Capítulo 23

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Gotas de sudor recorrían casi todo mi cuerpo, Emma se había quedado dormida hace unos minutos y aún no funcionaba el botón de emergencia. No sé que función tiene un botón para estas situaciones si no funciona, apenas tiene sentido.

-Oye, Emma... -susurré sacudiendo un poco su hombro-. ¿Puedes dejar de respirar? Es que me estoy empezando a quedar sin aire... -ella seguían sin contestar. Una vez que Emma dormía, no había manera de despertarla.

Mis manos volvieron a golpear la pared del ascensor y en pocos segundos volví a notar el salado sabor de mis lágrimas entre mis labios.

Mi móvil no tenía apenas batería, ni si quiera conseguía encenderlo y mi ansiedad por estar encerrada en un espacio pequeño aumentaba aún más.

De repente, "Amnesia" comenzó a inundar mis oídos.

-Emma tu móvil. -conseguí pronunciar pegándola una pequeña patada en su brazo.

-Mmm... -protestó ella.

-¡Claro! ¡Tú móvil Emma, tu móvil! -sin permiso metí mis manos por todos los bolsillos de su pantalón hasta que conseguí el móvil, sin mirar si quiera quién era, lo acerqué a mi oreja y descolgué la llamada.

-¿¡Hola!? -contesté desesperada.

-Emma ¿¡SE PUEDE SABER DÓNDE ESTÁS!? -gritaban desde la otra línea. Así que supuse que era Mónica, la madre de Emma. Esta última me quitó el móvil y contestó ella.

-N... no, mamá un segundo es que... No... nosotras...

-¡NOS HEMOS QUEDADO ENCERRADAS EN EL ASCENSOR, POR FAVOR, SÁCANOS DE AQUÍ YA! -interrumpí quitándole el móvil de nuevo y sollozando a la vez. Emma volvió a quitármelo de las manos mientras intentaba regañarme a base de gestos.

-No mamá, estamos bien... -respondió un poco borde-. ¡No funciona! ¿Qué?... Espera... ¿Cómo que?... -dijo, esta vez, levantándose del suelo para acercarse a los botones mientras pasaba su dedo índice sobre ellos-. Me cago en... -se llevó su mano libre hacia la frente, tapando parte de su rostro.

-¿Qué pasa? -pregunté secando mis lágrimas y poniéndome a su altura.

-Está bien, ahora vamos.

-¿Cómo que ahora vamos? ¿¡Vamos a salir ya!? -dije emocionada.

-Sip...

-Ajá... y... ¿Cuándo vienen a recojernos?

-No... verás... Nadie va a venir a recogernos... Esto... yo...

-¡Ay Emma, suéltalo ya, que me queda poco oxígeno, joder!

-¡Que el botón que pulsamos era el que conecta con el del portero, que dimitió cerca de una semana! El botón de emergencia es este de aquí. -dijo pulsando otro botón de los miles que había. De repente, las luces se encendieron y dimos un pequeño bote al arrancar el ascensor. A los pocos segundos las puertas de abrieron, furiosa, miré a Emma.

-Tienes diez segundos para salir corriendo. Diez... -dije, Emma, sin pensárselo dos veces salió de ahí subiendo escaleras arriba.

-¡Nueve!... O... eh... ¡Ci... cinco! Cua... y... ¡CERO! -salí corriendo tras ella.

(***)

-¿Por qué habéis tardado tanto? He intentado llamarte pero no me lo cogías.

-Por culpa de Emma nos habíamos quedado encerradas en el ascensor y mi móvil se había quedado sin batería. -rodé mis ojos y caminé hacia mi habitación.

Dejé la mochila sobre la cama y volví a bajar las escaleras.

-¿Y los niños? -pregunté a mi madre que descansaba tranquilamente sobre el sofá.

-Se los ha llevado tu abuela, me estaban empezando a dar la lata. -no pude aguantar más y empecé a reír a carcajadas. Era cierto que cuando se ponían pesados, se ponían pesados y no había manera de mantenerlos quietos.

Fui hacia la cocina y añcanzé las Nutella de lo alto del mueble para luego zamparmela a cucharadas.

Subí de nuevo las escaleras, aún con el tarro de Nutella en la mano y entré en mi habitación. No hice más que tumbarme en la cama y no hacer nada el resto de la tarde. Por fin terminaría el Bachillerato y mañana sería la "gran fiesta" a la que nos invitaron a Emma y a mí.





Rojicienta... [Rubén Doblas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora