arrojada de un coche por no prometer que le dará su número de teléfono al maravilloso y tío bueno de Derek. -dijo poniendo una voz bastante gruesa haciendo como que tenía un Walkie Talkie en la mano, a lo que empecé a reír a carcajadas.

-Está bien... todo por que no me tires del coche... -dije sonriendo-. ¡Y no me llames pequeña! -dije pegándole un empujón.

-¡Auch! -dijo frotándose la parte afectada.

-Quejica. -me burlé de él sacándole la lengua. Él soltó una pequeña risita y paró el coche frente al hotel.

Al final fue él quien me dió el número de teléfono y prometí llamarlo en cuanto tuviera el mío. Me despedí de él y entré nerviosa al hotel...

«A ver... es la habitación... 125» pensé sacando el papelito que escribió Allie.

-¿Puedo ayudarle en algo señorita? -preguntó una mujer, de más de cuarenta años por lo menos.

-Si, bueno... vengo de visita. Habitación 125... -la señora bajó sus gafas un poco y me miró fijamente haciendo que me pusiera bastante nerviosa-. P... por favor. -dije cabizbaja.

-Planta seis, segundo pasillo. -respondió sin dejar de mirar un montón de papeles.

-Gra... gracias. -dije dirijiéndome hacia el ascensor. Pulse el botón 6 y esperé nerviosa dentro de este.

Desde pequeña no me gustaban nada los ascensores, tenía claustrofobia. Y aún sigo teniéndola. Caminaba de un lado para otro del ascensor un poco agobiada, hasta que las puertas de este se abrieron y me dispuse salir rápido de ahí.

Seguí las indicaciones de la recepcionista y por fin, estaba allí, frente a ella, habitación 125...

«Ha llegado la hora... Puedo hacerlo...». Pegué en la puerta y esperé nerviosa y cabizbaja...

-¡Si claro! -pude escuchar decir a Rubén tras la puerta—. ¡Hola muyaya!

-Ho... hola, verás yo...

-Así que tu eres la amiga de Allie... Dijo que lo más probable es que no vendrías- interrumpió él. Yo lo miré apenada... Sabía que no era capaz de decírselo. Ni ahora, ni nunca.

-Si bueno... cambio de planes. -dije junto una pequeña sonrisa falsa.

-Ah bueno... ¡Pasa, pasa! -dijo acediéndome el paso. Yo asentí y pasé cabizbaja.

Entonces fue cuando una Allie divertida y un Mangel con gafas hipster se miraban el uno a otro sorprendidos.

Rojicienta... [Rubén Doblas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora